Las crisis económica, alimentaria y climática muestran la necesidad de implementar un nuevo modelo de desarrollo con mayor peso del Estado, porque el crecimiento derivado de las exportaciones y la especulación financiera tienen consecuencias negativas.
Por Isolda Agazzi, desde Ginebra, para IPS.
"Los mercados demostraron que no se pueden autorregular", remarcó Jean Feyder,
presidente de la junta de comercio y desarrollo de la Conferencia de la
Organización de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).
El Consenso de Washington, conjunto de políticas de liberalización
económica elaboradas en los años 90 por los organismos de multilaterales de
crédito, caducó. El Estado debe desempeñar un nuevo papel en el desarrollo, fue
el mensaje que dejó el simposio de dos días organizado por la Unctad.
"Es muy importante el papel del Estado en el Norte para superar la
crisis financiera", remarcó Feyder en el encuentro que terminó el martes.
"Los del Sur deben destinar fondos para desarrollar sus capacidades de
producción, empezando por la industrialización y la protección de la industria
naciente", añadió Feyder, representante de Luxemburgo.
Si hubo una oportunidad para realizar una reforma global de la economía, ya
pasó, indicó el secretario general de la Unctad, Supachai Panitchpakdi.
"No hubo cambios fundamentales en la arquitectura institucional de la
gobernanza económica. Algunas de las medidas más significativas se tomaron en el
ámbito regional, como aumentar la integración Sur-Sur", indicó.
"El
crecimiento de muchas naciones en desarrollo depende de sus exportaciones. La
crisis económica y financiera es un llamado de alerta sobre el modelo de
desarrollo. Impulsar la demanda regional y local puede contribuir a aumentar los
ahorros y fomentar las importaciones. Los países deben estimular el consumo",
añadió Panitchpakdi.
Pero se apuró a aclarar que con la búsqueda de un
nuevo modelo de desarrollo, la "Unctad no niega el neoliberalismo", sino que
trata de observar la crisis desde la perspectiva de los países pobres.
"Vivimos una de las peores recesiones de los últimos 70 años y los
países pobres no reciben más fondos ni más comercio", añadió.
No puede
seguir todo igual. "Las naciones en desarrollo deben depender más de sí mismas",
sostuvo Panitchpakdi. "Eso no quiere decir cortar el comercio Norte-Sur, sino
fortalecer el que ya existe, pues la mitad de los productos" de los países ricos
van hacia los pobres, añadió.
En Asia, la recuperación se dio gracias al
comercio regional.
La agricultura es una de las principales formas de
subsistencia en África. Es un ejemplo perfecto del fracaso del modelo de
desarrollo aplicado desde hace más de tres décadas.
"Quiénes son los
pobres", preguntó Feyder. "Los que tienen hambre, 75 por ciento de los cuales
viven en zonas rurales y son pequeños agricultores, campesinos sin tierra y
pastores", respondió.
"Debemos priorizar el cultivo de alimentos para
consumo interno, y no los de exportación, que generan ingresos. Al menos 10 por
ciento de la asistencia oficial al desarrollo debe destinarse a la agricultura.
Se debe proteger al sector de la competencia internacional cuando es muy débil,
pero hace 30 años que liberalizamos los mercados", sostuvo.
Haití es un
ejemplo de ello. El arancel a las importaciones disminuyó de 50 a tres por
ciento, lo que convirtió a ese país caribeño en uno de los menos proteccionistas
del mundo.
El país supo autoabastecerse de arroz, pero su producción
cayó a menos de 20 por ciento del consumo y debió cubrir el resto de la demanda
con importaciones, en especial granos subsidiados en Estados Unidos.
"Hasta el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton (1993-2001),
reconoció que la política impulsada por su gobierno fue un error y que Haití
debe volver a ser autosuficiente", indicó Feyder.
El precio de los
alimentos es otro motivo de preocupación.
"Cuánto dinero reciben los
pequeños productores por su cosecha", preguntó. "El ingreso es inferior a los
costos de producción, tanto en el Norte como en el Sur. Pero los agricultores de
países ricos pueden pedir a sus gobiernos ciertas compensaciones, y los de las
naciones pobres, no", explicó.
En el simposio también se critico la
tendencia a analizar el precio de los alimentos desde el punto de vista de los
consumidores y hacer todo lo posible para bajarlo posible lo más posible.
"Lo que importa es lo que gana el productor para cubrir los costos y
poder vivir", sostuvo Feyder.
"La creciente liberalización de los
mercados es un problema. Quizá tengamos que desconectar a los países del mercado
mundial para evitar la volatilidad de los precios, o crear juntas comerciales
mediante las cuales los países pueden comprar productos a un determinado costo y
redistribuirlos. También podría explorarse la posibilidad de acopiarlos en
almacenes", propuso.
La especulación financiera es un problema, según el
director de la división de globalización y estrategias de desarrollo de la
Unctad, Heiner Flassbeck.
"Los precios no se rigen por la ley de la
oferta y la demanda ni siquiera los productos agrícolas y alimentarios, los fija
la especulación financiera", indicó.
"Es inaceptable, no sólo porque
causa hambrunas, sino porque los mercados financieros son un terrible elemento
de distorsión. Hay que cuestionar el dogma que rige desde hace 30 años y que
dice que el mercado siempre tiene la razón", remarcó.
"Los mercados
financieros se equivocan la mayoría de las veces. Los gobiernos tienen la
obligación y la responsabilidad de construir opiniones informadas respecto de
los precios", añadió.
Por su parte, la directora de campaña y política
internacional de la organización ActionAid International, Anne Jellema, preguntó
por qué la sociedad civil está dividida cuando "más de 1.000 millones de
personas pasan hambre".
"Algunos apoyamos la soberanía y otros la
seguridad alimentaria. Unos aprueban los Objetivos de Desarrollo de las Naciones
Unidas para el Milenio y otros no", apuntó.
Además alertó sobre la
costumbre de esperar acciones de los gobiernos.
"En Brasil, la sociedad
civil ocupó tierras y le dijo a los campesinos que plantaran. Así construyeron
una base para dotarse de poder político y estimular el crecimiento del país. Hay
que seguir ese modelo de organización en que los pobres reclaman sus derechos y
participan en la economía con sus propias manos", añadió.
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