El presidente de la Fundación Miguel Lillo Jorge Luis Rougés confirmó que la correspondencia entre Lillo y varios científicos estarán editadas en aproximadamente dos años. Fue ayer a 79º aniversario de la muerte de este excepcional biólogo, quien descubrió centenares de nuevas especies de plantas aborígenes en Tucumán.
Una interesante personalidad
Para mucho Miguel Lillo es una calle o la facultad de Bioquímica. Pocos conocen que este hombre fue unos de los botánicos más importantes que tuvo el mundo. Por eso ayer al cumplirse 79º años de su muerte, en la quinta donde vivió su familia. Hoy parque botánico y facultad se le realizó un homenaje.
Miguel Lillo caminaba por los senderos de San Javier y Villa Nouges en busca de especies. Una noche de primavera se perdió y entre sueños tuvo una revelación: debía dedicarse a la botánica. Esto lo confiesa en una biografía. A partir de ahí trabajó esmeradamente al lado de Schickendantz un sabio alemán, con el cual se inició en los estudios de la botánica. Cuando el doctor Schickendantz se ausentó definitivamente de Tucumán, en 1892, Lillo lo reemplazó en la Dirección de la Oficina Química, cargo que conservó hasta el día de su muerte y que atendía durante la semana alternando con Cátedras de Química y Física en el Colegio Nacional, Escuela Normal y Universidad”, relató el presidente de la Fundación Miguel Lillo Jorge Luis Rougés.
“Entre 1890 y 1900 fue un hombre reconocido a nivel mundial puesto que descubrió 500 nuevas especies en Tucumán de plantas aborígenes, las que vio el conquistador español, continuó el especialista.
Lillo se cartió mucho con sabios alemanes. “Varios de ellos venían a Tucumán para pedirles consejos e intercambiar conocimientos, entonces los hacía subir a una mula y los llevaba a Tafí del Valle, San Javier”, relató. El biólogo fue un autodidacta que hablaba seis idiomas.
En este sentido Rougés adelantó que “en uno o dos años estaremos en condiciones de publicar su correspondencia completa. Un trabajo muy complejo teniendo en cuenta que las cartas están manuscritas, por lo tanto algunas cosas no son del todo legibles”.
Miguel Lillo
Nacido en la ciudad de San Miguel de Tucumán, el 31 de julio de 1862, Miguel Lillo estudió en el Colegio Nacional de Tucumán, pero no prosiguió los estudios universitarios. Fue un típico autodidacta que se dedicó apasionadamente a diversos estudios científicos, en especial los atinentes a la naturaleza.
En 1888 publicó un interesante ensayo sobre la flora tucumana.En 1914 la Universidad Nacional de La Plata le otorgó el título de Doctor Honoris Causa; tras enseñar química y física en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal, desde el mismo año 1914 dio cátedra en la UNT.
En 1918 se retiró del ejercicio de la docencia, si bien mantuvo el cargo honorario de director del Museo de Historia Natural de la Universidad de Tucumán.
En diciembre de 1930, poco antes de morir, donó todos sus bienes a la UNT que consistían un amplio terreno, una considerable suma de dinero, su extensa biblioteca, su colección zoológica y su herbolario constituido por más de 20.000 ejemplares de unas 6.000 especies distintas. Con tal donación la Universidad Nacional de Tucumán constituyó la Fundación Miguel Lillo (inaugurada en 1933).
Miguel Lillo falleció en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 4 de mayo de 1931.
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