A cinco años de la tragedia de República Cromañón, en la que murieron 194 personas, en su mayoría jóvenes, ninguno de los condenados permanece detenido y se aguarda un fallo de la Cámara de Casación que decidirá si el ex gerenciador Omar Chabán deberá volver a prisión.
El reloj marcó las 22.50 de la anteúltima noche de 2004, cuando en el local de Once tocaba la banda de rock Callejeros y en medio del show se produjo la mayor tragedia por causas no naturales ocurrida en el país.
Hace 5 años, República Cromañón se incendiaba por el fuego provocado por una bengala, pero sobre todo, por la corrupción y negligencia de quienes estaban a cargo del local, del Gobierno porteño que omitió los controles y de la banda de rock que nunca desalentó la utilización de pirotecnia.
República Cromañón era un boliche dedicado a conciertos de rock que estaba ubicado en la calle Bartolomé Mitre 3066 y que había sido inaugurado el 12 de abril de ese mismo año con un show de los mismos Callejeros.
Su gerenciador, Chabán, era un conocido empresario ligado al rock desde los comienzos del retorno democrático a través de diferentes locales para recitales que fueron de su propiedad como Café Einstein, Cemento y Die Schule, entre otros.
El local estaba habilitado para una capacidad máxima de 1.031 personas, pero en ese último show del año se calcula que había más de 3.500 asistentes, algunos de ellos llevando consigo a sus pequeños hijos.
A la cantidad de gente que cuadruplicaba lo reglamentario se sumaron otros ingredientes que iban a delinear un combo fatal: Callejeros arengaba desde su página web lo que sería "la noche de las bengalas" y Chabán cerraba con un candado y alambres la salida de emergencia para que nadie ingrese sin pagar.
El pago de coimas y la ausencia de controles permitió que el lugar sea habilitado como local de baile "clase C" en los registros del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, pero que en la práctica funcionara como un microestadio, lo que hubiese requerido que se rija por otras normas.
De este modo se evitaba tener que garantizar la presencia de policías, bomberos y ambulancias durante el desarrollo del concierto y a esto se sumó que la certificación de Bomberos que se encontraba vencida desde el mes anterior y 10 de los 15 matafuegos estaban despresurizados.
Alrededor de las 22.30 comenzó el show y desde los altoparlantes Chabán pedía que paren con las bengalas porque podía ser peligroso, seguramente recordando lo que ya había sucedido unos meses antes, en el mismo lugar, cuando en un show de Jóvenes Pordioseros se produjo un principio de incendio que obligó a evacuar al público y se repitió en un concierto de La 25 sólo cinco días antes del día de la tragedia.
Apenas habían sonado tres temas cuando una de las bengalas encendidas incendió la media sombra que había en techo y, acto seguido, la guata y las planchas de poliuretano que había sobre ella como modo de acustización, un material altamente tóxico y letal.
En ese momento se cortó la luz eléctrica y en pocos minutos el fuego y los gases tóxicos se apoderaron del lugar, mientras que la gente intentaba desesperadamente escapar o reingresar a buscar a familiares y amigos atrapados.
La atmósfera era irrespirable, el aire quemaba los ojos y las vías respiratorias, por lo que había que taparse la boca y la nariz con alguna remera para no intoxicarse y poder avanzar a ciegas por el local.
La primera ambulancia -del hospital Ramos Mejía, ubicado a pocas cuadras de Cromañón- llegó a las 23.01, apenas seis minutos después de recibir la llamada.
Enseguida comenzaron a llegar el resto de las ambulancias -del SAME y otros hospitales-, los bomberos y la Policía Federal.
Durante todo el operativo de socorro participaron 700 profesionales, 46 ambulancias, 16 hospitales porteños, 8 bonaerenses y 11 clínicas privadas, y gran cantidad de jóvenes que asistieron al recital también contribuyeron a rescatar a quienes se vieron atrapados en el interior del lugar.
Fueron 194 el total de niños, jóvenes y adultos muertos en ese momento y en los días posteriores, a causa de la inhalación de gases como el monóxido de carbono y el ácido cianhídrico despedidos por los materiales utilizados para acustizar el lugar. También se registraron más de 1.500 heridos.
Ese fin de año el luto y el dolor cubrió al país, todas las mesas estuvieron siguiendo por televisión la desesperada búsqueda de personas en los hospitales, en la morgue o perdidos por la ciudad mientras la cifra de muertos y heridos era actualizaba constantemente.
Después vendrían las renuncias de los funcionarios –el secretario de Justicia y Seguridad del Gobierno porteño Juan Carlos López y la subsecretaria de Control Comunal, Fabiana Fiszbin-, la destitución del jefe de Gobierno Aníbal Ibarra y el juicio a Chabán, Callejeros y al resto de los involucrados.
Durante un año, un total de 15 personas fueron enjuiciadas y el 19 de agosto pasado el Tribunal Oral Criminal Nº 24 (TOC24) condenó a Chabán, al ex manager de Callejeros Diego Argañaraz y al ex subcomisario Rubén Díaz a la pena de 18 años de prisión por los delitos de incendio doloso y cohecho activo para los primeros dos y pasivo para el ex policía.
Sin embargo, el Tribunal dispuso que ninguno fuera detenido hasta tanto la sentencia quedara firme tras ser revisado por la Cámara Nacional de Casación Penal.
A su vez, los jueces Maria Cecilia Maiza, Marcelo Alvero y Raúl Llanos absolvieron a todos los integrantes de Callejeros, entre ellos su líder Patricio "Pato" Santos Fontanet; al ex policía Miguel Ángel Belay y a Gustavo Torres, ex director adjunto de Fiscalización y Control del Gobierno porteño.
También hubo condenas menores para el ex "mano derecha" de Chabán, Raúl Villarreal (1 año por cohecho activo) y dos años de prisión por incumplimiento de deberes de funcionario público para Fabiana Fiszbin y Ana Maria Fernández.
En los últimos días, en otro expediente que aún permanece en investigación, el juez de instrucción Alberto Baños dispuso una serie de medidas para tratar de determinar quién tiró la bengala que provocó la tragedia en el local.
Concretamente, se intenta hacer un cotejo entre el identikit de la persona que, según los testigos, lanzó la bengala, con imágenes digitalizadas de integrantes de la facción "El fondo no fisura", uno de los grupos de fans de Callejeros.
Fuente Diario Uno
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