El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió sobre un "desastre sin precedentes" tras el derrame de petróleo que avanza hacia las costas del Estado de Lusiana, adonde el mandatario llegó este domingo en medio de desesperados esfuerzos por contener la marea negra.
"Creo que el pueblo estadounidense es consciente, sin duda la gente del Golfo es consciente de que se trata de un desastre ambiental potencialmente masivo y sin precedentes", dijo Obama.
El mandatario defendió la respuesta del gobierno durante una visita a Venice, una de las zonas costeras más amenazadas por la marea negra causada por la explosión de una plataforma petrolera el 20 de abril.
Los fuertes vientos y un mar agitado obligaron el sábado a los barcos a interrumpir las tareas tendientes a contener la emergencia.
Conforme pasan los días la mancha aumenta su tamaño, incluso ya puede sobrepasar los 9.000 Km2, comparable a la isla de Puerto Rico, según una estimación del centro de análisis de imágenes satelitales de la Universidad de Miami.
"El petróleo que sigue filtrándose desde el pozo podría dañar seriamente la economía y el medio ambiente de nuestros Estados del Golfo", corroboró Obama.
Pese a todos los esfuerzos desplegados, "la madre naturaleza no está cooperando", declaró la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano. "Las condiciones meteorológicas impiden quemar (el petróleo) en el lugar, recuperarlo o realizar otras operaciones".
El almirante de la Guardia Costera Thad Allen, quien fue designado el sábado por Obama para dirigir las operaciones sobre el terreno, aseguró que los equipos de intervención esperaban "una oportunidad" para reanudar la quema de partes de la mancha de petróleo.
Allen estimó "inevitable" que la marea negra llegue a las costas. Los equipos trabajan contrarreloj ya que si el pozo vierte todo su contenido "se podrían superar los 16 millones de litros por día" de petróleo en vez de los 800.000 diarios que se estiman actualmente, dijo a la CNN.
Por su parte Obama salió al paso de las críticas que alegan una lenta reacción de las autoridades. "El gobierno federal ha iniciado y coordinado una intervención en la que todos los actores están involucrados incansablemente desde el primer día", destacó.
La emergencia fue causada por la explosión y posterior hundimiento de una plataforma petrolera el 22 de abril en el Golfo de México, donde continúa la fuga de crudo.
©AFP
Si se prolonga por mucho tiempo "se puede poner en peligro los medios de subsistencia de miles de estadounidenses", advirtió el presidente estadounidense.
Asimismo, fue enfático en asignar la responsabilidad del desastre sobre el gigante petrolero británico BP (British Petroleum).
"BP es responsable de este derrame. BP pagará la factura", añadió, "pero como presidente de Estados Unidos no escatimaré esfuerzos para responder a esta crisis mientras dure".
De su lado el presidente de BP América, Lamar McKay, declaró que el accidente se debió a "una pieza defectuosa".
Al respecto, el secretario estadounidense de Asuntos Internos, Ken Salazar, declaró este domingo a la cadena CNN que "no hay duda de que el mecanismo de la válvula preventiva de la base del pozo era defectuosa" y que la administración estadounidense debe seguir presionando a BP para que asuma responsabilidades.
El gobierno estadounidense prohibió el domingo durante diez días la venta de pescado en la zona afectada del Golfo de México debido a los riesgos sanitarios.
©AFP / Saul Loeb
La industria de mariscos y crustáceos en Luisiana representa un tercio de la producción anual del país. Sus humedales costeros, una etapa obligada para las aves migratorias, también constituyen una reserva de fauna excepcional.
BP trabaja en tres frentes para detener la fuga. Seis robots submarinos intentan cerrar la válvula del pozo submarino, que pesa 450 toneladas, y la compañía comenzó a perforar pozos de seguridad para reducir la presión e inyectar un revestimiento para tapar definitivamente el pozo.
La primera operación ha fracasado por el momento y la segunda podría llevar tres meses. BP se propuso fabricar una enorme "cúpula" de 70 toneladas para depositarla en el fondo del mar y detener la salida de petróleo del pozo. El presidente de la filial estadounidense de BP, Lamar McKay, dijo que está casi terminada.
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