La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la primera mujer que ejerce el cargo en el país, dejará el gobierno en marzo 2010 con un nivel inédito de popularidad, que alcanzó 80 por ciento.
La médica pediatra, socialista, de 58 años, fue electa en una segunda vuelta en enero de 2006, con 53,49% de los votos, superando al empresario Sebastián Piñera, hoy nuevamente candidato presidencial opositor.
El impacto que provocó su elección en la sociedad chilena,
una de las más conservadoras de América Latina, se diluyó
rápidamente por el impacto de errores heredados de la
administración anterior de Ricardo Lagos.
Con apenas un mes en el gobierno, enfrentó los errores graves
en identificación de osamentas de detenidos desaparecidos, luego
una masiva movilización estudiantil denominada "revolución
pingüina", y las críticas por la implementación del Transatiago,
deficiente sistema de transporte público que trastornó la vida
de los santiaguinos.
Bachelet bajó a un 30 por ciento su nivel de adhesión y
junto al descenso de su popularidad subieron de tono las
descalificaciones y la hipótesis de "desalojo" lanzada por la
derecha opositora.
El Premio Nacional de Humanidades y sociólogo Manuel Antonio
Garretón sostuvo que los dos primeros años de Bachelet fueron
muy difíciles porque, además de tener que "apagar incendios", su
gobierno no perfilaba un proyecto.
El sociólogo dijo a ANSA que "fue crucial" para cambiar este
escenario el hecho de que Bachelet lograra "instalar el concepto
o idea de Estado protección a través de la reforma previsional,
un sistema de protección a niños desde la edad preescolar y un
bono por hijo para todas las mujeres mayores de 65 años".
Contribuyó también el manejo que hizo de la crisis económica
mundial y una presencia internacional de estadista que empieza a
ser considerada y valorada en Chile.
"En la medida que fue capaz de manejar la crisis logró
afirmar la idea de un cierto proyecto de Estado de protección,
junto a la capacidad de liderazgo y la imagen de una mujer
parecida a la gente, con la cual se siente interpretada",
manifestó.
El también sociólogo y director del Centro de Estudios de la
Realidad Contemporánea, Carlos Hunneus, coincide que Bachelet
"como mujer tiene un atractivo y una simpatía personal, y eso se
ha reconocido desde el comienzo".
Pero esa imagen tiene características políticas que
favorecieron su desarrollo, como ejercer principalmente la
función de Jefe de Estado y delegar la de jefe de gobierno en
gran medida en el ministerio de Hacienda, en desmedro de la
cartera de Interior, afirmó el profesional a ANSA.
Su conducción, criticó Hunneus, "ha sido despolitizada, sin
intervenir en los temas conflictivos del país. Eso no se ve
desde afuera, lo que se ve es el hecho de una mujer elegida
democráticamente, un gobierno que funciona bien, con
instituciones realmente importantes, con un Parlamento serio,
con organismos muy eficientes, como el Banco Central, la
Contraloría, etc".
"Pero ese estilo de liderazgo -continuó Hunneus- ha
perjudicado enormemente a la Concertación que ha tenido un
desplome político muy dramático, muy fuerte. Entonces la
pregunta que me hago es para qué es ese 80 por ciento".
Los jefes de gobierno lo usan para persuadir a la oposición y
a sus propios parlamentarios para que aprueben los proyectos de
ley, planteó Hunneus.
La historiadora Patricia Arancibia atribuyó la enorme popularidad de Bachelet a la "inteligencia emocional y a su simpatía innata que la ha convertido en una especie de mamá para los chilenos".
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