El realizador cinematográfico Raúl de la Torre falleció ayer a la madrugada, a los 72 años, como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio, informaron sus asistentes.
Según su asistente personal, Mabel, De la Torre, nacido el 19 de febrero de 1938, se descompuso el jueves, sufrió falta de aire y fue acompañado por su hijo, que es médico, a lo largo de la noche, hasta que falleció.
Empresario y hombre vinculado a la publicidad, en 1970 debutó en el largometraje con "Juan Lamaglia y Sra.", un elogiado punto de partida de una carrera intensa e irregular que incluyó éxitos como "Crónica de una señora" (1971) y "El infierno tan temido" (1980) y fracasos rotundos como "Color escondido" (1988) y "Peperina" (1995).
Su primera película, no casualmente rodada en Zárate, tenía óptimas actuaciones de Pepe Soriano, la bellísima Julia Von Grolman y la muy flaca Nacha Guevara, y obtuvo el Cóndor especial como ópera prima, un premio en Cartagena y reconocimientos de la Asociación de Cronistas de la Argentina al reparto y al guión.
La verdadera popularidad sólo le llegó con "Crónica de una señora", en la que con libro de María Luis Bemberg retrató a la alta burguesía bonaerense con el concurso de Graciela Borges -entonces su pareja-, Lautaro Murúa y Federico Luppi en los principales papeles.
Borges volvió a aparecer en "Heroína" (1972), "La revolución" (1973), "Sola" (1976), "El infierno más temido" (1980), "Pubis angelical" (1982), "Pobre mariposa" (1986) y "Funes, un gran amor" (1993), donde compartió cartel con Andrea del Boca, nueva relación de su antiguo amor.
Un duro golpe fueron las críticas recibidas a su último título, "Peperina", una especie de filodocumental en el que Del Boca interpretaba a una fanática de Serú Girán en la que se inspiró Charly García para un tema. Todo con montajes sobre el recital del grupo en el estadio de River en 1992.
Según Graciela Borges en declaraciones a un canal de noticias, De la Torre no había dado por cerrada su trayectoria por la pantalla y estaba pergeñando un nuevo proyecto, quince años después de su último trabajo.
Visto como un sucedáneo de colegas pertenecientes a la Generación del 60, De la Torre no fue ajeno a las vicisitudes del cine argentino en décadas pasadas: "La mayor dificultad que encuentra actualmente un director cinematográfico en la Argentina es la de los límites expresivos", dijo a la prensa de Washington cuando viajó en 1975 a presentar "Crónica...".
Y defendió su tarea en el sentido que no se consideraba simplemente un director, "sino que siempre me he sentido como autor de todas mis películas, y es por eso que sólo quiero filmar lo que realmente me interesa".
Esa independencia, que le permitió incursionar en historias disímiles y hasta contratar figuras del exterior -la mexicana Silvia Pinal, actriz de Luis Buñuel, en "Pubis angelical", el italiano Gian Maria VolontŠ, puntal del cine militante peninsular para "Funes..."- hizo de él un francotirador dentro de nuestro cine.
Ya en democracia, las películas del cineasta fallecido fueron objeto de un ciclo de homenaje en la TV española, donde a razón de un título por día se vieron desde "Crónica..." hasta "Pubis...", en un momento en que la pantalla chica hispana no dedicaba ciclos a otros cines en castellano.
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