Cada año, la mayor fiesta del mundo que se celebra en Rio de Janeiro, al lado del mar, trae consigo el hedor provocado por los miles de bebedores de cerveza que se alivian en la muralla o alcantarilla más cercana. Pero a partir de ahora la cosa cambió
"No me viste hacer eso, ¿ok?", dijo el vendedor ambulante de 22 años y que tenía una gran peluca afro cubriéndole la cabeza, tras mear en la vía pública el sábado.
Cada año, la mayor fiesta del mundo que se celebra en Rio de Janeiro, al lado del mar, trae consigo el hedor provocado por los miles de bebedores de cerveza que se alivian en la muralla o alcantarilla más cercana.
En las fiestas más grandes, la falta crónica de baños públicos en la ciudad, las copiosas cantidades de bebida y los excesos en general del Carnaval conspiran para crear ríos de orina que pueden impresionar a los no acostumbrados.
Los funcionarios de la ciudad se han puesto como meta ponerle punto final a la situación, que dicen es la principal queja de los visitantes.
Preocupados de limpiar Río de Janeiro antes de la Copa Mundial de fútbol del 2014 y de las Olimpiadas del 2016, las autoridades ciudad están aplicando multas e incluso penas de cárcel de hasta dos años a quienes orinen en público.
"La gente que sea arrestada orinando será llevada a las estaciones de policía y acusada de obscenidad", dijo el secretario municipal de orden público, Rodrigo Bethlem.
Se arrestó a un total de 77 personas, incluyendo a mujeres, en las fiestas callejeras al viernes, cuando empezaron las celebraciones. Además, la ciudad ha cuadruplicado el número de baños químicos a 4.000 para permitir que se orine decentemente.
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