La primera expedición formada íntegramente por montañistas argentinos intentará conquistar su cumbre de 8.848 metros -la más alta del mundo- el 24 o el 25 de Mayo, cuando el país celebrará el Bicentenario, informaron desde Nepal los responsables del grupo.
"Es la primera vez que tenemos una expedición puramente argentina: eso significa mucho mate, truco y un buen tinto", dijo en un informe desde ese país asiático Willie Benegas, que junto a su hermano Damián comanda el grupo.
Los otros integrantes son Francisco Minieri, Ramón Chiocconi, Alvar Puente, Marcelo Deza, Carlos Galosi y Leonardo Proverbio, además de Leonardo McLean, quien por problemas renales debió abandonar la misión y descendió a Katmandú, para regresar al país. Según los promotores de la expedición, Damián es uno de los guías de montaña más experimentados del país y para Willie esta será "una expedición aniversario, ya que sería su décima cumbre en el Everest", que conquistó por primera vez en 1999.
Los hermanos Benegas ya dejaron atrás el campamento base y ya fijaron las cuerdas para pisar los últimos dos tramos que los separan de la cima.
Luego de acondicionar los campamentos de altura se dedicaron a finalizar la aclimatación y prepararse para intentar la cumbre. La espera no es fácil, dicen, ya que debieron soportar el duro clima de los Himalayas, con vientos de más de 160 kilómetros por hora y temperaturas de 40 grados bajo cero.
Eso hace que cualquier intento de llegar a la cima "sea imposible o suicida. Los días siguen pasando y el resto del campamento base espera con ansiedad que mejore el tiempo, con `fiebre de cumbre`, como decimos nosotros”, cuenta Willie.
En esa instancia se encontraban hoy: la mayor cantidad de horas dentro de la carpa, tomando mate y planificando el abordaje final, mientras empezaban a advertir los primeros indicios de una mejora en el clima. "La rutina en la montaña es dura.
A las 19, cuando se esconde el sol, todos nos vamos a descansar. Dentro de la carpa el vapor de la exhalación choca con el techo, se convierte en hielo instantáneamente y cuando se derrite cae como lluvia", explicó Damián. "Por eso -dijo- dormimos con la puerta abierta. Así, no se produce la condensación de los gases que emanamos al respirar y no se forma el hielo”.
Pero no sólo el frío es un riesgo. Durante el día, cuando el sol castiga con fuerza la superficie y se refleja en la blancura de la nieve, el calor puede llegar a los 40 ó 50 grados, una temperatura que amenaza con deshidratar a los escaladores.
Los montañistas remarcan que para conquistar el Everest además de un muy buen estado físico se necesita mucha fortaleza psicológica, lo que muchas veces se logra con una buena convivencia.
Como en todo grupo de argentinos en cualquier lugar del mundo, además de las bromas y las cargadas, nunca falta el mate para amenizar la charla: además de reconfortarlos del frío, cumple un rol importante en la hidratación.
"En estos días gélidos y ventosos el mate se convirtió en uno de nuestros mejores aliados en la montaña. Además de darnos calor, nos energiza y nos conecta con nuestro lugar y nuestras raíces”, agrega Damián Benegas.
La comida es otro factor clave para tener éxito, porque provee las energías que demandará el esfuerzo. En los últimos dos campamentos de altura –a más de 7.000 y 8.000 metros- los alimentos que se consumen están disecados y se hidratan con agua caliente.
El último punto antes de la cima y el primer lugar de descanso para quienes descienden tras coronar el coloso es el campamento 4, ubicado en South Col, un desolado escenario que puede ser testigo de la presencia argentina en la cumbre del Everest cuando el país celebre el Bicentenario de la Revolución de Mayo.
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