La creciente influencia brasileña en América Central, observada en la crisis de Honduras, es consecuencia de una estrategia del gobierno del presidente Luiz Lula da Silva que combinó una diplomacia más activa con una presencia económica más agresiva en esa región, señalan especialistas.
Desde su llegada al gobierno en 2003 Lula da Silva abrió 35 embajadas nuevas en todo el mundo, 7 de ellas en América Central y el Caribe, con el propósito de ganar terreno en una zona que históricamente estuvo "fuera del radar" diplomático de Brasilia, publicó ayer el diario Estado de Sao Paulo.
La influencia brasileña quedó demostrada en la crisis hondureña luego de que el mandatario depuesto, Manuel Zelaya, se refugió en la embajada del país sudamericano en Tegucigalpa.
La profesora Janina Onuki, de la Universidad de San Pablo,
sostiene que uno de los objetivos perseguidos por Brasil en
América Central y el Caribe es procurar el respaldo de esos
países en organismos multilaterales como la ONU, donde Brasilia
aspira ocupar un lugar permanente en el Consejo de Seguridad.
Paralelamente, la penetración comercial y de inversiones brasileñas dio un salto en los últimos años, hasta llegar a 1.500 millones de dólares.
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