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AMPLIARCasas destruidas por la crecida del río Mandau, en Branquinho, Estado de Alagoas

Lluvia se ensaña en nordeste brasileño, donde dejó cientos de desaparecidos

El nordeste brasileño, arrasado por las lluvias e inundaciones que dejaron al menos 44 muertos, continúa con arduos trabajos de ayuda a los sobrevivientes y de búsqueda de los cientos de desaparecidos, que pudieron haber sido arrastrados por el lodo y las aguas.

Según los últimos balances ofrecidos por la Defensa Civil de los estados de Pernambuco y Alagoas, que desde el sábado sufren con la lluvia, al menos 44 personas fallecieron y más de 600 permanecen desaparecidas.

Las localidades de Branquinha y Rio Largo en Alagoas fueron las más afectadas por el desastre, tras ser arrasadas por el desbordado río Mundaú.

Con toneladas de barro cubriendo lo que antes eran calles, casas, hospitales, iglesias y comercios, los vecinos intentan limpiar y rescatar alguna de sus pertenencias con palas y tractores ofrecidos por la municipalidad, constataron periodistas de la AFP.

Pedazos de muebles, ollas, ropa y objetos personales destruidos yacen al aire libre luego que las casas fueran literalmente arrasadas por la fuerza del agua, que llegó a alcanzar niveles de 3,5 metros de altura.

©AFP / tercio cappello

Inundaciones del río Mandau, en Rio Largo, estado de Alagoas, el 21 de juno de 2010

El domingo "a las cinco de la mañana empezó a subir el agua. El que no se fue a las diez (de la mañana) se murió", dijo a la AFP Olivaldo da Silva, de 47 años, que subido a una escalera intentaba limpiar el techo de su casa en Branquinha, a 80 km de Maceió (capital de Alagoas).

En Rio Largo, a 40 km de Maceió, Cisera Duda, de 39 años, mostró a la AFP las pocas cosas que pudo salvar del agua: el perro, el pájaro y un colchón mojado.

"Conseguí salvar algo, pero no logré sacar casi nada de la casa", afirmó Duda al señalar una de las pocas construcciones que todavía se mantiene en pie tras el desborde del río.

©AFP

Las dificultades de los socorristas para acceder a sitios aislados alimenta el temor de que la cifra de muertos se dispare cuando las brigadas de rescate alcancen esas zonas.

La preocupación es patente entre las autoridades, que no logran determinar con certeza cuántas personas fueron llevadas por las aguas, quedaron bajo el lodo o buscaron refugio por su cuenta. Se estiman en más de 600 los desparecidos.

Ante un escenario de caos, el riesgo de la propagación de enfermedades infecto-contagiosas va en aumento, situación que empeora ante la falta de socorro médico y de agua potable en algunos municipios.

En Branquinha, los funcionarios del Estado de Sao Paulo recién este miércoles montaban el primer hospital de campaña.

Las autoridades piden donativos para los damnificados, que ya superan los 180.000 según estimaciones oficiales. Toneladas de alimentos, medicamentos, colchones y abrigos llegaron de distintos puntos del país, señaló un vocero de los bomberos a la AFP, y en algunos lugares, la distribución se hace solo mediante helicópteros.

©AFP/AgenciaAlagoas / Tercio Cappello

Inundación del río Mandau en Uniao dos Palmares, en el Estado de Alagoas, en el noroeste de Brasi

El presidente Luiz Inacio Lula da Silva anunció que el jueves sobrevolará las zonas inundadas, mientras el gobierno afirmó que destinará 55 millones de dólares para los estados afectados.

En Pernambuco, donde se originaron las lluvias y crecientes, 15 personas murieron, casi 18.000 están sin vivienda y más de 24.000 debieron ser evacuadas, según la Defensa Civil.

En Alagoas en tanto, 29 personas fallecieron, al menos 26.000 perdieron sus casas y 47.000 han sido evacuadas.

A estas cifras se suman quienes están viviendo en sus casas inundadas.

Brasil, un gigante de 8,5 millones de km2 tiene regiones de clima tropical que suelen verse afectadas por lluvias e inundaciones. Pero el año 2010 ha sido especialmente duro para el país sudamericano.

Al comienzo mismo del año, la localidad turística de Angra dos Reis (sudeste) y su vecina Ilha Grande se vieron golpeadas por deslizamientos de tierra causados por fuertes lluvias, con saldo de más de 50 muertos.

Y los brasileños todavía tienen fresca en su memoria las terribles imágenes de los desmoronamientos de 'favelas' en Rio de Janeiro y ciudades aledañas en abril pasado, una catástrofe que dejó una cifra indeterminada de muertos bajo el barro y los escombros, cientos de desaparecidos, y 229 cuerpos recuperados.