La Paz, 4 dic (ABI).- Evo Morales Ayma, un líder indígena, que recuperó la esencia del pueblo boliviano, hoy se encamina a su quinta victoria electoral en menos de cuatro años frente a una derecha que lucha por su sobrevivencia, inauguró en enero de 2006 una nueva era del poder en Bolivia.
Por Adalid Cabrera Lemuz, para ABI.
Desde que Morales ingresó de lleno a la política en la
década de los años 90, después de haber sorteado mil obstáculos
colocados por sus detractores que no podían pensar en que un indio les
dispute los espacios de poder, Morales se ha constituido en un ícono no
solamente para el pueblo boliviano, sino de Latinoamérica y el mundo.
Cuando ganó las elecciones generales del 18 de diciembre de 2005,
pocos le dieron posibilidades de que se mantenga en el poder y que su
imagen creciera en el concierto internacional.
El propio Morales, hoy con 50 años de edad, suele decir en sus
participaciones públicas que "nadie creyó que el indiecito iba a
mantenerse en el poder mucho tiempo; los grupos neoliberales y
derechistas dijeron que en unos seis meses volverían a ocupar los
puestos que mantuvieron desde 1985".
Después de un año de mantenerse al frente de la administración
gubernamental, los grupos económicos y la oligarquía comenzaron a
preocuparse porque Morales, lejos de desgastarse y perder apoyo, fue
ganándolo, por lo que pusieron en marcha una serie de medidas para
desestabilizar al Gobierno.
En 1986 montaron un esquema de desgaste en Sucre, la capital
constitucional de Bolivia, para promover el fracaso de una Asamblea
Constituyente que era uno de las reivindicaciones del pueblo para la
refundación de Bolivia.
El órgano deliberante tenía como principal misión elaborar una
nueva Constitución Política del Estado que responda a la realidad de
Bolivia y que sea fruto de las demandas de todo el país.
Morales dijo entonces que el objetivo es que la nueva Carta Magna
sea fruto de la deliberación de los representantes de todos los
bolivianos y no se forje como en el pasado en los escritorios de la
burocracia que redactaba instrumentos legales a su medida.
Pese a esa presión de organizaciones, como el Comité
Interinstitucional, que desnudó un racismo inmisericorde que mostró los
verdaderos intereses de la oligarquía para acabar con todo atisbo
reivindicatorio de las mayorías, la Carta Magna fue aprobada por el
Congreso en enero de 2009 y promulgada un mes después por su principal
impulsor, Evo Morales.
Desde que ingresó a la Presidencia, la oposición no descansó para
desestabilizar a su Gobierno, con acciones que llegaron hasta promover
movimientos de desobediencia civil en algunos departamentos.
La imagen y presencia política de Evo Morales, el primer dirigente
indígena que asume la Presidencia en toda la historia republicana de
Bolivia, se comenzó a gestar en 1993 sobre la base de los sindicatos de
productores de coca de El Chapare, donde Morales había emigrado desde
su natal Orinoca en busca de mejores medios de sobrevivencia frente a
la pobreza.
El hoy Presidente comenzó en ese entonces a dar forma a una
agrupación política denominada el Movimiento al Socialismo (MAS) como
Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP).
Al explicar esa etapa de su vida, Morales confesaba que los pueblos
"más oprimidos, discriminados y maltratados de Bolivia decidieron
luchar por el poder para que desde el Gobierno busquen y adopten
soluciones a sus reivindicaciones sociales y económicas".
Ya en las elecciones de 2002, Morales se presentó como candidato a
la presidencia de la república en una carrera en la que los
especialistas lo ubicaban en el cuarto lugar, detrás de los candidatos
de grupos derechistas y tradicionales que se turnaron en el poder o que
lo compartieron a través de alianzas detrás del telón y de la decisión
del soberano.
Pese a las pocas posibilidades que le dieron, Morales alcanzó en
esos comicios el segundo lugar, a apenas un par de puntos porcentuales
del primero, el empresario minero Gonzalo Sánchez de Lozada.
