Mientras el pueblo está devastado y se enfrenta por los insumos básicos para poder sobrevivir, los barcos de la empresa norteamericana Royal Carribean continúan arribando al pequeño puerto de Labadee. Desde que el terremoto sacudió el país, la isla fue visitada por dos cruceros y hoy arribarán los pasajeros del Liberty of the Seas.
Aislado del resto del país por muros de tres metros y medio coronados por alambres de espina, defendido por una fuerza de seguridad privada, el pequeño puerto de Labadee privado de la empresa norteamericana de cruceros Royal Caribbean International en Haití.
Según el diario El Mundo de España, desde 1986, tres veces por
semana llegan cruceros al autodenominado "paraíso privado"; sus
pasajeros disfrutan de bellísimas playas, deliciosa comida, y todo tipo
de diversiones lúdicas, entre ellas el parque acuático más grande del
Caribe, e incluso una montaña rusa.
Pese al terremoto de la
semana pasada, y la miseria general que se vive en la isla en la
actualidad, los cruceros de Royal Carribean siguen llegando a Labadee;
desde el sismo ya lo visitaron los pasajeros de dos de sus cruceros, y
esta mañana desembarcarán los viajeros del Liberty of the Seas, uno de
los navíos más grandes del mundo.
Al otro lado del muro, el
pueblo se muere de hambre mientras cuerpos se pudren por los suelos de
las calles; en Labadee se ofrecen abundantes barbacoas, y los únicos
que se encuentran por los suelos son quienes hayan bebido demasiados
Labaduzees, el cóctel exclusivo de la playa privada.
Aunque
numerosos pasajeros manifestaron su disgusto con la decisión de seguir
con las visitas mientras los haitianos viven situaciones verdaderamente
dantescas, la empresa defiende que echen amarras en Labadee.
El
vicepresidente de Royal Caribbean, John Weiss, también alardea la
empresa por haber donado "sillas y colchones que nos sobraban" al
hospital improvisado que intenta tratar a los miles de refugiados que
huyeron a Cap Haïtien, una ciudad a escasos kilómetros del complejo.
En
cambio, Cynthia Martínez, portavoz de la empresa, habla de ayudas más
sustanciales: los cruceros transportarán unos 100 palets de ayuda
alimentaria con cada visita a la isla, y la empresa prometió un millón
de euros en ayudas humanitarias.
"Entendemos que puede ser
controvertido ofrecer una estancia vacacional tan cerca del epicentro
del terremoto, pero dadas las necesidades económicas de Haití
consideramos que nuestra presencia ahora es más necesaria que nunca,
especialmente para los habitantes que empleamos a nivel local", declaró
Martínez al diario.
Aunque sin duda cualquier ayuda beneficia a
Haití, las de Royal Caribbean son pocas al tomarse en cuenta que en los
últimos años la empresa gastó 55 millones de dólares en el desarrollo
del complejo privado de Labadee.
Unos 230 haitianos trabajan en
el complejo de manera regular, y a otros tantos se les permite acceder
periódicamente para vender artículos turísticos en zonas delimitadas,
pero ahí termina la interacción entre la empresa y el pueblo.
Los
turistas no pueden salir fuera de la zona que controla Royal Caribbean,
al igual que a los nativos se les prohíbe el acceso a las playas y
todos los bienes y servicios que se ofrecen.
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