La "guerra urbana" entre narcos rivales y policías en favelas de Río de Janeiro, que causó al menos 44 muertos, reavivó la polémica sobre cómo combatir el narcotráfico y, según alertan autoridades, amenaza repetirse en otras metrópolis brasileñas.
Las imágenes del helicóptero policial derrumbado por los narcos el 17 de octubre, en su intento por frenar la ocupación de facciones de narcos rivales en favelas de Rio, recorrieron el mundo. Y además actualizaron un viejo debate sobre cómo prevenir y evitar la acción del narcotráfico en Río, "caja de resonancia" del país como la definió el presidente Luiz Lula da Silva y sede del Mundial 2014 y de los Juegos Olímpicos 2016.
Especialistas consultados por ANSA apuntaron a "la ausencia
del Estado" en las favelas (barriadas paupérrimas), así como la
"ineficacia" de las políticas de represión, y "la corrupción" de
policías y militares, que de un modo u otro permiten y hacen
ojos vista al ingreso al país de armas de gran porte (como
ametralladoras anti-aéreas)" como los motivos centrales del
dominio de los narcos en las comunidades más pobres.
La pregunta es ¿por qué en Rio en particular la guerra entre
facciones de narcos rivales y policías es cada vez más cruenta,
al punto de que el mayor miedo de un carioca en ser alcanzado
por una bala perdida?
Según los expertos, entre otras razones, porque "los jefes de
las facciones criminales son cada vez más jóvenes y ya no se
rigen por antiguos códigos, como el de no consumir drogas y a la
hora de actuar, están fuera de control".
Todo eso conlleva "a una mayor agresividad y crueldad" en las
ofensivas del narcotráfico. Y también de la policía.
Para el ex Secretario Nacional de Seguridad, Luiz Edoardo
Soares, "la violencia forma parte ineludible de las vidas de
millones de brasileñas y brasileños que viven en favelas".
En las favelas cariocas viven unos 2,6 millones de personas
según datos oficiales -sobre un total de 6,6 millones en la
ciudad-, en condiciones paupérrimas: hay de falta de servicios
básicos, como agua potable, cloacas, escuelas, áreas de deportes
para niños y adolescentes y una topografía que contribuye, a que
los narcos "y paramilitares" se escondan a sus anchas en las
precarias viviendas construidas de modo irregular en los morros
de la "cidade maravilhosa".
"En esas condiciones, el narcotráfico domina en las favelas
donde el Estado está ausente hace décadas. Los narcos aprovechan
esa ausencia y dan a los habitantes servicios básicos y ayuda
económica a cambio, no solo de una suerte de impuesto, sino
también de cobertura en casos extremos, como cuando llega la
policía", explicó Soares a ANSA.
Pero la extrema violencia en los combates en Rio, donde se
habla de modo natural de una "guerra urbano-civil" no se frena
solo con represión policial e incluye otros flagelos, como la
corrupción policial.
"Esta situación se debe tanto a la delincuencia como a los
métodos usados por algunos policías, la fuerza, precisamente, a
la que se paga para proteger la comunidad. Es imposible abordar
el narcotráfico soslayando el grado de corrupción de la policía,
que permite por ejemplo, el ingreso de armas del calibre que
hemos visto en estos días", dijo Soares sobre las ametralladoras
anti-aéras que derrumbaron al helicóptero de la policía.
En ese sentido, datos oficiales apuntan que en ocho años la
policía de Rio incautó 50 ametralladoras anti-áéreas; solo una
muestra del arsenal de los narcos en las favelas, atemorizadas
por la crueldad de los narcos que no dudan, en colgar una oreja
humana en un cable de luz, como relató a ANSA un habitante del
Morro dos Macacos, norte de Rio, Junior Morais, de la Asociación
de Moradores de esa favela, escenario de los episodios de
violencia más recientes.
"Solo quien vive aquí sabe qué significa tener que pagar
tanto a un narco como a un paramilitar, para conseguir una
bombona de gas, o circular por la comunidad. Ya hemos visto de
todo, y nuestros chicos también: orejas colgadas en una cable de
luz, cuerpos en bolsas de residuos, en carritos de supermercado,
así como el ruido de balas y tiroteos que nos obliga a tirarnos
en el suelo y pedirle a Dios que termine esta maldita guerra",
relató Morais.
El grado de crueldad de los narcos se relaciona, para la ex
inspectora de la policía y actual diputada federal Marina
Maggessi, "con que los cabecillas de las facciones son cada vez
más jóvenes, tienen alrededor de 25 años, y se drogan, algo que
históricamente los jefes de esas facciones no hacían".
"Se perdió una especie de ¿código¿que dominaba hace años en
las facciones más antiguas, como Comando Vermelho, CV, y que
consistía en que quien gerenciaba la venta ilegal de droga, no
consumía estupefacientes", explicó a ANSA la especialista.
"Hoy estamos ante jefes de cuadrillas cada vez más jóvenes y
drogados, fuera de control ante cada ofensiva. Eso empeora una
situación que per se, ya es un flagelo. Los narcos drogados no
dudan un segundo en disparar a quien sea", destacó.
Para Maggessi, presidente de Comisión de Seguridad Pública y Combate al Crimen Organizado, "si no hay cambios urgentes en la concepción de seguridad pública, Brasil tendrá un cuadro de violencia semejante al que tiene hoy Rio de Janeiro".
Todos los derechos reservados Copyright 2007
Terminos y usos del sitio
Directorio Web de Argentina
Secciones
Portada del diario | Ediciones Anteriores | Deportes | Economia | Opinion|Policiales
Contactos
Publicidad en el diario | Redacción | Cartas al director| Staff