En la última jornada de la semana la mayoría de los testimonios se centraron en el Caso Ramos. Sus compañeros los retrataron como un excelente profesional. Además se dio un panorama de cómo se trabaja en Canal 10 desde fines de 1975. Dónde constantemente los periodistas sufrían hostigaciones y se conculcaron las libertades de expresión.
El juicio continúa el miércoles.
En la última jornada de la semana del juicio contra los represores Cattaneo, Menéndez, Albornoz y los hermanos De Cándido, donde se trata de determinar la desaparición de 22 personas que estuvieron detenidos en la ex Jefatura de Policías, los testimonios de los testigos se centraron en el caso Ramos, el periodista de Canal 10 desaparecido en 1976.
De esta manera declararon varios de sus compañeros de trabajo. El primero en hacerlo fue el destacado pintor Ramos Gucemas, quien en aquél entonces trabajaba en el área de diseño. “Conocí a Eduardo en Canal 10. Hacía una labor impresionante, con libertad y simpatía”, comentó. Y agregó que se hicieron muy amigos porque compartían gustos literarios. Y los describió como una persona que “tenía indiferencia a la militancia política con una marcada posición progresista”.
Como el resto de los testigos confirmó que un tal Barrionuevo, alias “Cabo Sabino” los presionaba constantemente. “Era un enfermo mental”, dijo.
Posteriormente declaró el periodista Isauro Martínez, también compañero de Ramos en aquél entonces. Explicó cómo se manejaban en el canal y las presiones a las que eran sometidos los periodistas. También se refirió a Barrionuevo, quien tenía grado militar, ingresó a fines de 1975 y “hostigaba permanentemente a los periodistas, día y noche”, indicó.
También sostuvo que conocía el hecho de que Alicia Cerroto, la esposa de Ramos, estaba embarazada cuando la secuestraron.
Respecto a la libertad de expresión explicó que desde 1973 la sociedad la consiguió a través de innumerables luchas. Sin embargo, en 1976, cuando se produjo el golpe se conculcaron todas las libertades y los medios reflejaban solamente los que los militares querían.
En este sentido ejemplificó cómo se desarrollaban las conferencias de prensa donde se “iba a escuchar y no preguntar. Incluso al llegar al canal nos daban el comunicado de qué publicar, ni siquiera podíamos cambiarle una coma”.
Al ser preguntado sobre la existencia del Centro Clandestino La Jefatura, afirmó que de tal cuestión se enteró años después, cuando se difundió el testimonio de sobrevivientes. En cuanto a la desaparición de Eduardo Ramos, aseguró que se enteró casi un año más tarde y que luego de confirmar el hecho con fuentes gremiales incorporó el nombre de Eduardo en las listas de periodistas desaparecidos que se publicaban en las distintas organizaciones internacionales de defensa de los Derechos Humanos.
Finalmente sostuvo que Mary Sánchez, Aída Villegas, Eduardo Ramos, Alicia Cerroto y la familia Rondoletto, hoy desaparecidos, “se conocían socialmente”, aclaró.
“Fuimos alrededor de 40 los cesanteados en Canal 10”
Dijo en su declaración Cristina Barrionuevo, compañera de Ramos en aquél entonces.
La entonces militante de la agrupación Evita, relató que, posterior a 1975, Barrionuevo los presionaba constantemente al igual que el Teniente Clic. “La concepción que manejaban era que el periodismo debía brindar la información que los militares imponían”.
Además narró que el haber quedado cesantes significaba no poder trabajar en ningúna otra repartición del Estado, por ende, tampoco en la privada, ya que “por temor no nos tomarían”. También aseveró que Apunt, gremio de los no docentes, fue intervenido, por lo tanto no tenía a quién quejarse respecto a su situación.
La ronda de testigos continúa el miércoles con seis declaraciones previstas
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