Quedó listo para sentencia un juicio contra el sociólogo y cronista Alfredo Molano, por presunta calumnia e injuria, que puso a debatir en Colombia sobre dos asuntos tan unidos como diferentes: la gramática y la libertad de expresión.
Por Constanza Vieira, para IPS.
Los dos días de audiencia pública de juzgamiento contra uno de los columnistas
locales más influyentes terminaron el lunes con el pedido de absolución del
Ministerio Público (garante de la legalidad) y el anuncio del juez de que
emitirá su sentencia el 9 de este mes, justamente el Día del Periodista en
Colombia.
Molano fue demandado por calumnia e injuria (delitos penales
en el país) por cuatro jóvenes Araújo, miembros de una poderosa familia de
provincia, debido a su columna de opinión "Araújos et al", publicada en febrero
de 2007 en el diario El Espectador, editado en Bogotá.
Los cuatro
demandantes, de entre 25 y 30 años, se sintieron aludidos en el retrato que hizo
Molano en su columna sobre el secular "modo de hacer negocios" de las elites
regionales, su fuerte injerencia política y cómo salen siempre indemnes de todo
ello.
Para convencer al juez, la técnica que usaron los demandantes,
respaldados por la Fiscalía General (órgano de investigación y acusación
pública), consistió en alterar el texto original de Molano.
Donde el
columnista usó de manera sarcástica la expresión genérica "los notables" para
referirse a actividades de dichas elites, la parte civil la sustituyó por "los
Araújos de Valledupar", la capital del nororiental departamento de Cesar.
Dos de los denunciantes de Molano, al rendir testimonio, aseveraron que
habían perdido respectivamente un empleo y un reconocimiento honorífico
únicamente debido a la columna del sociólogo.
Pero la semana en que
Molano escribió su comentario había rodado la cabeza de la entonces canciller,
María Consuelo Araújo, después de que varios de sus más cercanos parientes
fueron acusados de atentar contra la seguridad del Estado al conformar grupos
paramilitares.
Este tema, sin embargo, salió a relucir en el juicio
apenas débilmente.
En cambio, la proverbial afección colombiana por la
gramática puso a debatir ante los estrados judiciales si la columna trataba de
una generalización o de una acusación individual y hasta dónde una
generalización es aplicable o no a un individuo.
Cada cual desde sus
disciplinas, la gramática Adriana Camacho y el representante del Ministerio
Público, Sabino Pulgarín, coincidieron en que no se puede demostrar que se está
hablando específicamente de una persona si no se está hablando de ella.
Ante la duda jurídica, Pulgarín, recomendó al juez David Ernesto Vega
absolver a Molano, basándose en definiciones penales y sentencias de las cortes
Constitucional y Suprema de Justicia.
No es obligatorio para el juez
acoger el concepto del Ministerio Público, aunque lo tiene en cuenta.
Por su parte, con el argumento de la "complejidad" del caso, el juez
dejó en vilo el anuncio de su decisión hasta el día 9, cuando se festeja en
Colombia el oficio de los periodistas.
Durante la audiencia final de dos
días, uno de los demandantes, Andrés Alfredo Rafael Molina Araújo, no sólo acusó
a Molano de haberlo afectado laboralmente con sus opiniones en la columna.
También señaló al escritor de haber "instigado a otros columnistas,
colegas de él, en una solidaridad de cuerpo inexplicable, para que saquen cada
tanto columnas en contra de la familia y reiteren las acusaciones injuriosas y
calumniosas que él hizo en su primer momento".
Posteriormente el
declarante se retractó, entre otras afirmaciones, del término "instigar".
Pero, señaló que la demanda "ha sido una pelea desigual, en donde hemos
estado sometidos al poder casi omnímodo del periodismo".
"¿Por qué cree
que las cámaras están aquí? No son gratuitas", señaló sobre la presencia de
varios medios de prensa en la audiencia, que achacó a "una estrategia muy
calculada del señor Molano".
Molina Araújo es hijo de la periodista
Consuelo Araújo Noguera, asesinada en septiembre de 2001 por la guerrilla de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuando el ejército intentó
rescatarla luego de que fue secuestrada.
La familia Araújo tiene al
menos 40 miembros y es dueña de la principal estación radial de Cesar, Radio
Guatapurí.
Para la periodista María Teresa Herrán, catedrática y autora
de varios libros sobre ética, la razón de la presencia de muchos medios en la
audiencia contra Molano se debe a que "lo que está en juego es la libertad de
expresión y la libertad de opinión en un Estado de Derecho. Esa es la
importancia de este proceso".
"Obviamente no podemos pronunciarnos sin
esperar la sentencia final", señaló a IPS, "pero evidentemente lo que está en
juego va mucho más allá que simplemente una cuestión gramatical o semiótica. Es
la libertad de expresión y de opinión frente al poder de las familias en
Colombia".
Llamados por la defensa de Molano testificaron, entre otros,
el laureado poeta Juan Manuel Roca, el ex presidente de la Corte Constitucional
y ex candidato presidencial de la izquierda Carlos Gaviria, y el columnista y
penalista Ramiro Bejarano, director en los años 90 del Departamento
Administrativo de Seguridad, el servicio de inteligencia más conocido por sus
siglas DAS.
Al contrario de la catedrática Herrán, Gaviria no vaciló en
opinar que el fallo debe ser absolutorio.
El ex magistrado consideró que
"el juez tiene una responsabilidad inmensa. Porque se trata de determinar si la
libertad de expresión y la libertad de prensa tienen o no vigencia en Colombia".
También debe establecer "si al columnista le tienen que enseñar el
lenguaje que utiliza, si no puede utilizar una licencia retórica para referirse
a una situación social, como lo ha hecho Alfredo Molano", afirmó.
Se
trata de resolver si Molano, el sexto columnista más influyente del país según
la encuesta de enero de Panel de Opinión, "va a ser silenciado", advirtió
Gaviria, o incluso si "va a ser sancionado con una pena privativa de la
libertad".
"Si el juez tiene duda acerca de si se tipificó o el delito
de injuria o el delito de calumnia", subrayó a IPS, el principio que prevalece
es el de que "las dudas se resuelven a favor del reo".
La demanda contra
Molano, autor de más de 15 libros, concitó la atención y seguimiento de
organizaciones como las estadounidenses Human Rights First y el Comité de
Protección de Periodistas, y del Centro de Solidaridad de la Federación
Internacional de Periodistas (Ceso-FIP).
El XVI Congreso de la
Asociación de Colombianistas, realizado en agosto en la estadounidense
Universidad de Virginia, dedicó parte de su programación a conversatorios sobre
la obra de Molano, que documentan la realidad y las historias de las gentes del
país en guerra.
En marzo pasado, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) realizó una audiencia en su sede de Washington sobre el derecho a
la libertad de expresión en Colombia, durante su 134 periodo de sesiones.
Ante esa audiencia, la Federación de Periodistas de América Latina y el
Caribe solicitó que la CIDH inste a los Estados de la región a adecuar sus
legislaciones a la tendencia internacional, de despenalizar la injuria, la
calumnia y el desacato.
En el mismo sentido se pronunció la colombiana
Fundación para la Libertad de Prensa. "La libertad de opinión es un valor
fundamental en una sociedad democrática y, salvo restricciones muy específicas,
no conoce de límites y no debe ser objeto de sanción penal", argumentó.
Por Constanza Vieira, para IPS.
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