Sebastián Piñera juró como nuevo presidente de Chile este jueves en reemplazo de Michelle Bachelet, en una tensa ceremonia en la sede del Congreso precedida por tres sismos en los minutos previos y una alerta de tsunami que comprendía la sede parlamentaria.
Frente a decenas de personalidades extranjeras, invitados y parlamentarios -varios de ellos visiblemente asustados por los sismos- Piñera, de 60 años, juró ante el nuevo presidente del Congreso, el opositor Jorge Pizarro.
"Sí juro", dijo Piñera respondiendo a la fórmula en que Pizarro le pidió respetar la Constitución.
Tras la ceremonia, el mandatario hizo el paseo tradicional de los mandatarios a bordo de un Ford Galaxie descubierto, de color negro, donde saludó a las personas apostadas a lo largo de la vía, en una situación un tanto extraña porque muchas personas en el mismo momento usaban la misma avenida para evacuar hacia las zonas altas de esta ciudad ubicada 120 km al oeste de Santiago.
La última media hora antes de la posesión de Piñera fue de zozobra para quienes esperaban en el Congreso la llegada de la mandataria saliente y del entrante, pues la sede fue sacudida por un sismo de 7,2 de magnitud de momento, según el instituto sismológico de Estados Unidos, que ubicó el centro del movimiento 144 kilómetros al sur de Valparaíso.
©AFP / martin bernetti
Luego siguieron otras dos réplicas menos fuertes que la primera (magnitud 6,9 y 6), y en el momento en que Piñera pisaba la alfombra roja entrando al Congreso, en Santiago, la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) emitía una alerta de tsunami para más de 400 kilómetros de litoral, incluyendo Valparaíso.
Por esa razón, apenas terminó la juramentación de Piñera, el Congreso comenzó a ser fue evacuado, según comprobó la AFP.
Mientras por altavoz se pedía la evacuación, miembros de carabineros pidieron a los periodistas que seguían la ceremonia evacuar "de forma urgente".
Luego el mandatario recién posesionado viajó a Rancagua (80 km al sur de Santiago y epicentro del sismo) donde comprobó que hubo susto, cortes de luz y daños menores, pero no víctimas.
Sin necesidad de esta cuota de drama, ya se había previsto que la ceremonia fuera austera, debido a la situación de calamidad pública que atraviesa el país tras el sismo y el tsunami que azotaron Chile el pasado 27 de febrero, que obliga al presidente entrante a asumir la reconstrucción del país.
Como un símbolo de su compromiso con la causa, Piñera viajará este mismo jueves también a la devastada ciudad de Constitución, una de las más afectadas por el tsunami, donde firmará decretos de emergencia que permitan acelerar la reconstrucción.
©AFP / gustavo izús
"No seremos el gobierno del terremoto, sino el gobierno de la reconstrucción", ha dicho Piñera, quien ya confirmó que pedirá al Congreso modificaciones al presupuesto para ajustarse "a las realidades y las necesidades" de la catástrofe.
El de Piñera es el primer gobierno de derecha desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). En los veinte años que han pasado ha gobernado sin interrupción la Concertación, una coalición de cuatro partidos de centro-izquierda.
Uno de los grandes desafíos para el nuevo mandatario será reemplazar a Bachelet, que deja la vara muy alta: sale del poder con 84% de popularidad gracias a los grandes proyectos sociales que instauró en el país y a un carisma que ha hecho que se le perdonen sus errores, incluyendo la reacción tardía del sismo.
La despedida de Bachelet este jueves del Palacio presidencial muestra el carisma que la acompaña.
Miles de personas se apostaron a la salida de La Moneda para despedirla y pedirle que regrese como mandataria en 2014, aunque ella pidió "no hacer política-ficción".
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