Bajo la mirada de miles de soldados, la ayuda alimentaria empezaba a llegar a las zonas devastadas, con lo que el Gobierno espera desactivar una explosiva situación que se tradujo ya en violencia, saqueos y descontento tras el seísmo y el tsunami que asolaron Chile.
Además, una alerta de tsunami fue difundida este miércoles en el litoral del centro-sur de Chile tras dos fuertes réplicas al seísmo del sábado, que ya castigó especialmente la zona.
Los policías llamaban a la población a buscar refugio en lugares altos con altavoces, lo que provocó terror y carreras en Concepción, la segunda ciudad más importante del país sudamericano.
"Hacemos un llamado a la población cercana a los lugares del mar, que se retire a los lugares seguros", decían los policías de Concepción por los altavoces.
La alarma siguió a una réplica de magnitud 5,9 y otra de 6,0, que se produjeron con solo seis segundos de diferencia, según el Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS).
Poco después, las autoridades chilenas levantaban la alerta.
Mientras que el Gobierno elevaba a 799 el balance de muertos, la preocupación se desplazaba a las zonas costeras, ante la evidencia de que el tsunami que siguió al seísmo de magnitud 8,8 generó el mayor número de muertos y los más grandes estragos.
©AFP/Pool / Pablo Martínez Monsivais
Pero es en Concepción, ciudad de medio millón de habitantes 500 kilómetros al sur de Santiago, donde los mayores problemas de orden público se han presentado por los saqueos y pillajes, extendidos a otras regiones, lo que obligó a desplazar 14.000 militares para el control del área de desastre.
En la entrada de Concepción, camiones con toneladas de provisiones se concentran este miércoles bajo vigilancia militar, mientras se organiza el reparto en una ciudad que ha reclamado durante cuatro días que se le entregue alimento.
Voluntarios preparaban las bolsas de provisiones con dos litros de leche, latas de jurel, fideos, azúcar y salsa de tomate.
A las 12 del mediodía, cuando terminó un toque de queda que duró 18 horas, cientos de pobladores se desplazaban hasta el Mall Plaza El Trébol, el centro comercial más importante de la ciudad, a la espera de recibir ayuda.
La circulación es difícil, sin taxis ni buses, comprobó AFP.
©AFP / claudio santana
"La red de distribución está operativa y el grueso de la ayuda comienza a llegar", dijo el martes Carmen Fernández, directora de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi).
El desespero de la población y el aprovechamiento de algún sector generó en días pasados una situación de pillajes que obligó a militarizar la ciudad y ordenar un toque de queda por tercera noche consecutiva.
La medida de excepción rige también en otros seis municipios: Talca, Cauquenes, Constitución, Curicó, Molina y Sagrada Familia.
Escenas de guerra se han visto en Concepción, con tanquetas custodiando lugares estratégicos, mientras patrullas con soldados con armas en ristre recorrían las calles.
Pero ante la magnitud de los saqueos y pillajes, los vecinos se vieron obligados a unirse en grupos de autodefensa.
"Decidimos organizarnos para defendernos", dice un hombre que fuma al pie de una fogata en la comunidad de San Pedro de La Paz. "Aquí las armas son palos y piedras", agrega.
Un paramédico comenta que en las villas donde viven militares retirados se ha sugerido a los jefes de familia "dormir con las armas al alcance".
Localidades cercanas a Concepción, como el puerto de Talcahuano, afectado por un tsunami, viven en penumbras y quedaron expuestas al pillaje.
"Por la noche vienen vándalos a meterse en nuestras casas que están expuestas. Así que juntamos todo lo que pudimos y prendimos fuego para calentarnos y así cuidar las cosas en la puerta de nuestras casas", dice Antonio González en ese puerto.
©AFP / Evaristo Sa
Si Concepción daba la sensación de aislamiento, la situación parece más crítica en los balnearios de la costa del sur-centro de Chile donde el maremoto se abatió con toda su fuerza.
Pulluhue, Cobquecura, Dichato, Constitución... son nombres de poblados arrasados por la fuerza del agua, y donde más hay desaparecidos.
En las últimas horas la inquietud se ha incrementado sobre cientos de turistas que pasaban allí los últimos días del verano en casas o campamentos cerca del mar.
La situación fue peor para ellos porque mientras la mayoría de los habitantes se fueron a refugiar a las montañas luego del terremoto, los vacacionistas, desorientados y queriendo protegerse de la caída de escombros, escogieron la playa.
Mientras el país intenta levantarse de una de las mayores catástrofes de su historia, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, reconoció este miércoles que el seísmo y el tsunami generaron un daño generalizado en el sector productivo, mencionando como sectores afectados la agricultura, el comercio, el turismo, la minería, la industria y la construcción.
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