Mientras se apagan las escenas de saqueos en algunas de las ciudades más golpeadas por el terremoto y el tsunami que afectaron al centro y sur de Chile el 27 de febrero, cientos de personas se organizan para socorrer voluntariamente a las víctimas.
Por Daniela Estrada, para IPC
Según el último reporte de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi),
las víctimas fatales del sismo grado 8,8 en la escala de Richter y el
posterior maremoto del sábado suman 802, además de miles de heridos y
dos millones de damnificados.
En el sitio de Internet del Ministerio de Relaciones
Exteriores (http://www.minrel.cl) apareció una primera lista de
personas fallecidas.
Cuatro días después de la tragedia, aún se descubren
localidades arrasadas, especialmente en las costas de las regiones de
El Maule y Bío-Bío, entre 200 y 500 kilómetros al sur de la capital, y
continúan las labores de búsqueda de desaparecidos.
Lentamente se normalizan los servicios básicos y se amplía la
distribución de ayuda, que para las víctimas y las autoridades locales
ha sido tardía.
También se van apagando los casos de pillaje.
Ante los saqueos e incendios a supermercados, tiendas, oficinas
públicas y casas particulares, que se cometieron después del sismo, la
presidenta Michelle Bachelet movilizó a más de 11.000 efectivos
militares y decretó el estado de excepción en El Maule y Bío-Bío.
La radio y la televisión informaron de robos desde comida
hasta electrodomésticos y artículos electrónicos, como televisores,
especialmente en Concepción, capital del Bío-Bío.
El toque de queda --prohibición de circular por las calles
entre determinadas horas--decretado en ciudades como Talca y Concepción
parece haber contribuido a que de a poco retorne la calma a los sitios
devastados por la catástrofe.
Sin embargo, algunas familias decidieron armarse por su cuenta para
repeler eventuales ataques de otros pobladores. También hay denuncias
de reventa de productos a precios exorbitantes.
Las imágenes de los militares tomando el control de las
ciudades recordaron las peores escenas de la dictadura de Augusto
Pinochet (1973-1990).
Pero el temor ciudadano llegó a tal punto que habitantes de la
combativa ciudad de Concepción, cuna de líderes de izquierda que
lucharon contra el régimen militar, llegaron a aplaudir la llegada de
las Fuerzas Armadas a la zona.
En la capital, sectores comerciales cerraron el martes sus
puertas ante rumores de asaltos, por lo que el gobierno llamó a la
ciudadanía a la tranquilidad, advirtiendo que la justicia será severa
contra quienes delincan aprovechando de la tragedia.
"Estoy impresionada de la ausencia del Estado durante los
primeros dos días de la tragedia", dijo a IPS Paulette Dougnac, de 27
años, aún en estado de conmoción tras vivir el terremoto en Concepción,
dormir en un cerro soportando las fuertes réplicas y experimentar la
desesperación por conseguir agua y comida, tras lo cual se dirigió a
Santiago.
"No había nadie que nos diera información, que nos entregara
ayuda. Por eso fue el descontrol. Yo tengo familiares a los que todavía
no les llega nada", apuntó.
"A las seis de la mañana escuché al intendente de la región
(Jaime) Tohá decir que no había riesgo de tsunami y llamaba a la gente
a quedarse tranquila en sus casas, cuando ya había ocurrido. No sabía
nada. Eso genera desconfianza en las autoridades", criticó Dougnac.
"Uno se sentía abandonada. Uno se pregunta cómo no había un
plan para enfrentar estas tragedias, si se sabe que Chile es un país
sísmico", cuestionó.
La Armada y la Onemi siguen enfrascadas en una polémica por las responsabilidades respecto a la tardía alerta de tsunami.
"Ha sido increíble el pillaje. No ha sido por necesidad sino
por maldad", dijo a IPS Paulina Saavedra, cuya familia vive en Arauco,
localidad costera del Bío-Bío que sufrió los embates del terremoto y
tsunami.
"El piano de la casa de mis padres salió por la ventana, los
muebles de la cocina se trasladaron a otra habitación, quedó todo en el
suelo y las calles del pueblo se desnivelaron", relató la joven.
En diversos lugares hay gente que sigue clamando por agua y
alimento, mientras los especialistas sanitarios anuncian la llegada de
enfermedades infecciosas.
La presidenta Bachelet reconoció este miércoles que la ayuda
no ha llegado con la velocidad necesaria por los problemas de
comunicación y transporte.
Después de destacar que la magnitud de la tragedia es
"enorme", por lo que toda ayuda se hace poca, el sociólogo Alberto
Mayol esbozó ante IPS una explicación a los numerosos saqueos.
Además de responder en algunos casos al oportunismo delictivo,
el experto cree que "en Chile hay una matriz cultural, una forma de ver
la vida política y social, que de alguna manera vincula el hecho de
haber sufrido un dolor intenso, una injusticia o una tragedia con la
posibilidad de acceder a ciertos derechos".
"Esto proviene un poco de la cultura cristiana, y del modelo
económico, que asume que el que está más mal merece más derechos y
apoyos del Estado", explicó el académico de la Facultad de Ciencias
Sociales de la estatal Universidad de Chile.
"Entonces cuando vienen las tragedias, y prácticamente toda la
comunidad se ve afectada, la demanda de ayuda es muy grande, en
consonancia con el nivel de dolor existente. Esto genera la legitimidad
de poder hacer lo que no se está recibiendo, de tomar la justicia por
la propia mano", apuntó.
A su juicio, otro hecho que deberá ser analizado en
profundidad cuando pase la emergencia es la participación de las
Fuerzas Armadas en la catástrofe y específicamente en "la forma en que
se pide su concurrencia".
"Una cosa es que los militares puedan ayudar, que está muy
bien, y otra cosa es que sean convocados para el orden público",
analizó. Desde su perspectiva, es necesario estudiar "la búsqueda
permanente de los militares como fuerza salvadora en tiempos de
crisis".
En la otra vereda, se multiplican las iniciativas de socorro
de parte de organizaciones sin fines de lucro y humanitarias, como
Fundación Un Techo para Chile, Hogar de Cristo, Caritas Chile y Cruz
Roja, así como de federaciones universitarias.
Entre el viernes y el sábado, se realizará la Teletón "Chile
Ayuda a Chile" de 24 horas para juntar 15.000 millones de pesos (unos
20 millones de dólares) para construir 30.000 viviendas de emergencia
para las víctimas.
Esta campaña benéfica liderada por el popular animador de televisión
Mario Kreutzberger, conocido como "Don Francisco" y radicado en Estados
Unidos, consiste en recolección de dinero entre la población a través
de un programa televisivo.
El presidente de la Confederación de la Producción y el
Comercio, Rafael Guilisasti, quien se reunió con la mandataria y otros
dirigentes empresariales este miércoles, manifestó el compromiso del
sector privado con la reconstrucción del país.
No hay problemas de abastecimiento, dijo el ministro de Hacienda, Andrés Velasco.(FIN/2010)
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