Cuna del primer Foro Social Mundial (FSM), que nació como una alternativa al debate neoliberal, Brasil va a camino a convertirse en una potencia económica, según vaticinan los analistas. La pregunta es qué tipo de modelo tomar para no seguir el mismo camino que tanto criticó.
Por Fabiana Frayssinet, para IPC
El presidente Luiz
Inácio Lula da Silva suele repetirlo en sus discursos nacionales e
internacionales. Pero cabe a sus ministros en todas las áreas
expresarlo con programas y metas, incluso al de Turismo, Luiz Barretto.
"Brasil se perfila en 2016 como la quinta economía del
mundo", dijo el ministro al lanzar el plan estratégico turístico para
la próxima década.
"Este excelente momento económico que Brasil está viviendo,
siendo el último en entrar y el primero en salir de la crisis
(financiera mundial) lo recolocan definitivamente como un país que
tendrá una importancia grande en el escenario internacional en la
próxima década", afirmó.
Francisco Barone, economista de la Fundación Getulio Vargas,
lo confirmó con datos. La potencialidad de un país se mide con el
producto interno bruto (PIB).
"De acuerdo con el PIB brasileño, nos encuadramos entre las
10 mayores economías del mundo", señaló el economista. Y la perspectiva
es de crecimiento, camino a ser uno de los "líderes" del "Brics" –
Brasil, China, India, Rusia- en menos de cinco años, vaticinó.
Una perspectiva que Barone atribuye al gran mercado interno:
190 millones de habitantes, donde gran parte de lo producido es
consumido.
Pero también a otras potencialidades de Brasil, como su
enorme matriz energética –incrementada tras el reciente descubrimiento
por parte de la estatal Petrobrás de nuevos yacimientos de petróleo–,
su diversidad industrial, su estabilidad económica y su capacidad de
exportación. Desde productos derivados del agronegocio hasta aviones,
fabricados por la empresa pública Embraer.
Cándido Grzybowski, director del Instituto Brasileño de
Análisis Sociales y Económicos (IBASE), una de las entidades que
impulsaron el FSM desde sus comienzos, cree que así como "otro mundo es
posible" --como predice el eslogan del foro- también es posible ser
otro tipo de potencia.
Entrevistado por IPS antes del comienzo de la décima edición
del FSM, que se realizará del 25 al 29 de este mes, Grzybowski dijo
ambicionar un modelo de "potencia" que, antes que nada, supere sus
propias deudas, como la de su enorme desigualdad social.
En los últimos años, Brasil tuvo algunos avances en ese
sentido, según Barone. Avances destacados por estudios oficiales como
los del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).
El IPEA reveló que, de 2003 a 2008, unas 19,5 millones de
personas salieron de la pobreza, y que los ingresos de 10 por ciento de
los más pobres creció en ritmo mayor que los de 10 por ciento de los
más ricos, "indicando también una reducción de la desigualdad social en
el país".
Pero todavía hay que hacer, según Barone. La deuda histórica
del hambre no se ha superado aún. Hay todavía 15 millones de personas
en estado de inseguridad alimentaria.
"Para ser una potencia económica, los desafíos pasan por la
disminución de la desigualdad social", por razones humanitarias, pero
también pragmáticas, explicó. "Esos millones de excluidos sociales
transformados en consumidores van a demandar más de la industria
nacional, la industria produce más, emplea y eso genera un círculo
virtuoso de crecimiento".
Grzybowski se refirió a otros desafíos de la famosa
desigualdad brasileña, como la vinculada "al derecho a la distribución
de todos los bienes comunes de esta tierra que es muy rica".
En Brasil "parece normal tener propiedades de 3.000, 200.000,
500.000 hectáreas". Un país donde los dueños de latifundios que "no
llegan a uno por ciento de los propietarios de la tierra, tienen un
poder de veto grande en el Congreso" legislativo.
"Algo de esta potencia está equivocado", reflexionó.
El director de IBASE - unas de las organizaciones del comité
internacional del FSM – busca otro tipo de potencia que, por ejemplo,
"no reproduzca el modelo imperialista", tantas veces criticado al
interior de ese foro, que este año se realizará de manera
descentralizada en por lo menos 27 regiones de todo el mundo.
Una potencia "positiva", con una agenda internacional
"equilibrada", dijo al referirse a casos como el de la expansión de
Petrobrás en países vecinos como Bolivia, o a las negociaciones sobre
Itaipú, la hidroeléctrica que Brasil también comparte con Paraguay.
Para el director de IBASE, es necesario fortalecer "aun mas"
la "actitud de respeto con esos países", reconociendo que "hay una
total asimetría en esa relación".
"No podemos continuar haciendo lo que el planeta hizo con
ellos, como potencia dominante. Tenemos que invertir esa relación",
alertó, señalando temer que su país comience a "sacar provecho de la
pobreza de los otros".
"Me gustaría ver un Brasil solidario, no un Brasil que
disputa ser socio del grupo exclusivo del G8 o del G20, sino un país
que promueva la igualdad entre los pueblos", que acepte "que es
administrador de un gran patrimonio natural y que por lo tanto tiene
una responsabilidad planetaria", dijo Grzybowski.
En el mismo contexto, el director de IBASE pidió que su país fuera más "radical en la agenda de derechos humanos".
"No podemos andar haciendo acuerdos por ahí para conquistar
mercados ignorando las violaciones sistemáticas de los países con quien
hacemos" los tratados, dijo al referirse a países africanos con
dictaduras con los cuales Brasilia ha negociado.
Grzybowski dijo estar preocupado, por ejemplo, "en lo que
China hace en África" y exhortó a no inspirarse en el modelo de esa
otra potencia emergente. "Es sacar partido de la agenda del atraso en
función del llamado interés nacional chino", sostuvo.
"¿Es ése el modelo que aspiramos?", se preguntó.
El director de IBASE opinó que el FSM también podía hacer su
aporte en ese sentido, impulsando a través de sus organizaciones
sociales una agenda "progresista, democrática, igualitaria, con
justicia social".
"Una agenda que redefina el modelo de desarrollo, una agenda
que considere la justicia social asociada a la justicia ambiental, sólo
puede emerger de la sociedad civil", sostuvo.(FIN/2010)
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