La ayuda alimentaria comenzaba a llegar de manera lenta a las zonas devastadas, con lo que el gobierno espera desactivar una explosiva situación de violencia, saqueos y descontento que se vive desde el sábado cuando un sismo seguido de un tsunami asoló Chile.
Militares, voluntarios y funcionarios civiles empezaban a organizar la ayuda alimentaria, tan reclamada por desesperanzados habitantes sedientos y hambrientos tras el sismo y el tsunami que han dejado hasta ahora cerca de 800 muertos.
Finalmente el martes se puso en camino la ayuda, y ya se veían comedores populares, víveres con camiones y agua que se distribuía en camiones-cisterna, como comprobó la AFP.
"La red de distribución está operativa y el grueso de la ayuda comienza a llegar", dijo el martes Carmen Fernández, directora de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi).
Concepción, una ciudad de medio millón de habitantes 500 km al sur de Santiago y en el epicentro de la tragedia, todavía no había sido abastecida el martes.
El desespero de la población y el aprovechamiento de algún sector generó una dramática situación de pillajes que obligó a militarizar la ciudad y ordenar un toque de queda por tercera noche consecutiva, ampliado a 18 horas entre la noche del martes y hasta el mediodía del miércoles.
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