El 2 de abril de 1982, la Argentina tomó posesión de las Islas Malvinas, territorio usurpado por los ingleses en 1833. La ocupación dio comienzo a una guerra que concluiría dos meses más tarde -el 14 de junio de 1982- con más de 650 muertos del lado argentino y más de 250 muertos, de las fuerzas armadas inglesas. La guerra fue el manotazo de ahogado que la dictadura agonizante intentó dar a fin de perpetuarse en el poder. Reproducimos a continuación dos despachos de Rodolfo Terragno, quien se encontraba en Londres al desatarse el conflicto y se convirtió en corresponsal del conflicto para el Diario de Caracas. En el primer despacho, “La ‘humillación’ sume a Thatcher en una crisis”, con fecha 2 de abril, Terragno detalla cómo se vivió la ocupación de Malvinas en Gran Bretaña y presenta las características generales de las Islas Malvinas. En el segundo, “Londres sabe desde 1910 que no tiene derecho sobre las Malvinas”, señala que desde 1910 distintos funcionarios de la cancillería británica pusieron en duda el derecho del Reino Unido sobre el archipiélago.
Fuente: Despachos de Rodolfo Terragno al Diario de Caracas, abril de 1982 a junio de 1983, en Terragno, Rodolfo, Falklands, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2002. |
Despacho de Rodolfo Terragno desde Londres al Diario de Caracas - 2 de abril de 1982 |
Renunciarían el Canciller y el titular de Defensa |
La “humillación” sume a Thatcher en una crisis |
“Tenemos muchos amigos nuevos”, comunicó crípticamente un residente de Puerto Stanley. Ésa fue la primera confirmación de fuente no argentina que llegó a Londres: las islas Malvinas (Falkland, para los británicos) habían sido ocupadas militarmente por la Argentina. Hoy, el gabinete británico se reunió tres veces; y mañana el Parlamento celebrará su primera sesión sabatina desde la Crisis de Suez, en 1957. La oposición sostiene que Gran Bretaña ha sido humillada. El Secretario de Defensa anunció que se prepara una “sustancial fuerza naval” que intentaría recuperar las islas, pero existen problemas logísticos. Reagan no pudo convencer a Galtieri en casi una hora de conversación telefónica. Gran Bretaña está en minoría en la ONU. El Parlamento británico celebrará mañana su primera sesión sabatina en 25 años. La primera ministro Margaret Thatcher, que ha hecho de la defensa nacional un leitmotiv de su gobierno, deberá enfrentar a una oposición enardecida, según la cual Gran Bretaña ha sido “humillada” por lo que John Silkin –vocero del laborismo en asuntos de defensa- llamó “una junta fascista de pacotilla”. Hasta las 18.15 de hoy, el gobierno inglés se negó a aceptar que la Argentina había ocupado las islas Malvinas. El gabinete se reunió tres veces en el día, y el Parlamento –que tradicionalmente clausura a las 15 sus deliberaciones de los viernes- se mantuvo en estado de sesión permanente. La primera confirmación del desembarco argentino en Puerto Stanley la obtuvo una operadora de télex, que logró comunicarse con las islas. El diálogo escrito fue el siguiente:
-Hola, ¿qué son todos esos rumores que hemos escuchado aquí en Londres? En este punto la comunicación se cortó, pero minutos más tarde las radios londinenses lanzaban al aire la confirmación de la noticia que, en Buenos Aires, se celebraba desde muy temprano. A primera hora de la tarde, el vespertino londinense The Standard clamaba en letras tipo catástrofe: “ARGENTINA INVADE”. La población recibió atónita las noticias sobre el inesperado desafío argentino. El Diario de Caracas ensayó una rápida encuesta callejera, y encontró un resumen del sentimiento general de las palabras de un empleado que, en la estación ferroviaria de Charing Cross, respondió: “No valdría la pena pelear por esas