19/03/2010 - En General

Un maestro del corazón

“En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad”. René Favaloro se definió así como un gran humanista y un ejemplo para las nuevas generaciones. Escribe Catalina Rocchia Ferro.

Nos encontramos aquí, ante un punto y aparte en el expediente de nuestra historia Argentina: Rene Favaloro, gran orgullo y eminencia nacional

Establecido esto, cabe destacar que estamos a meses del décimo aniversario de la muerte de este gran visionario y sostenemos que corresponde recordarlo con todos los honores.

Reconocido en el mundo entero por sus investigaciones que llevaron a excepcionales avances científicos, se convirtió en icono de la cirugía cardiovascular y del tan ponderado “By pass”, que dio la vuelta el cosmos, revolucionando la medicina moderna.

Por otro lado, sus capacidades humanas traspasaron las fronteras “hipocráticas”, ya que con su visceral perseverancia instituyó valores que contribuyeron a marcar el compás identitario de nuestra patria grande.

Adentrándonos en su persona, no podemos dejar de mencionar sus esfuerzos por hacer del acceso a la medicina, un derecho innato y no una cuestión adquirida por la posición social. Luchó, puño a puño, contra la burocracia, ese engranaje erosivo para los desposeídos, y se convirtió así en símbolo del verdadero “medico rural”.

Su autodisciplina y empeño fue la mejor herencia que nos dejo este “humilde” hombre, que prefirió morir por sus convicciones y no matar por ellas.

Su ética intachable lo llevó a entender que el saber es una condición elemental del ser humano, por lo que ejerció la docencia, como un verdadero maestro, inculcando a sus alumnos que la igualdad y la justicia social van de la mano, y que esto no puede nunca ser obviado, ya que las mismas son las bases para cualquier sistema que busca la excelencia y la equidad, sinónimos de democracia.

Concluyendo, Rene Favaloro fue un gran visionario y un pionero en la “cuestión social” latinoamericana y, más aun, argentina porque entendió y promovió que solo tomados de la mano, los pueblos pueden caminar erguidos, convirtiéndose así en escritores de su propio destino.

Catalina Rocchia Ferro