La violencia atribuida al narcotráfico en México no para y los muertos suman más de 22.743 desde 2006 cuando el gobierno declaró una "guerra" antidroga que analistas estiman está lejos de ganar, mientras aumentan el temor a las balaceras en las calles y la polémica por las víctimas inocentes.
Un combate entre policías y narcotraficantes el miércoles en una avenida colmada de hoteles del balneario de Acapulco con saldo de siete muertos, es un ejemplo de la virulencia de la lucha antidroga y la forma como civiles ajenos se ven involucrados.
De las siete víctimas, al menos cinco fueron personas atrapadas en el fuego cruzado: una madre y sus dos hijos, un taxista y un peatón, según el balance final entregado por la fiscalía.
Casos similares de enfrentamientos en las calles, a veces por horas, se han multiplicado los últimos meses, especialmente en ciudades de los estados del norte del país donde los carteles se disputan las rutas hacia Estados Unidos, creando temor en los pobladores.
El presidente Felipe Calderón reconoció el jueves en un discurso ante empresarios turísticos que México paga un alto precio por la violencia del narcotráfico, aunque intentó minimizar las muertes de civiles que, dijo, "son las menos" y las cifró en 5%, generando críticas de la oposición que el sábado anunció que planea llevar el debate al Congreso.
Es "lamentable que el presidente dé esa opinión. Cualquier muerte de un ser humano es reprobable. Desdeñar la vida humana es una vergüenza, porque se han registrado decesos de niños, mujeres y hombres inocentes", dijo Manuel García, congresista del opositor Partido Revolucionario Institucional.
Nada indica que las cifras puedan bajar. Al contrario, casi 3.500 asesinatos relacionados con el narcotráfico en el primer trimestre, según cifras del reporte que el gobierno envió el lunes al Congreso, anticipan que 2010 podría marcar un nuevo récord de este tipo de crímenes, que pasaron de 2.837 en 2007 a 9.635 el año pasado.
Calderón declaró, tras asumir en diciembre de 2009, una estrategia de "guerra" contra los carteles e involucró a los militares con el despliegue de unos 50.000 soldados para apoyar a la Policía.
Esa estrategia permitió capturar o dar muerte a una veintena de capos y la detención de cientos de operadores y mandos medios, aplaudidas por Washington, pero que al mismo tiempo exacerbaron la violencia.
"Hay golpes contra los carteles como detenciones y la caída de algunos jefes, es cierto, pero también es cierto que la violencia no se ha detenido e incluso tiende a aumentar, pese a la militarización del conflicto, y ese es un indicador de que estamos lejos de una solución", dijo a la AFP, Raúl Benítez, investigador universitario en seguridad nacional y relaciones con Estados Unidos.
Este profesor de la Universidad Autónoma Nacional de México, autor de ensayos sobre el desafío del narcotráfico en su país y Centroamérica, piensa que no es posible plantearse negociar con los narcos o legalizar las drogas, pero sí sacar a los militares del conflicto.
"Negociar con los carteles es incorrecto, también es difícil legalizar las drogas, pero la estrategia del gobierno no está teniendo el apoyo que quería", opina Benítez.
"Hay amplios segmentos de la población que señalan que es fallido militarizar el país, que esa militarización lleva a más violencia y acciones en las que se ve involucrada la población civil", explica el investigador mexicano.
Esa opinión la comparten otros analistas. La "solución no es poner los militares en las calles, ellos saben hacer la guerra pero no combatir al narcotráfico porque esa no es su misión ni su oficio", dice un experto europeo en temas de seguridad, quien pidió el anonimato por razones de seguridad.
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