islas. Están muy lejos y no valen gran cosa. El problema es que esto afecta a la imagen de Gran Bretaña”. Un comentarista de la BBC aventuró que “una batalla naval es inevitable”. El secretario de Defensa, John Nott, se limitó a anunciar que Gran Bretaña ha puesto “a la Armada Real en estado de alerta y está preparando una sustancial fuerza de operaciones”. Nott dijo que esa fuerza será “suficientemente grande y poderosa como para enfrentar cualquier problema que encuentre en el Atlántico Sur”, aunque expresó su confianza en las “soluciones diplomáticas”. En realidad, la batalla diplomática está perdida para Gran Bretaña. Hoy, el delegado británico falló en su intento de lograr que el consejo de seguridad de Naciones Unidas condenara lo que llamó “invasión argentina” de las islas. En el Foreign Office se reconoce privadamente que Inglaterra está en minoría dentro de la ONU, dado que los países del tercer mundo no están dispuestos a defender las pretensiones que Gran Bretaña aún mantiene en ultramar. El jueves por la noche, desde Washington, el presidente norteamericano Ronald Reagan llamó por teléfono a su colega Leopoldo Fortunato Galtieri, de la Argentina, para instarlo a suspender cualquier intento de ocupar las islas. Para entonces, Gran Bretaña ya sospechaba que el operativo argentino estaba en marcha e –impotente para prevenir el desembarco en una posesión situada a 500 kilómetros de la Argentina y a 13.000 de la propia Gran Bretaña- había llamado desesperadamente a la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. La gestión telefónica de Reagan, que habría sido solicitada por Thatcher, fracasó por completo, aun cuando la conversación de presidente a presidente se extendió durante casi una hora. Sin embargo, el canciller británico, Lord Carrington, señaló esta noche que Gran Bretaña no considera agotada la vía diplomática. Su antecesor, David Owen, declaró que no quedan otras vías abiertas: Owen sostuvo que, una vez capturadas las islas por los argentinos, es “extremadamente difícil” para Gran Bretaña recobrarlas. En todo caso, la fuerza naval inglesa se tardaría dos semanas en llegar al archipiélago, en el extremo austral del hemisferio occidental. El gobierno de Thatcher rompió hoy las relaciones diplomáticas con el de la Argentina. Preguntas y respuestas
¿Dónde están ubicadas las Malvinas?
¿A qué distancia están del territorio continental argentino?
¿Y del Reino Unido?
¿Cuántas son?
¿Cuál es la superficie total del archipiélago?
¿Cuáles son las islas más grandes?
¿Dónde está la capital?
¿Estuvo siempre en el mismo lugar?
¿Cómo se llama?
¿Cómo es el clima?
¿Cuántos habitantes hay?
¿De qué viven?
¿Son todos trabajadores independientes?
¿Quién descubrió las islas?
¿Por qué los ingleses las llaman Falklands?
¿Por qué los argentinos las llaman Malvinas?
¿Las islas fueron francesas alguna vez?
¿Cuándo llegaron los ingleses?
¿Hubo un asentamiento inglés en la isla occidental?
¿España no reclamaba derechos sobre las islas?
¿Dependían de Buenos Aires?
¿Por qué se fueron los franceses?
¿Quién fue el primer gobernador español?
¿Los ingleses lo aceptaron?
¿No pueden alegar ellos que la expulsión fue un acto contra derecho?
¿Cuándo se independizó la Argentina de España?
¿Declaró, en ese momento, que se consideraba heredera de las Malvinas?
¿Cuándo reconoció el Reino Unido la independencia argentina?
Al momento de reconocer la independencia argentina, ¿no hizo el Reino Unido reserva de sus derechos?
¿Cuándo pasaron las islas, de hecho, a ser inglesas?
¿Cuántos gobernadores argentinos hubo antes de 1833?
¿Cuál es el estatus actual?
¿Los nacidos en ellas tenían ciudadanía británica?
¿La Argentina nunca cesó su reclamo?
¿Fue llevado el caso a las Naciones Unidas?
