El régimen golpista hondureño cumple este lunes medio año en el poder, con el país polarizado y el mandatario depuesto Manuel Zelaya refugiado en la embajada de Brasil, confiando en que una vez que el presidente electo Porfirio Lobo asuma, recomponga los lazos con el mundo. (AFP)
El gobernante de facto Roberto Micheletti ha desatendido los llamados a restablecer el orden constitucional y restituir a Zelaya en el poder (con el aval del Congreso dominado por golpistas), y ha tenido éxito en resistir las presiones externas, incluido el corte de la ayuda, y las protestas internas.
El golpe de Estado del 28 de junio sumió a Centroamérica en la mayor crisis política desde las guerras civiles de los años 80 y mantiene paralizado el proceso de integración regional.
También mantiene congeladas las negociaciones de Centroamérica con la Unión Europea para un Acuerdo de Asociación, que estaban a punto de culminar para ser firmado a comienzos de 2010. El país más perjudicado ha sido Costa Rica, principal exportador del istmo al mercado europeo.
En la víspera de la Navidad, el grupo de donantes a Honduras, que incluye a la ONU, Unión Europea, Estados Unidos, Francia y España, entre otros, pidieron a los líderes hondureños que devuelvan al país a la senda institucional.
Al coro de peticiones se sumó esta Navidad el papa Benedicto XVI, quien en su mensaje 'urbi et orbi' llamó a los líderes de Honduras "retomar el camino constitucional", pero es improbable que su llamado sea escuchado, pues Micheletti ha ignorado todas las solicitudes de la comunidad internacional.
Zelaya confiaba en que las sanciones y presiones externas (incluida la marginación de Honduras de la OEA) lo llevarían de vuelta al poder, pero no fue así.
©AFP
La intransigencia de Micheletti doblegó la resistencia de Estados Unidos, que luego de reaccionar duramente al golpe y suspender toda la ayuda --incluida la militar-- al único país centroamericano que tiene una base estadounidense, optó por reconocer las cuestionadas elecciones del 29 de noviembre, ganadas por Lobo, quien apoyó la destitución de Zelaya.
Lo mismo sucedió con el presidente costarricense y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, primer gobernante extranjero en condenar el golpe, quien luego de servir como mediador en la crisis hondureña y proponer la restitución de Zelaya, dio vuelta la página y reconoció los comicios hondureños, en los que sólo votó la mitad del electorado.
Arias, el único mandatario extranjero que se ha reunido con Micheletti, también recibió a Lobo y --junto al presidente panameño Ricardo Martinelli-- ha llamado a la comunidad internacional a reconocer al presidente electo hondureño.
Además de Estados Unidos, Costa Rica y Panamá, Perú también reconoció los comicios hondureños, mientras la mayor parte de la comunidad internacional se ha negado por haber sido desarrollados bajo el gobierno de facto, con Zelaya refugiado en la embajada brasileña en Tegucigalpa.
En estos seis meses Honduras ha vivido toques de queda, censura a los medios no golpistas, represión a zelayistas y denuncias internacionales por violación de los derechos humanos.
Mientras tanto, se han deteriorado los niveles de seguridad, en una nación que tiene una de las mayores cifras de homicidios (12 al día en promedio), pues la policía y las fuerzas armadas han sido desviadas a reprimir a los zelayistas.
El corte de la ayuda ha agravado la situación de millares de familias de uno de los países más pobres de Centroamérica, mientras el régimen de facto confía en que una vez que asuma Lobo terminen el aislamiento y las sanciones internacionales.
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