Nada menos que el origen orgánico de la felicidad. Eso es lo que pretenden encontrar científicos de la Universidad de Tel Aviv (Israel), tratando de identificar exactamente los genes que hacen que la percepción humana de las cosas sea más positiva o más negativa. En paralelo, investigan también con las aplicaciones de la llamada psicología positiva en el tratamiento de pacientes con trastornos neurológicos. Todo en un esfuerzo por aplicar la felicidad a la medicina clínica, y por entender el substrato genético de la dicha para, tal vez, algún día ser capaces de rediseñarla genéticamente.
Yoram Barak, de la Escuela de Medicina Saclker, es quien intenta encontrar el gen de la felicidad, que sería responsable en un 50% del grado de optimismo humano.
Según él, los primeros resultados de esta investigación señalan que podrán identificarse estos genes. Si algo es genético, debe observarse una gran coincidencia entre hermanos gemelos (que comparten la información genética). Los estudios con gemelos que estamos analizando muestran que la mitad de la felicidad de los individuos viene genéticamente determinada.
Para Barak y sus colegas, la felicidad es un estado emocional en el que abundan los sentimientos positivos y la satisfacción vital. Pero la importancia de este estado no sólo es que aporta bienestar, sino que también influye sobre la salud.
Por ejemplo, señalan los científicos, para los individuos que sufren enfermedades neurológicas, la felicidad es importante porque puede disminuir las consecuencias negativas de un daño en el tejido neuronal.
Diversos estudios relacionaron la felicidad con la salud y el éxito en muchas áreas de la vida, incluyendo el rendimiento laboral, los logros deportivos o las relaciones sociales.
De ahí la importancia de tratar de encontrar el origen de la felicidad humana. Según Barak, aún estamos muy lejos de ser capaces de diseñar genéticamente la felicidad. Pero, desde ahora, hay que empezar a pensar positivamente. La otra línea de investigación abierta por Barak y su equipo está basada en la llamada psicología positiva que, según el científico, es el área de la psicología que más rápido está creciendo en los Estados Unidos y en el mundo.
Esta rama estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, así como de las fortalezas y virtudes humanas, contraponiéndose así al estudio de los aspectos negativos y patológicos del ser humano, característico de la psicología.
Aspectos positivos de la mente, como la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad o la resiliencia son los objetos de investigación de la psicología positiva, término acuñado por el profesor Martin Seligman, de la Universidad de Pennsylvania y antiguo Director de la Asociación Americana de Psicología, a finales de los años 1990.
La aplicación de la psicología positiva permitiría propiciar ese 50% de la felicidad que no es genética en el ser humano. Barak trabaja con ella en talleres, los más recientes realizados con 120 participantes de la Sociedad de Esclerosis Múltiple de Israel.
Según la Universidad de Tel Aviv, los primeros resultados obtenidos de estos talleres indican que la psicología positiva mejoró los niveles de felicidad de los participantes en un 30%.
Este trabajo, según Barak, busca desarrollar intervenciones y prácticas orientadas a investigar las aplicaciones de la psicología a la medicina. El estudio de los efectos físicos derivados del estado mental de pacientes con trastornos neurológicos es un intento de tender puentes entre la psicología y la medicina clínica.
Los beneficios psicológicos de los programas de psicología positiva van acompañados por beneficios físicos. El científico afirma que hemos sido capaces de elevar los niveles de felicidad de estos pacientes, y también hemos podido demostrar que este hecho ha provocado una estabilización en su trastorno neurológico.
Genes y felicidad
La genética de la felicidad ocupa el tiempo de muchos investigadores, de eso no caben dudas. Investigaciones de un equipo de científicos de la Universidad de Essex, en el Reino Unido, que había descubierto que, entre las personas estudiadas, aquéllas que habían heredado dos copias de la variante larga del gen 5-HTLPR eran más optimistas.
Los individuos con este gen, que es el encargado de transportar un neurotransmisor llamado serotonina, tendían por naturaleza más que otras personas a evitar las imágenes negativas, prefiriendo más las positivas de un conjunto de imágenes mostradas durante las pruebas, que fueron realizadas con un total de 97 voluntarios.
Estudios previos habían revelado, por el contrario, una tendencia a la negatividad y a la ansiedad entre individuos con al menos una variante corta de este mismo gen. Por otro lado, científicos de la Universidad de Edimburgo publicaban en 2008 los resultados de una investigación realizada con 900 parejas de gemelos y de mellizos, que demostró que la herencia genética es la responsable, en gran medida, de la felicidad de las personas.
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