El crecimiento económico y los temores ante una vejez en soledad alientan en China la resurrección de la premisa de "más hijos, más felicidad", en un año en que se cumplen tres décadas de la estricta política de planificación familiar.
Por Antoaneta Becker, de IPS.
Los partidarios de esta política, establecida por el sistema comunista de este
país asiático, la elogian por considerarla un experimento único en materia de
ingeniería social. Pero los detractores sostienen que terminará debilitando el
ascenso de China como potencia mundial.
Primero se difundió la noticia
de que, en sus inicios, la política del hijo único estuvo claramente programada
para un periodo de 30 años, principalmente para afrontar las presiones
demográficas creadas por el "baby boom".
Esta expresión en inglés alude
al fenómeno de explosión de la natalidad que se produjo cuando regresaron a sus
hogares quienes habían combatido en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En diciembre, el académico Hu Angang dijo que una carta abierta
redactada por los líderes del Partido Comunista documenta que esa estrategia iba
a durar sólo 30 años, y habla de reemplazarla con normas de planificación
familiar más adecuadas en el periodo posterior.
Luego, uno de los
arquitectos de la política del hijo único, Tian Xueyuan, se manifestó
públicamente contra las reglas de planificación familiar existentes. En un
artículo que publicó en diciembre en El Diario del Pueblo, Tian dijo que era
tiempo de que China pasara a una política de dos hijos por pareja, tanto urbana
como rural.
"China debería mantenerse a tono con los tiempos que corren.
Ahora, cuando consideramos las prioridades para el plan quinquenal (a partir de
2011), es el momento correcto para ajustar la política", dijo.
El hecho
de que uno de los propios creadores de la política del hijo único hiciera
semejantes declaraciones fue interpretado por muchos en Beijing como una señal
de que el histórico debate sobre los draconianos controles demográficos de China
pasó de la academia a los principales círculos del gobierno.
Los
expertos leen aún más señales en la designación del viceprimer ministro Li
Keqiang como encargado de dirigir el sexto censo de población de China, a
realizarse este año.
Li es el funcionario de más alto rango en el
Partido a quien se le encomienda esta ardua tarea, en el país más poblado del
mundo, con unos 1.300 millones de habitantes. El último censo, en 2000, reveló
que grupos como niñas campesinas y migrantes que vivían todas sus vidas fuera de
los registros del gobierno.
"Sin importar qué impacto positivo atribuyan
algunos académicos a la planificación familiar de China, la política del hijo
único es el principal motivo de los problemas demográficos más serios que
enfrentamos ahora: una población que envejece rápidamente y un severo
desequilibrio de género", sostuvo el demógrafo independiente He Yafu.
Los dirigentes chinos señalan que la política en cuestión impidió 400
millones de nacimientos, lo que sus partidarios consideran habría llevado a la
población del país a una cantidad insostenible.
A la vez, la otrora
estricta aplicación de esa política se fue erosionando lentamente, siendo
reemplazada, a menudo de modo tácito, por normas más flexibles.
Grandes
metrópolis chinas como Guangzhou, Shanghai y Beijing permiten ahora que las
parejas compuestas por dos hijos únicos tengan dos hijos.
Este cambio se
produjo casi fuera de la vista pública, alentado por proyecciones alarmistas
sobre la falta de crecimiento demográfico en el futuro en centros urbanos ricos
como Shanghai, donde actualmente la fertilidad es de 0,8, o muy inferior al
promedio nacional, de 1,8.
En 2009, Guangdong, la (meridional) provincia
china más rica, eliminó tranquilamente el requisito de que las "parejas aptas
para tener dos hijos" deberían esperar cuatro años antes de tener el segundo.
Beijing le seguirá este año.
"No puedo esperar a que cambien las
políticas del gobierno", dijo Fan Xirong, directora de un club deportivo en un
hotel capitalino. Fan pagó 44.000 dólares de multas para registrar a su segundo
hijo, una niña, a fin de que pueda recibir educación y atención a la salud.
"Podíamos pagarlo. Nuestro primer hijo es un varón, pero yo estoy
envejeciendo y realmente quería tener una hija", dijo Fan a IPS.
"Realmente no nos preocupa tener dinero cuando seamos ancianos, pero
sería muy especial tener un hijo y una hija con los que contar en nuestra
vejez", explicó.
Los temores públicos de una China envejecida ahora son
ejemplificados en la fórmula "4-2-1", o el espectro de dos padres-hijos únicos
que mantienen a cuatro abuelos y un hijo. Se estima que para 2030 en China habrá
355 millones de personas mayores de 60 años.
"En los últimos 30 años, la
economía de China cosechó los ‘dividendos’ de los controles de población. Pero
si no cambiamos ahora la política del hijo único, el envejecimiento de nuestra
sociedad transformará estos dividendos en una ‘deuda’", dijo en marzo el
demógrafo del gobierno Tian Xueyuan al periódico Southern Weekend.
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