El título de esta nota puede parecer extenso, aunque más extensa es la lista de agraviados impunemente a lo largo de la historia argentina. Escribe José María Díaz Bancalari, diputado del FpV.
El autor rescata los distintos momentos de la historia en la que la desestabilización se puso la máscara de la "moralidad".
Sistemáticamente gobiernos y funcionarios populares tuvieron que padecer
la diatriba de parte de sectores minoritarios, que amparados en
falsedades de toda índole atacaron investiduras y honores personales con
el fin inconfesable de usufructuar el poder.
Arturo Frondizi
publicó en 1964 Estrategia y táctica del Movimiento Nacional. Una obra
esclarecedora. En el Capitulo Cuarto se refiere a "La corrupción,
pretexto para derribar gobiernos populares". Allí el expresidente
desarollista demuestra cómo las minorías retrógradas recurren a la
calumnia y a la difamación para generar condiciones destituyentes y,
luego, alzarse con el poder que las urnas les niegan.
Los
próceres de Mayo, recuerda Frondizi, no escaparon a la acusación liviana
pero efectiva que los defenestró. A Mariano Moreno, por ejemplo, lo
juzgaron postmortem. Los integrantes de los triunviratos y directores
supremos también fueron acusados de cometer delitos en la función
pública. Sin embargo, nunca nadie comprobó nada.
En sus Memorias
Curiosas Juan Manuel Berutti afirmó, sobre la caída de los gobernantes
denigrados de los primeros gobiernos patrios, que todo era "falso y no
se debe creer por no haberse probado cosa alguna".
Otro
parágrafo notable de la obra citada es el titulado La calumnia contra
los líderes populares. El jefe desarrollista se pregunta "¿Qué no se
dijo de la corrupción de los gobiernos de Hipólito Yrigoyen?". Y cita
los dichos del ministro del Interior de la dictadura uriburista, Matías
Sánchez Sorondo, quien señaló pocos después del golpe septembrino que
"una horda, un hampa, había acampado en las esferas oficiales y plantado
en ellas sus tiendas de mercaderes, comprándolo y vendiéndolo todo,
desde lo más sagrado hasta el honor de la Patria". Por su parte, en el
recinto del Senado, Benjamín Villafañe dijo: "Al yrigoyenismo lo forman
ciento diez mil prontuariados en la sección Robos y Hurtos, sesenta mil
pederastas y cincuenta mil más que viven al margen de la ley, del juego y
de la explotación de mujeres..."
Gracias a las campañas
infamantes ministros y funcionarios de Yrigoyen tuvieron que refugiarse
en el exterior, otros se suicidaron. Nunca nadie comprobó nada...
El
peronismo tampoco escapó a la calumnia y al descrédito de parte de la
prensa y de políticos oportunistas, que sólo pensaban en los intereses
de círculo y no en el bien común. Los peronistas fueron juzgados
arbitrariamente en bloque y miles de dirigentes políticos, empresariales
y sindicales sufrieron la cárcel, la interdicción y la discriminación
"libertadora". De tantas acusaciones, nunca nadie comprobó nada...
Igual
situación le cupo al gobierno de Frondizi. La prensa opositora machacó
hasta el hartazgo que en torno a la administración desarrollista había
"un clima de corrupción generalizada". Pero la lista se reducía a cuatro
temas relacionados al petróleo, el carbón de Río Turbio, la exportación
de trigo y el Banco Nación. Nunca nadie comprobó nada...
El
tercer gobierno peronista tuvo que batirse frente a una marea mediática
golpista sin precedentes. Llegaron a acusar a la Presidenta por comprar
200 gramos de jamón con fondos reservados. La dictadura genocida hizo su
parte y "la lucha contra la corrupción" alcanzó ribetes mesiánicos.
Para ello se libraron las llamadas Actas de Responsabilidad
Institucional en las que incluyeron a miles de peronistas. Con el
advenimiento democrático los acusados recobraron la libertad y sus
bienes interdictos. Porque nunca nadie pudo comprobar nada...
En
estos días la historia democrática reciente nos recuerda episodios
trágicos que sólo sirvieron para destruir la República y conculcar los
derechos humanos del pueblo. A la luz de los acontecimientos recientes,
una ola de acusaciones por supuestos actos de corrupción está siendo
activada por lgrupos oligárquicos, que continúan utilizando los mismos
métodos desestabilizadores de siempre a fin de obtener réditos
particulares que no son -precisamente- ni nacionales ni populares.
Las
palabras de Arturo Frondizi iluminan el presente y las hacemos propias:
"Confío también que esta modesta lección de la estrategia del
’moralismo’ aplicada sistemáticamente en nuestra historia a demoler la
fe del pueblo en los gobernantes que la mayoría consagra, sirva a las
nuevas generaciones para no dejarse confundir por los enemigos de la
nación, que son, por lo tanto, los enemigos de su propio destino".
José María Díaz Bancalari, diputado de la Nación
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