Los nueve países de América Latina con mayores niveles de desigualdad tendrían que invertir entre seis y nueve por ciento del producto interno bruto (PIB) para mejorar la situación de sus poblaciones más vulnerables, diagnosticó la Cepal, reunida en la capital brasileña.
Por Milagros Salazar, enviada especial a Brasilia por IPS.
La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) alertó durante su
33 periodo de sesiones en Brasilia que en la región se profundizan las
inequidades de la productividad entre grandes y pequeños empresarios, y entre
territorios dentro de los países, en el documento "La Hora de la Igualdad:
brechas por cerrar, caminos por abrir".
La reunión regional de tres
días, que comenzó el domingo, se realiza con signos positivos para el
subcontinente, cuyo PIB va a crecer en 4,1 por ciento este año, según las
últimas revisiones del organismo. Pero la Cepal dijo que se requiere lanzar una
"agenda para la igualdad" a fin de corregir las muchas versiones de la inequidad
en la región.
La capital anfitriona, por ejemplo, es nueve veces más
rica que el nordestino estado de Piauí, o en Perú la andina región de
Huancavelica es siete veces más pobre que la parte costera de la sureña
Moquegua, puntualiza el estudio que pretende ser una hoja de ruta para
transformar a la igualdad en el eje rector del desarrollo latinoamericano.
Hay "territorios ganadores y perdedores", señaló la secretaria ejecutiva
de la Cepal, Alicia Bárcena, en la presentación del informe. El reto es "crecer
para igualar" y el Estado debe cumplir un papel más activo en ese objetivo y no
dejar la tarea al mercado, planteó la máxima funcionaria de la comisión
dependiente de la Organización las Naciones Unidas.
El estudio estableció que dentro de las ciudades y regiones más desarrolladas en
cada país se observan bolsones de pobreza, en un problema que afecta a casi
todos los países, incluso a una potencia mundial emergente como Brasil, con
mayor gasto social.
Los países con mayores brechas de bienestar, dice el
estudio, son Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua,
Paraguay, Perú y República Dominicana. Estos países sólo invirtieron en promedio
181 dólares por persona en gasto social durante el bienio 2007-2008.
En
contraste, Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay invirtieron en
promedio 1.029 dólares en gasto social por habitante en ese mismo período. Es el
grupo que ostenta, además, el mayor PIB por persona en América Latina.
En medio se encuentran Colombia, México y Venezuela con una inversión
promedio de 619 dólares.
En el acceso a la educación también existen
diferencias. Entre el 20 por ciento más pobre de los jóvenes, solo uno de cada
cinco concluye la secundaria, mientras que entre el 20 por ciento con más
recursos, cuatro de cada cinco la terminan.
Con este panorama, la Cepal
realiza algunos cálculos de transferencias que se requieren para reducir la
brecha de inequidad.
Así, los países con menor gasto social tendrían que
invertir entre seis y nueve por ciento del PIB para aportar el costo total del
valor de una canasta básica mensual a su población infantil menor a cinco años,
al grupo con edad superior a 65 años y a los desempleados. En el caso de los
niños entre cinco y 14 años, el cálculo se basa en la mitad de la canasta.
El costo para los países con mayor gasto social oscilaría entre 1 y 1,5
por ciento del PIB y entre los países intermedios entre 2 y 4 por ciento.
Pese a estos desafíos pendientes, la Cepal reconoce un neto incremento
del gasto social global en América Latina, que entre 1990 y 2008 pasó de 12 a 18
por ciento. También destaca una caída de la pobreza regional entre 2002 y 2008,
cuando bajó de 44 a 33 por ciento.
Pero califica esos avances como
insuficientes y destaca que el gasto social debe impulsarse aún más, después que
el impacto de la crisis mundial provocó una pérdida del poder adquisitivo de las
familias y arrastró a nueve millones de personas a la pobreza.
"La
crisis nos lleva a una nueva forma de pensar el desarrollo", señaló a IPS Martin
Hopenhayn, coordinador general del informe y director de la División de
Desarrollo Social de la Cepal.
La Comisión plantea que los Estados
trabajen en una convergencia productiva y territorial que acelere la igualdad
social. En el primer caso, enfatiza que los pequeños y medianos empresarios
(Pymes) deben conectarse con el mundo globalizado para mejorar sus condiciones,
y no quedar esta herramienta restringida a las elites empresariales.
"La estructura productiva es tan heterogénea y fragmentada que vemos empresas de
algunos sectores que producen como si se encontraran en países del primer mundo
y pequeños empresarios que trabajan como si estuvieran en naciones del cuarto
mundo. Esto se convierte en una máquina que reproduce la desigualdad", explicó
Hopenhayn.
Para el experto, mejorar la situación de las Pymes significa
mejorar las condiciones de sus trabajadores.
En el segundo aspecto, el
de la convergencia territorial, se resalta la necesidad de recortar las brechas
entre las diferentes divisiones administrativas dentro de los países. Para ello,
la Cepal propone que el Estado tenga un papel central en la mejora de la
infraestructura, los servicios básicos y el desarrollo tecnológico, entre otros
sectores.
El documento también propone mejorar las políticas laborales y
reformar los sistemas tributarios, para incrementar la inversión social.
El director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo
Monetario Internacional, Nicolás Eyzaguirre, aseguró, sin embargo, que no existe
"ninguna evidencia" de que más Estado equivalga a más oportunidades.
Para Eyzaguire la desigualdad tiene que ver con que haya un Estado en
manos de "un grupo capturado por grupos organizados o un Estado democrático al
servicio de los ciudadanos".
Maurice Odle, asesor económico del
secretario general de la Comunidad del Caribe (Caricom) pidió a la Cepal prestar
más atención a los países pobres caribeños, golpeados por desastres naturales y
las características específicas de cómo viven la inequidad.
Odle
enfatizó que entre los países caribeños también hay grandes desigualdades y citó
que el PIB de Las Bahamas es 29 veces superior al de Haití. Estas diferencias,
dijo, pueden generar corrientes migratorias y tensiones entre los vecinos.
Además, indicó que el alto nivel de desempleo, la migración, el tráfico
de drogas y el armamentismo hace que "la desigualdad también esté asociada a la
seguridad" en los países caribeños.
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