La Armada chilena decretó ayer una "zona de exclusión marítima" en la bahía de Talcahuano, 500 kilómetros al sur de Santiago, tras confirmar la presencia de "elementos peligrosos", perdidos por la base naval del lugar durante el maremoto del 27 de febrero pasado.
El comandante en jefe de la segunda zona naval, almirante Roberto Macchiavello, decretó a partir de ayer la "zona de exclusión" para evitar riesgos a los pescadores y a quienes navegan en la región.
El jefe naval pidió a la población que se
abstenga de
manipular los objetos, entre ellos bengalas de hasta 40
centímetros, que se puedan encontrar en el borde costero, al que
llegaron arrojados por el mar.
El almirante Macchiavello explicó que el incidente se produjo
en "un sector que está bastante expuesto en la costa, que
recibió directamente la ola (del tsunami) y arrastró un material
principalmente que estaba en desuso, en proceso de eliminación,
pero que estaba al alcance de la marejada".
El material peligroso
"quedó naturalmente en los sectores
cercanos a nuestra base, pero con los días transcurridos, estos
elementos pueden aparecer en diferentes partes de la bahía",
advirtió el jefe naval.
La zona de exclusión se amplió desde la
base naval de
Talcahuano y el astilllero de la Armada hasta el edificio de la
Gobernación Marítima, a Punta Arcos, Punta Frontón y el Faro
Belén.
La prohibición se mantendrá por tiempo indefinido,
ratificó
Macchiavello a radio Bío Bío, y añadió que ya fueron informados
los sectores pesqueros y navieros.
En cuanto al material perdido, el uniformado precisó que se
trata de "120 rockets luminantes, 478 bengalas de mano, que son
similares a las señales pirotécnicas que algunas veces han visto
en la bahía y que los pesqueros usan para celebrar el Año
Nuevo".
"Si son usadas por personas que no saben hacerlo pueden
producir quemaduras serias e incluso puede llegar a producir
daño mayor", advirtió.
La autoridad informó que la Marina está
haciendo un esfuerzo
importante "con patrullas en las calles y con buzos tratando de
rescatar este material".
Sobre los rockets luminantes, el capitán
de la Armada Jorge
Bastías, explicó a ANSA que se trata de "bengalas de 40
centímetros de largo, unos dos centímetros de diámetro, que
cuando se gira sale una bengala y cae lentamente producto de un
paracaídas".
En cuanto a la posibilidad de que se trate de material
explosivo, el analista internacional Mladen Yopo, dijo a la
misma radio que "la Armada y todas las Fuerzas Armadas tienen
claramente un registro de todo su armamento y explosivos, por lo
que hay que investigar a quién corresponde el hallazgo que se
acaba de informar".
La base naval de Talcahuano y el astillero de la Armada
(ASMAR) resultaron con graves daños por el terremoto y tsunami
el 27 de febrero, que fueron estimados en 1.000 millones de
dólares por el comandante en jefe de la institución, almirante
Edmundo González.
El almirante González estimó, sin embargo, que
esta cifra
disminuirá porque hay muchos seguros involucrados y aclaró que
ningún buque de la Armada resultó dañado.
Tras el mega sismo, la planta de astilleros ASMAR quedó casi
irreconocible, sus talleres derrumbados, los diques flotantes
arrastrados a la dársena y los buques que estaban en reparación,
desplazados a tierra, describió la Armada una semana después del
terremoto y tsunami.
El bulbo de proa de un buque mercante quedó sobre el taller, una lancha misilera resultó con daños menores, y algunas unidades se hundieron, agregó la descripción de la propia Armada.
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