La estrategia perfecta del capitán Modesto Vázquez, la actitud invalorable de David Nalbandian y el superlativo nivel de Leonardo Mayer y Horacio Zeballos armaron un combo perfecto para vencer a Suecia como visitante y volver a ilusionarse con ganar la Copa Davis por primera vez en la historia.
Desde que se sorteó el Grupo Mundial 2010 y Vázquez se enteró de que la Argentina debía visitar a la Suecia de Robin Soderling, número siete del mundo, el capitán tuvo en claro que el único argentino que podía vencer a la gran figura local era Juan Martín del Potro.
Pero Del Potro se lesionó la muñeca derecha y entonces el capitán tomó una decisión drástica juegue quien juegue: regalarle a Suecia los dos puntos de Soderling y salir a pelearle los otros dos singles y el dobles con el cuchillo entre los dientes.
Después de Del Potro se bajó Nalbandian y una semana más tarde lo hizo Juan Mónaco y entonces lo que parecía una tarea compleja se transformó en un abrir y cerrar de ojos en una empresa casi milagrosa.
Sin tener una mínima idea de cómo iba a formar el equipo, Vázquez partió hacia Estocolmo con el laberinto en su cabeza, dudando a quien poner en los singles del viernes –había que ganar si o si un punto- y en el eventual quinto partido.
Pero así como la Copa Davis tuvo a lo largo de su historia innumerables sorpresas en los resultados, el equipo argentino tenía reservada una muy grande: Nalbandian se recuperó milagrosamente de la molestia que tenía en el aductor y se tomó un avión para unirse al cuarteto de Suecia.
De repente, la preocupación de Vázquez se trasladó al equipo sueco, que de tener la serie casi ganada se encontraba con un tenista de la talla de Nalbandian del otro lado de la red.
Entonces si, Vázquez, con su sub capitán, Ricardo Rivera, armaron la estrategia: el primer día Schwank debía ir al “muere” con Soderling y Mayer –debutante en singles- tenía que ganarle al número dos de ellos, Joachim Johansson.
Schwank jugó un gran partido pero perdió y Mayer deslumbró –hizo 28 aces en cuatro sets, algo casi impensado para un jugador argentino- para aportarle el primer punto al equipo argentino.
Con Nalbandian en la cancha en el dobles, a Zeballos se le hizo más simple el debut y entre los dos consiguieron una victoria fundamental ante Soderling y un especialista en duplas como Robert Lindstedt.
Y llegó el tercer día con Mayer teniendo otra actuación deslumbrante que no terminó en triunfo porque enfrente estuvo el número siete del mundo y el dramático quinto punto con un Nalbandian entre algodones que debía jugar, ganar y no ‘romperse’.
Hasta cinco minutos antes de ingresar a la cancha, Vázquez, Rivera y Nalbandian dudaban qué hacer: el rival era fácil –Andreas Vinciguerra es el 232 del mundo- pero el cordobés se podía resentir de su lesión y entonces era mejor que jugase Schwank.
Pero Nalbandian sabía que no había viajado a Suecia para ver el quinto punto desde afuera y entonces salió a jugar contra un entusiasta Vinciguerra, que hasta se dio el lujo de ganarle un set, pero no pudo evitar que el talento del argentino consiguiera una histórica victoria, que ubica a la Argentina entre los ocho mejores del mundo.
De esta manera, Argentina pasó del casi seguro repechaje –lo juegan los que pierden en la primera ronda- a tener que enfrentarse con Rusia, por los cuartos de final, en julio próximo, con la ilusión intacta: ganar por primera vez en la historia la Copa Davis.
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