A prepararse, el nene es así, luce en las fáciles, le hace un gol maradoniano al triste Villarreal y se hace el gran jugador en una final cuando el rival es el tercermundista y acalambrado Estudiantes de La Plata. Pero a la hora de la verdad, cuando los caballos se ven en la cancha, Lio (porque no le da para Lionel) es sólo un potrillito. En idioma de tablón, es pechofrío.
Tal vez él no tenga la culpa. Quizá su problema sea genético. Porque logró hacer un tratamiento para crecer y tomar altura, pero nadie pudo extirparle, al parecer, la camiseta de su Ñuls natal.
La realidad es que Messi es un tipo que juega muy bonito, pero todo indica que carece de eso que caracterizó por años y años a los jugadores rioplatenses. Fibra, garra, fuego sagrado… huevo.
La comparación con Maradona es necesaria. Diego era líder, se imponía en la cancha por su personalidad tanto como por su técnica deslumbrante. Y hasta se tiraba al piso para pegar una patada cuando era necesario.
Messi no. Parece vivir entre algodones. Pero no le da para cargarse al hombre una camiseta tan grande y tan pesada como la Argentina. Por eso, si alguien tiene la ilusión de verlo ser el héroe de nuestra selección durante una parada brava en el Mundial de Sudáfrica, de ser el creador mágico de una patriada que nos lleve a la gran final, que mire los dos partidos entre Barcelona e Inter y se empape de la realidad. Barrilete cósmico, qué bajito volás.
El dueño del barrilete.
FuenteMDZ
Todos los derechos reservados Copyright 2007
Terminos y usos del sitio
Directorio Web de Argentina
Secciones
Portada del diario | Ediciones Anteriores | Deportes | Economia | Opinion|Policiales
Contactos
Publicidad en el diario | Redacción | Cartas al director| Staff