El eventual triunfo del presidente Evo Morales en las elecciones del 6 de diciembre en Bolivia, que dan por hecho todas las encuestas, relegó las campañas a la lucha por controlar el Parlamento y activó peleas internas entre oficialistas y opositores.
Con amplio margen a su favor en todas las encuestas, Morales decidió iniciar ahora una campaña "casa por casa" para convencer a sus militantes que "eviten el voto cruzado" a fin de controlar también el futuro poder legislativo.
Morales le dio el nuevo giro a su campaña después de la
aparición, el martes, de miles de grafitis en todo el país para
votarlo a él como presidente pero a candidatos de otros partidos
para la Cámara de Diputados.
Las boletas de sufragio llevan en la parte superior la foto
del candidato presidencial y abajo la del candidato a diputados
por cada circunscripción.
La elección de senadores (cuatro por departamento) se define
según la cantidad de votos.
Si se cumplen los pronósticos, Morales tiene ya seguras 18 de
las 25 bancas que necesita para controlar el senado, de 36
miembros.
Las encuestas también dan por descontado que tendrá amplia
mayoría en diputados.
La estrategia opositora para impedirle hegemonía total busca
capitalizar el descontento que provocó dentro del Movimiento al
Socialismo (MAS) su decisión de "invitar" como candidatos a
parlamentarios a gente de la clase media para ampliar la base
social de su gobierno.
"El que dé voto cruzado es un traidor al proceso de cambio",
dijo Morales, quien recomendó a sus seguidores "no dejarse
engañar".
El diputado Jorge Silva, jefe de campaña del MAS, atribuyó los grafitis a "una campaña de la derecha para confundir" y anunció que Morales encabezará ahora caravanas por todas las circunscripciones apoyando a sus candidatos.
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