La Paz, 20 ene (ABI) - Una posesión ancestral en la cuna de la civilización más longeva de la región, Tiawanaku, y otra en el corazón administrativo de Bolivia, consolidarán la fundación del Estado Plurinacional que dejará atrás una historia de 184 años de historia republicana de turbulencias políticas y de una nociva democracia pactada.
El primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, será ungido el jueves como guía espiritual en las ruinas precolombinas.
Testimonio de una gran civilización, y un día después
juramentará en un acto formal en el edificio de la primera Asamblea
Legislativa Plurinacional, que sustituye al anacrónico Congreso
Nacional.
El jefe de Estado, cuyo mandato durará hasta 2015, pedirá unidad,
sabiduría, racionalidad y buena económica para Bolivia en Tiawanaku con
ofrendas en los cuatro puntos cardinales de la pirámide de Akapana,
centro ceremonial del templete que se encuentra a 72 kilómetros de La
Paz, en el agreste altiplano, en una edificación en la que, según las
tradiciones, convergen las fuerzas de todas las regiones.
Según expertos antropólogos y arqueólogos, hasta ahora no ha sido
posible reconstruir en toda su magnitud la extensión y la verdadera
característica de la nación que habitó en esa región, en tiempos
remotos, y que adquirió un grado superior en la arquitectura y las
artes.
Pero está fundado, que Tiawanaku fue la capital de una nación que
se extendió por una buena parte del territorio que actualmente ocupan
Bolivia, Perú, Chile y Argentina y cuya población superó, hacia el
siglo VII después de Cristo, las 100.000 personas, como ninguna otra en
la Europa que desembarazaba del dominio del Islam y menos en la
entonces pujante Asia.
Morales será ungido guía espiritual en el templete de Kalasasaya,
después de un ritual celebrado por yatiris (sabios andinos), que
rematará con la entronización y la entrega del bastón de mando.
Ese acto simbolizará la consolidación de un proceso histórico de
inclusión de los indígenas originarios al Estado Plurinacional, después
de muchos años de opresión y humillación, aunque criticada por la
oposición por una supuesta exagerada visión andinocentrista.
Un día después, ese simbolismo se aproximará a la realidad cuando
Morales sea investido como presidente de Bolivia en un acto oficial que
se realizará en el edificio de la Asamblea Legislativa Plurinacional,
inéditamente conformada por casi el 50% de legisladores indígenas y 44%
de mujeres, en una muestra inequívoca de que son otros tiempos, lejos
del frac y la corbata.
El jefe de Estado entregará inicialmente al Congreso la banda
presidencial que utilizaron los gobernantes de la República, para que
sea guardada en bóvedas del Banco Central y se ceñirá otra con los
nuevos símbolos del Estado Plurinacional, incluida la whipala, con la
que se entronizarán a los presidentes de este nuevo periodo de la
historia boliviana.
Morales fue reelecto el pasado 6 de diciembre con más del 64% de
los votos en otro hecho inédito en la historia boliviana y el de mayor
registro en América Latina, que le otorga una gran legitimidad para
impulsar la consolidación de la nueva Constitución Política del Estado
de corte estatista e indigenista, que impulsó y que fue aprobada en las
urnas con más del 62%, también por primera en la historia boliviana.
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