Según los analistas, ese fue el primer toque de atención para los
grupos tradicionales de poder que comenzaron una campaña para
desmoronar su presencia con acusaciones de estar ligado al tráfico de
drogas, que jamás pudieron probar, pese a que contaban con el respaldo
de Estados Unidos.
Es más, algunas autoridades de la propia Administración de
Washington llegaron sin quererlo a convertirse en los principales jefes
de la campaña de Evo Morales, al convocar a la población a no votar por
esa opción en las elecciones de 2002, lo que se convirtió en un
boomerang, sino habría que preguntarle al entonces embajador de Estados
Unidos, Manuel Rocha, qué es lo que pensaba.
Morales es un convencido de que ha llegado al poder para servir al
pueblo, rompiendo con la tradicional práctica de sus antecesores que
consideraban a la política como una puerta para acaudalar millonarias
fortunas a costa de las riquezas del Estado.
Las afirmaciones del "indiecito" de declararse de izquierda y amigo
de presidentes como Fidel Castro de Cuba; Hugo Chávez, de Venezuela; y
Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, provocaron espanto en la
oligarquía nacional y en Estados Unidos y sus aliados que pretendieron
incentivar en la población ánimos contrarios.
Nada valió hasta hoy, al punto que a medida que pasa el tiempo
Morales y su proyecto político sustentado en la revolución democrática
y cultural alcanza cada vez más adeptos, no solamente de los grupos
indígenas y sindicales, sino de los profesionales, intelectuales y
universitarios, y hasta de sus propios detractores en los departamentos
de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija. Una demostración son las masivas
concentraciones populares que lo proclamaron en esas regiones como su
candidato.
¿Qué fue lo que pasó? El propio presidente considera que todos los
argumentos contrarios a su propuesta política comenzaron a derrumbarse
por la fuerza de los resultados de su administración.
La nacionalización de los hidrocarburos el primero de mayo de 2006
cumplió con dos de sus objetivos, el primero el inicio de la
recuperación del patrimonio estatal que había sido enajenado en 1997
por un programa de capitalización impuesto por el gobierno neoliberal
de Gonzalo Sánchez de Lozada.
El segundo objetivo logrado con éxito es que la recuperación del
manejo del sector de los hidrocarburos ha volcado una economía
deficitaria en una estable que ha promovido que, después de cinco años,
se lograra un superávit comercial y el incremento de las reservas
internacionales de 1.800 a 8.500 millones de dólares.
En estos casi cuatro años ha utilizado los recursos del Estado en
beneficio del pueblo al crear bonos para los ciudadanos de la tercera
edad, para los escolares hasta el octavo grado y a las madres gestantes
y a sus niños hasta los dos años de edad bajo el concepto de que "el
dinero que es del pueblo debe volver al pueblo".
Otros programas de desarrollo social se refieren a la campaña de la
alfabetización que alcanzó a casi 850.000 iletrados para declarar a
Bolivia libre de ese problema, junto a Cuba y Venezuela.
Cuba ha puesto al servicio de Bolivia el programa denominado "Yo
sí puedo" para la alfabetización. Ahora, los neoalfabetizados
ingresaron al plan "Yo sí puedo seguir" para lograr una mayor
capacitación que en el mediano plazo les permita ingresar a la
educación superior.
Otro de los pasos adelante es la "Operación Milagro" que devolvió
la visión a cerca de medio millón de ciudadanos no solamente
bolivianos, sino de países vecinos que se operaron en clínicas
oftalmológicas nacionales por la misión de médicos cubanos.
En la actualidad otro programa social funciona a través de la
denominada Misión Solidaria Moto Méndez para ayudar a los
discapacitados, un sector olvidado en el pasado que ahora merece la
atención estatal.
