Una multitud de adolescentes de distintos establecimientos educacionales se "autoconvocaron" mediante Facebook y mensajes de textos y se concentraron, ayer, durante todo el día, en la Plaza Independencia. Una respiro de aires libres ante tanta represión. Por Sebastián Ganzburg.
Adolescentes de colegios secundarios de la Capital llegaron en grupos desde las 10, ayer, a Plaza Independencia. Se autoconvocaron a una yuta colectiva mediante la red social Facebook y por mensajes de textos de sus celulares. De esta manera durante todo el día los chicos disfrutaron de un hermoso día soleado.
La algarabía de los jóvenes inundó el principal paseo público y su multitudinaria presencia, calculada en más de 1.000 estudiantes, obligó a las autoridades a peatonalizar la céntrica calle 25 de Mayo desde Mendoza a San Martín y esta misma arteria entre 25 y Maipú. Algo similar se vivió en el Parque 9 de Julio, donde algunos llevaron la pelota de fútbol y armaron algún picadito. Otros chicos y chicas mateaban entre los jardines.
No fueron pocas las personas que se indignaron por tan grave decisión de los estudiantes secundarios. Parecería que las yutas son prácticas nuevas, de los adolescentes del siglo XXI. Por supuesto no fueron la totalidad de los chicos de colegios privados y estatales. Solamente los más rebeldes.
Entonces, ¿porqué en vez de criticar esta decisión desde una moralina particularmente sensible, no se ponen a pensar, qué nos quieren decir los adolescentes?
¿No es acaso un grito de libertad esta convocatoria? ¿A quien no le gusta faltar al trabajo solamente para estar con amigos, novia, o seres queridos? ¿Nunca estos críticos de todo se yutearon para tomarse unas cervezas cuando iban al secundario?
Por lo pronto, la postal eran rostros felices, despreocupados. Pero sobre todo libertad. Libertad a tanta opresión, libertad a decidir, a elegir a tener un momento de ocio. ¿No es acaso maravilloso que a través de estas redes sociales como facebook se lleven a cabo estos acontecimientos?
Por eso, a estas personas, pacatas, refinadas, solemnes, en vez de ver esto de forma negativa, por una vez en sus vidas, deberían reflexionar qué pasa en la sociedad, cuál es el mensaje de los chicos y saber que escuchar es fundamental para construir una sociedad menos prejuiciosa, viciada, libre de ataduras arcaicas.
Sebastián Ganzburg
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