En el texto monseñor Villalba les pide a ambas partes que tengan una mejor voluntad para resolver este conflicto. "Es necesario un clima de serenidad que ayude a resolver esta delicada cuestión", se lee en el texto. "Las declaraciones públicas de una y otra parte no ayudan. Menos cuando puedan causar reacción en la otra", expresa.
"Les pido que reflexionen", sostiene
1 – Cuando acepté intervenir en este conflicto de la salud lo hice convencido de que era necesario ayudar a encontrar una solución a este problema. Respondí afirmativamente a la solicitud que me hicieron, no obstante las dificultades, impulsado por mi deseo de contribuir al bien de la sociedad.
En la primera reunión les dije que “He aceptado esta tarea de mediación porque considero que sobre los aspectos técnicos, que no me corresponden, prevalece el interés por el bien común”.
A mí me toca actuar mediante consejos con el objeto de realizar un acercamiento entre las partes. Pero los protagonistas son ustedes.
Me parece conveniente transmitirles algunas ideas con la esperanza de contribuir a la búsqueda del camino de un método de trabajo que pueda conducirnos a un arreglo.
2 – Las partes involucradas: el gobierno de la provincia y los autoconvocados de la salud deben trabajar con la mejor buena voluntad.
Cuando nace Jesús los Ángeles cantan “Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres de buena voluntad”.
Yo acepté intervenir porque no dudo de la buena voluntad de ambas partes, es decir, de la rectitud y sinceridad para resolver este problema. En la primera reunión dije: “A dar mi respuesta positiva me animó la buena disposición de las partes en encontrar una solución”.
Esto significa que, a la vez que defenderán sus posiciones con sólidos argumentos, deben tener la voluntad positiva de entender la posición del otro y la decisión de llegar a una solución equitativa, aceptando cada uno en ceder parte para alcanzar un bien superior. Pero manifestar esta “buena voluntad” es abstenerse de adoptar actitudes que puedan alterar la armonía en cualquier sector. Es necesario un clima de serenidad que ayude a resolver esta delicada cuestión.
A veces se han verificado hechos no del todo conformes con el espíritu asumido al pedir mi intervención. Hechos que hacen temer que crezca el enfrentamiento. Por eso, las declaraciones públicas de una y otra parte no ayudan. Menos cuando puedan causar reacción en la otra. De repetirse, podrían poner en peligro no solo el clima deseable para los trabajos, sino incluso la continuidad de la mediación.
Pido que reflexionemos y con el mejor ánimo se esfuercen por llevar adelante esta tarea.
Monseñor Luis Villalba, arzobispo de Tucumán
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