Pese a la oposición de los latifundistas, que se adjudicaron
decenas de miles de hectáreas de tierras por el favor de las dictaduras
y los Gobiernos neoliberales, Morales impulsa el saneamiento de tierras
para proceder a su distribución equitativa.
Esas acciones le han valido al Presidente y al Gobierno histéricos
ataques de de sus detractores y grupos económicos, al punto de promover
en agosto de 2008 un referéndum revocatorio para deslegitimar su
mandato. El resultado fue peor que la enfermedad para los opositores
porque Morales salió fortalecido con el respaldo de aproximadamente el
67 por ciento de los votos.
El Gobierno de Morales soportó en estos cuatro años para
consolidarse en el poder los ataques desde diversos flancos, desde el
Senado con una oposición empeñada en obstaculizar los programas de
Gobierno, hasta la generación de hechos de violencia en algunos
departamentos.
Al punto que en abril de 2009, los organismos de seguridad del
Estado desarticularon una banda de mercenarios extranjeros contratados
para formar milicias que se opongan al Gobierno y que hubiese dado
lugar a una guerra civil. El Ministerio Público investiga la red de
terrorismo y su financiamiento local.
Si bien en Bolivia la gestión de Morales se fortaleció, en el
exterior fue mayor el crecimiento por la posición asumida por Morales
"en defensa de la soberanía y dignidad nacionales y latinoamericanas"
para convertirlo en uno de los íconos de la voz del continente.
Morales hizo lo que ningún otro Gobierno se atrevió al expulsar al
embajador de Estados Unidos en Bolivia, Philip Goldberg, y a los
agentes de la Central anti drogas (DEA) del país del norte acusándolos
de haber cooperado con planes de desestabilización de la democracia.
Pese a las represalias llevadas adelante por el norte, Morales
igualmente emplazó a Estados Unidos a cumplir con su responsabilidad
compartida no solamente en la lucha contra las drogas, sino en defensa
del medio ambiente y de la tierra.
La premio Nobel de La Paz, Rigoberta Menchú, resumió el concepto
internacional sobre Evo Morales al calificarlo como un "permanente
luchador por la dignidad de los pueblos latinoamericanos, no solamente
de Bolivia".
Menchú, quien además es Premio Príncipe de Asturias de Cooperación
Internacional, anotó que desde el ingreso de Morales al poder, Bolivia
se ha convertido en un referente latinoamericano y de los pueblos
indígenas.
En el campo de la economía internacional, también la presencia de
Evo Morales fue importante al plantear una batalla contra aquellos
programas impulsados por los países industrializados, entre ellos el
Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que tenía el objetivo de
subsumir a las economías de las naciones en desarrollo.
Morales se sumó a la Alianza Bolivariana para los pueblos de
nuestra América (ALBA), fundada por Cuba y Venezuela, que promueve la
complementariedad y solidaridad entre los pueblos antes que la
competitividad.
Todos esos pasos del Gobierno en casi cuatro años provocaron el
desmoronamiento de los afanes de la oposición, huérfana de apoyo y con
sus seguidores cada vez más propensos a sumarse al proceso de cambio.
Para las elecciones de diciembre de este año, los opositores no
lograron siquiera conformar alianzas para enfrentar un proceso
electoral y se conformaron con presentar opciones que se restaron votos
a sí mismas con el único objetivo de lograr algunos curules en la
Asamblea Legislativa Plurinacional para defender sus intereses o
convertir a ese inédito ente de representación nacional en un "Arca de
Noé" que garantice su impunidad.
Por esos hechos y otros más el líder indígena se consolida en el
poder en Bolivia y no hace avizorar el surgimiento de otras opciones.
Los partidos opositores tradicionalistas han fracasado en forma
reiterada en sus intentos de derrocar a Morales, al punto que quisieron
alentar hasta candidaturas indígenas que promuevan una pelea interna,
pero nada.
Por ello es que cuando surge la pregunta por qué Evo Morales sigue en el poder, la respuesta está líneas arriba.
Por Adalid Cabrera Lemuz, para ABI.
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