Cerca de las 13.45 hora de Sudáfrica (8.45 de Argentina), Messi, junto a Palermo, llegó a un pequeño complejo alquilado para las familias de los jugadores, en un Toyota Corolla gris manejado por Rodrigo Messi, uno de los hermanos del crack argentino.
Leo bajó del auto sin hacer declaraciones a los periodistas que hacían guardia e intentaron saludarlo en este día tan especial y entró a la casa donde lo esperaban sus allegados.
Antes, sus hermanos habían dejado todo preparado, ya que se los vio entrar a la residencia con una torta y una bolsa con regalos.
No faltó nada para festejar el cumple de Leo, que llega precisamente cuando el astro del Barcelona está disfrutando de su mejor momento con la camiseta celeste y blanca en el Mundial de Sudáfrica 2010.
Sin duda, cuando sopló las velitas, su deseo fue el mismo que el de millones de argentinos, quienes depositan en él su esperanza de ganar el Mundial.
Pero en este día tan especial el regalo más importante que recibiró Messi fue el reencuentro con sus padres, Jorge y Celia, quienes llegaron a Sudáfrica para acompañarlo en la recta final de la Copa del Mundo.
Pasar su vigésimo tercer cumpleaños con toda la familia reunida, fue un motivo más de felicidad para el “10” del seleccionado argentino, para quien la cercanía de sus seres queridos es un elemento fundamental en su equilibrio personal.
Todos lo quieren ver contento, feliz, porque si Leo está bien, el equipo también está bien; y el principal responsable de que Messi se sienta cómodo es Maradona.
Poco después de la llegada de Leo, Diego arribó al complejo residencial y se mostró molesto con la prensa que hacía guardia en la puerta. “Esto no va más. No me gusta que estén acá”, dijo Diego mientras era fotografiado por una decena de periodistas.
A pesar de los intentos de Maradona por espantar a la prensa, la presión mediática se mantuvo, puesto que nadie se quiere perder el mínimo detalle sobre lo que acontece con el astro argentino.
Si al inicio del Mundial de Sudáfrica, había grandes expectativas en torno a él, después de sus brillantes actuaciones frente a Nigeria, Corea del Sur y Grecia, los ojos del Planeta no lo pierden de vista ni un segundo.
Ahora Leo descansa y se relaja junto a su familia, pero difícilmente no esté pensando en la que puede ser su próxima cita con la gloria.
Por ahora, y con la mente puesta en lo más inmediato, seguramente entre sus tres deseos obligatorios a pedir según la liturgia antes de soplar las velitas, Leo no se olvidará del gol que se le viene negando.
El domingo, frente a México, quizás todos podrán celebrar junto a él, ya que su gol será un regalo compartido con todos los argentinos.
|