Hay muchos silencios en la Argentina, demasiados. Uno de ellos es el de los radicales cuando se habla de la apropiación de Papel Prensa en 1977. Más vergonzoso es el silencio que guardan frente a la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo por recuperar a los niños secuestrados durante la dictadura. Dos de ellos posiblemente en manos de la dueña de Clarin y Papel Prensa, Ernestina Herrera.
Por Héctor Timerman.
Aquellos jóvenes alfonsinistas que en 1983 gritaban “somos la vida” hoy
son la afonía. ¿Tanto vale una nota favorable en TN, Radio Mitre o
Clarín?
En cambio la barbarie peronista -como le corresponde a
su historia no siempre ni feliz ni pacífica- ha decidido clavar el
cuchillo y reventó lo peor de la dictadura. Ya se huele esa fetidez que
emana del tumor que aun cargamos en nuestras entrañas surgido de la
sangre, tortura, muerte, que como toda protuberancia política va
apagando con el dinero y el poder de ciertos medios las partes sanas
del cuerpo social
Curioso país donde hemos juzgado todo salvo a los
civiles cuyo poder se construyó desde el horror. Me refiero al robo de
Papel Prensa y al origen de los hijos de alguien que seguro no es
Ernestina Herrera de Noble.
Nos apesadumbran los periodistas.
Ese gremio que supo ser el contralor del poder y que hoy sus principales
referentes se arrastran fregando con sus palabras el poder intacto de
aquellos que le prestaron elegancia y glamour a la picana eléctrica y
los vuelos de la muerte.
¿Recordaran los dos Ricardos (Kirscbaum y
Roa) a los periodistas de Clarin asesinados por quienes entregaron Papel
Prensa a sus patrones?
Se los recuerdo, Pedro Barraza, Conrado
Ceretti, Daniel Daroqui, Luis Guagnini, Jorge Hariague, Enrique Raab,
Edgardo Sajón y Paco Urondo.
Realmente apenan los periodistas.
Debería ser obligatorio en las escuelas de periodismo que los aspirantes
leyeran el siguiente texto que Joaquín Morales Solá escribió a fines
del 2002:
"Una noche fría de ese tiempo ingrato, la directora de
Clarín, Ernestina Herrera de Noble, nos sorprendió con el relato de la
adopción de sus hijos. Había también lágrimas, muchas lágrimas, en sus
ojos, pero correspondían a las emociones que despierta la alegría"
"Más
de 25 años después, la señora de Noble sigue llorando por esos hijos.
Su detención dispara una primera injusticia: una madre no debería ser
detenida sólo por serlo. Sea cual fuere el antecedente biológico de sus
hijos, lo cierto es que los crió con la devoción y el cariño de una
madre"
Para Morales Solá si sus patrones se encariñan con el
botín tienen impunidad para robar… Al Capone estaría de acuerdo.
A
los aspirantes a escribas que puedan emular un texto similar se les
debería prohibir el periodismo. Ese texto es el resultado del periodismo
que surge con el robo de Papel Prensa. Ese es el periodismo que triunfa
cuando los dueños de los medios aceptan comprar bienes de un detenido
desaparecido que tiene una picana eléctrica en sus genitales.
Morales
Solá no es el único, tampoco el peor, apenas el más conocido.
Frente
a los aullidos que pegan desde Clarin los dos Ricardos (Kirschbaum y
Roa) mientras empujan a la redacción a firmar notas que ni escribieron
ni leyeron, sus colegas de La Nación guardan ese silencio tan
aristocrático como indigno frente a cada escandalo que los involucra.
Papel
Prensa es tan de Clarin como de La Nación, aunque juzgando la
inteligencia de los socios es facil pensar que Magnetto era más creativo
que Bartolomé Mitre a la hora de pensar patrañas.
Desde hace un
tiempo el abogado Adrián Ventura intenta desde su columna periodística
en La Nación explicar lo ilegal de la actual democracia. Tal vez a
Adrián le interese dejar de lado por un día sus denuncias sobre la falta
de legalidad del gobierno y preguntarle a sus patrones por Rafael
Ianover, Pedro Martinez Segovia Y Manuel Campos Carlés.
De los tres,
Ianover cometió un error imperdonable en la época en que se apropiaron
de Papel Prensa. Ianover nació judío y por eso pasó 16 meses preso sin
proceso.
Rafael Ianover era director de Papel Prensa y un
excelente contador público. En cambio Pedro Martinez Segovia que era el
Presidente de Papel Prensa jamás fue molestado. Había una razón,
Martinez Segovia, que trabajaba de presta prestigio era el primo y socio
de José Alfredo Martinez de Hoz.
Mientras Rafael Ianover
pasaba de cárceles clandestinas a cárceles ordinarias su esposa recibió
la visita de Manuel Campos Carlés, abogado del diario La Nación y la
familia Mitre para convencerla que acepte dinero a cambio de unas
acciones de David Graiver que Ianover tenía en custodia. La esposa de
Ianover, Hilda, se negó aduciendo lo obvio, que las acciones no les
pertenecían.
Me imagino la sorpresa del descendiente del creador
de la antisemita Liga Patriótica recibiendo una lección de moral de una
judía, esposa de un preso político. Puedo imaginarme a Campos Carlés
frente a la valiente Hilda Ianover recordando las palabras de su
pariente pronunciadas, casualmente en el centenario de la Patria:
“Si
hay extranjeros que abusando de la condescendencia social ultrajan el
hogar de la patria, hay caballeros patriotas capaces de presentar su
vida en holocausto contra la barbarie para salvar la civilización”
Ahora
en el Bicentenario me pregunto ¿quién ultrajó la patria y quién fue
capaz de presentar su vida en contra la barbarie?
Tal vez Adrián
Ventura podría preguntarle a Bartolomé Mitre el sentido de presionar a
la esposa de un rehen de la dictadura para obtener un bien financiero.
En
la redacción de Clarín tiene cierto prestigio quien se dedica a la
investigación de la corrupción. Son tapas vendedoras…
Daniel Santoro
es el referente de ese estilo de periodismo en Clarín.
¿Por qué no
investiga Papel Prensa?
Santoro firmó el sábado pasado, junto a
sus compañeros, una nota diciendo que Lidia Graiver participó de una
asamblea de accionistas en Abril de 1977. Se sabe que fue forzada a ir
mientras su familia permanecía en una carcel clandestina. ¿Porqué
Santoro tan ducho en investigar al poder no marca el interno de Héctor
Magnetto y le pregunta?
Hace unos años Daniel Santoro ganó el
prestigioso premio María Moors Cabot por su trabajo de investigación
periodística. Acudí a la ceremonia realizada en la Universidad de
Columbia en Nueva York. Esperé que en su discurso haga algo más que
agradecerle a sus jefes. Esperé, en vano, que se avergüence recordando
lo que su patrona dijo en 1981 cuando mi padre ganó el mismo premio:
““Tengo el deber moral de expresarle mi disidencia con la decisión de
esa universidad de entregar este año el premio Moors Cabot al Sr. Jacobo
Timerman Considero que tal distinción puede interpretarse como un aval a
la intolerancia ideológica que ha hecho mucho daño a la marcha del
proceso democrático en mi país”.
¿Se referirá a esa defensa de
“la marcha del proceso democrático en mi país" cuando Morales Solá dice
que la señora Ernestina Herrera de Noble “crió a esos chicos con la
devoción y el cariño de una madre…” ¿Morales Solá pensará en Gertrudis,
la madre de Hamlet, cuando describe una buena mami?.
Héctor Timerman, publicado en la Agencia Télam
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