El cuerpo del presidente polaco Lech Kaczynski, que murió el sábado junto a otros altos mandos del país en un accidente de avión en Rusia, fue repatriado el domingo a Varsovia, donde sus compatriotas, de todas las tendencias políticas, se unieron para rendirle homenaje.
Los restos mortales de Kaczynski llegaron a la capital polaca poco después de las 15H00 (13H00 GMT) a bordo de un avión militar que partió de Smolensk (oeste de Rusia) después de que el primer ministro ruso, Vladimir Putin, le rindiese un último homenaje.
En Varsovia, fue recibido por su familia y toda la clase política polaca durante una ceremonia oficial.
Sólo la madre del difunto, hospitalizada en muy grave estado de salud, no fue informada del trágico suceso por decisión de su otro hijo, el ex primer ministro polaco Jaroslaw Kaczynski, informó a la AFP el portavoz del hospital militar de Varsovia, coronel Piotr Dabrowiecki.
La hija del presidente, Marta, fue la primera en arrodillarse ante el féretro cubierto con la bandera polaca blanca y roja.
Después fue su hermano gemelo, Jaroslaw, quien le rindió homenaje. Permaneció un largo rato arrodillado ante el ataúd antes de apoyar en él su mano brevemente y persignarse, con el rostro impasible.
©AFP / Andrey Smirnov
Altos responsables, entre ellos el presidente de la cámara baja del Parlamento, Bronislaw Komorowski -jefe de Estado interino-, se recogieron también uno a uno ante el féretro, que después fue trasladado abandonó el aeropuerto al son de la Marcha Fúnebre de Frederic Chopin.
Recorrió las calles de la capital hasta el palacio presidencial, en el centro histórico de Varsovia. Miles de polacos se agolpaban desde las primeras horas de la tarde a lo largo del recorrido previsto para darle el último adiós.
Desde las 18H00 (16H00 GMT), toda Polonia observa un duelo nacional tras una noche de homenajes improvisados y de oraciones por las víctimas de la catástrofe, ocurrida cerca de Smolensk, en la que murieron un total de 96 personas, entre ellas numerosos altos responsables políticos y militares polacos.
Por ironía del destino, la delegación polaca acudía a las ceremonias del 70 aniversario de la matanza de miles de oficiales polacos que fueron ejecutados por orden de Josef Staline en Katyn, cerca de Smolensk.
Las misas dominicales, muy concurridas en este país con un 90% de católicos, estuvieron dedicadas a las víctimas.
"Rezamos por nuestra patria. Confiamos en que el sacrificio de nuestros hermanos y hermanas dé buenos frutos, aporte paz y reconciliación a todos los polacos", declaró el cardenal Stanislaw Dziwisz, durante una misa oficiada el sábado por la noche en la catedral de Wawel, en Cracovia (sur).
A mediodía, se observaron dos minutos de silencio en todo el país.
Los centros comerciales, lugar de reunión de muchas familias polacas los domingos, permanecieron cerrados. En los edificios públicos y en las ventanas de apartamentos ondeaban banderas a media asta.
Los cuerpos de las restantes víctimas, entre ellas muchos políticos de diferentes ideologías, fueron transportados a Moscú. El cuerpo de la esposa de Lech Kaczynski, Maria, no había sido identificado por el momento, según la presidencia polaca.
Los expertos rusos y polacos empezaron el domingo a estudiar juntos las cajas negras del avión presidencial, informaron el domingo las agencias rusas citando al ministerio de Transporte.
Las autoridades rusas atribuyeron la responsabilidad del accidente a los pilotos del avión polaco. El subcomandante del Estado Mayor de la fuerza aérea rusa, Alexandre Aliochin, afirmó que éstos incumplieron las instrucciones de los controladores aéreos rusos a pesar de una espesa niebla en Smolensk.
Los homenajes seguían llegando el domingo de todo el mundo. El papa Benedicto XVI volvió a expresar sus "profundas condolencias".
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