¿Nunca hubo progresos? |
Despacho de Rodolfo Terragno desde Londres al Diario de Caracas - junio de 1983 |
Probado por documentos del Foreign Office |
Londres sabe desde 1910 que no tiene derecho sobre las Malvinas |
En 1910 y en 1936, funcionarios y abogados el Foreign Office emitieron dictámenes que ponían en duda los títulos británicos para retener las Malvinas. “No es fácil explicar nuestra posición sin quedar como bandidos internacionales”, decía un memorando de 1936. Gran Bretaña nunca aceptó un arbitraje porque su posición tenía “ciertas debilidades”, y las islas debían ser conservadas “por razones estratégicas”. A poco de planteada la crisis de las Malvinas, el gobierno británico removió todos los documentos sobre las Falklands que se hallaban en el Public Record Office: un archivo de papeles oficiales accesibles al público. El Sunday Times reveló el 20 de junio de 1982 que, entre los documentos trasladados al Foreign Office, figuran varios en que los funcionarios de la propia cancillería británica pusieron en duda el derecho del Reino Unido sobre el archipiélago. Ésta es una lista de los papeles que prueban las “dudas secretas” de la diplomacia inglesa acerca de ese derecho, invocado por el gobierno de Margaret Thatcher para librar la guerra del Atlántico Sur: Memorando De Bernhardt (1910). A pedido del jefe del Departamento Americano del Foreign Office, Sidney Spicer, el investigador Gastón De Bernhardt preparó un memorando que condensaba la historia de las islas y los argumentos jurídicos de Gran Bretaña y la Argentina. Ese memorando sirvió como guía interna del Foreign Office hasta 1938. De Bernhardt dejó sentado lo siguiente:
Carta de Spicer (1910). En carta al propio De Bernhardt, Spicer confesó: “Es difícil evitar la conclusión de que la actitud del gobierno argentino no es enteramente injustificada, y que nuestra acción ha sido algo despótica”. Memorando Fitzmaurice (1936). En febrero de 1936, el asesor legal George Fitzmaurice desaconsejó que Gran Bretaña sometiera la cuestión de las Malvinas a un arbitraje internacional: “Nuestra posición tiene ciertas debilidades. Pero nosotros hemos ocupado las islas durante más de un siglo (aunque sea ilegalmente, como dice la Argentina) y por razones estratégicas no podemos renunciar a ellas. De manera que lo más indicado es adoptar una línea dura”. Memorando Troutbeck (1936). Ese mismo año, el jefe del departamento americano del Foreign Office, John Troutbeck, dejó sentada por escrito su opinión: “La dificultad [para sostener] nuestra posición es que la captura de las islas Falkland en 1833 fue un procedimiento arbitrario, si se lo juzga con los criterios de hoy en día. No es, por lo tanto, fácil explicar nuestra posición sin quedar como bandidos internacionales”. Propuesta de devolver las islas a la Argentina (1940). Este documento figura en el índice del Public Record Office pero permanecerá secreto hasta el año 2015. El título, sin embargo, es suficientemente explícito: “Oferta hecha por el gobierno de Su Majestad para reunificar las islas Falkland con la Argentina y aceptarlas en arriendo”. Memorando del Departamento de Investigaciones (1946). Este documento describe la ocupación británica de las islas, en 1833, como “un acto de injustificable agresión”. Al margen de estos antecedentes, están los actos públicos, reveladores de que Gran Bretaña había abandonado toda pretensión de soberanía sobre las Malvinas. Constituida la Organización de las Naciones Unidas, registró el archipiélago como “territorio sin gobierno propio, bajo administración británica”: un modo elíptico de aludir a una colonia. El Comité Especial de Descolonización (ONU) declaró que las Malvinas estaban sujetas al proceso descolonizador, urgido en 1960 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En 1965, Gran Bretaña y la Argentina comenzaron a negociar el futuro de las islas en el marco de la ONU: Londres reconoció, de hecho, el status colonial de las Malvinas, su único argumento para demorar la reintegración del archipiélago a la Argentina era la voluntad de los isleños. La Corona ya no invocaba títulos sobre las islas. El derecho a la autodeterminación, planteado por Gran Bretaña a favor de los isleños, sólo surge en el caso de una población que reclama su independencia: algo que nunca hicieron ni podrían hacer los 1800 habitantes de la colonia británica. Ése era el último argumento del gobierno británico, que desde 1910 venia retrocediendo en sus posiciones –inauguradas en 1833 por Lord Palmerston con una firme defensa del derecho de soberanía de la Corona- hasta llegar al punto en que se hallaba el conflicto cuando, el 2 de abril, la Argentina ocupó las islas. Fue entonces cuando Margaret Thatcher revivió la idea según la cual “the Falklands are British”: algo que, como lo revelan los documentos internos, nunca fue creído ni por el Foreign Office. |
Fuente: www.elhistoriador.com.ar |
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