WASHINGTON, 30 oct (IPS) - Luego de meses de titubeos, Washington despachó una misión diplomática a Honduras que consiguió sellar en 48 horas un acuerdo entre el presidente depuesto, Manuel Zelaya, y el usurpador, Roberto Micheletti.
Por Matthew Berger.
El acuerdo, que será objeto de un dictamen consultivo de la Corte
Suprema de Justicia y de la ratificación del Congreso legislativo de
Honduras, resolvió el asunto central que había frenado varios intentos
de poner fin a la crisis de ese país: la restitución de Zelaya en su
cargo de presidente hasta que finalice su mandato, el 27 de enero.
Pero también se trata de una importante victoria para la política exterior del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
La delegación estadounidense --integrada por el secretario de
Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon,
su adjunto, Craig Kelly, y el asistente especial de la Casa Blanca y
director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad
Nacional, Dan Restrepo--, voló a Tegucigalpa el miércoles con el fin de
sentar nuevamente a las partes en la mesa de diálogo.
El gobierno de Obama había recibido críticas de varios países
de América Latina que le reprochaban no trabajar a fondo para resolver
la crisis que se desató en Honduras el 28 de junio, cuando militares
encapuchados y armados sacaron a Zelaya de la cama y lo subieron en
piyamas a un avión con rumbo a Costa Rica.
Pero también abundaron las críticas internas a Obama desde
sectores de derecha que en Washington apoyan al régimen de facto
hondureño.
"Estados Unidos se dio cuenta de que el tiempo se acababa y
no aparecía una solución. Tenía que hacer algo, tomar una actitud más
activa", dijo a IPS el analista Michael Shifter, vicepresidente del
instituto Diálogo Interamericano. "Esperemos que en futuras crisis no
esperen tanto."
Este viernes no faltaron las felicitaciones.
"Hay que destacar el aporte de Estados Unidos y del secretario
adjunto Thomas Shannon, quien se interesó profundamente en la búsqueda
de una solución, con un gran costo personal", sostuvo el secretario
general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel
Insulza, en una declaración escrita.
Insulza también reconoció el papel que jugaron otros
gobiernos y autoridades, en especial el presidente de Costa Rica, Óscar
Arias, quien dio el primer paso hacia las negociaciones al ofrecer en
julio un plan con varios puntos que resultó, a la postre, la base de lo
acordado este viernes.
Arias también fue felicitado por políticos y funcionarios
estadounidenses que ven en el desenlace de este viernes la culminación
de intensas gestiones de gobiernos americanos por revertir un golpe de
Estado por medios pacíficos.
"Es un gran paso adelante del sistema interamericano y del
compromiso con la democracia, materializado en la Carta Democrática",
dijo este viernes la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham
Clinton desde Islamabad. "Estoy muy orgullosa de haber sido parte del
proceso, y de que Estados Unidos haya sido útil en él."
En un primer momento, el gobierno de Obama evitó calificar de
golpe de Estado lo ocurrido en Honduras, lo que significaba interrumpir
de forma automática todo tipo de asistencia a ese país, excepto la
ayuda humanitaria.
Pero a inicios de septiembre, la administración corrigió el
rumbo, declaró que los hechos del 28 de junio constituían un "golpe de
Estado" y cortó parte de la ayuda.
Estados Unidos, junto con los gobiernos latinoamericanos,
advirtieron que no reconocerían las elecciones planificadas para el 29
de noviembre ni al gobierno que emergiera de ellas si se llevaban a
cabo bajo el régimen de facto encabezado por Roberto Micheletti.
Este rechazo a los comicios fue cuestionado por varios
congresistas estadounidenses que consideran legítimo el régimen de
Micheletti.
Pero para Washington eran más complicadas las expectativas
planteadas por varios países latinoamericanos que esperaban de Estados
Unidos la conducción de medidas drásticas para revertir el golpe.
"Las naciones latinoamericanas pedían que Estados Unidos
trabajara con ellas en carácter de aliado. Pero cuando se suscitó la
crisis hondureña, le reclamaron que se pusiera a la cabeza y empleara
el garrote", describió Shifter.
"Esto irritó a algunos funcionarios de Obama. Creo que las consecuencias dejarán un gusto amargo para Washington", agregó.
Shifter estima que a Estados Unidos le llevará un buen tiempo
encontrar su lugar, ahora que ya no es la única y solitaria potencia
hegemónica en el hemisferio. "No se trata de hacer los goles, pero
tampoco de sentarse en el banco de suplentes", describió.
En definitiva, el gobierno de Obama terminó por entender que
Estados Unidos puede ser parte de un conjunto de países y aun así
adoptar acciones decisivas.
"La lección es que Estados Unidos puede apoyar esfuerzos
regionales y multilaterales" sin que eso implique quedar relegado de
las decisiones, según Shifter.
Mientras, varias voces advierten sobre importantes obstáculos
que persisten en Honduras para la afirmación de la democracia, tanto
los surgidos por el golpe como los que existían con anticipación.
"Esto es la resolución de la crisis inmediata. Pero las
cuestiones subyacentes aún no se han resuelto", dijo a IPS Vicki Gass,
de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por
sus siglas en inglés), organización no gubernamental que promueve la
democracia y los derechos humanos en la región.
Gass sostuvo que esos asuntos no se limitan a la erosión de
los derechos humanos registrada desde el golpe de Estado, e incluyen la
exclusión política, la impunidad y la inequidad, que ni siquiera podrán
resolverse de inmediato a través de las elecciones.
También está por verse si las restricciones a las libertades
de prensa, de expresión y de asociación que fueron impuestas, y luego
parcialmente levantadas, se atenuarán lo suficiente como para permitir
que las elecciones sean libres y justas.
De todos modos, el primer desafío es lograr que el acuerdo sea aprobado por el Congreso hondureño y luego cumplido.
"El éxito dependerá de un control internacional riguroso de la
implementación del convenio", dijo el presidente del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, John Kerry, del
gobernante Partido Demócrata.
"Queda un largo camino por recorrer, y cuando se trata de Honduras cualquier cosa es posible", advirtió Shifter.
El principal mensaje que muchos en Washington extraen del
acuerdo es que no se admitió, y fue derrotado por medios pacíficos y
diplomáticos, un golpe de Estado en una región con un gran historial de
golpes de Estado.
"Esto demuestra que América Latina no regresará a los tiempos
en que fuerzas militares entrenadas y financiadas por Estados Unidos
dar vuelta la voluntad del electorado", dijo este viernes el codirector
del Centro para la Investigación Política y Económica, Mark Weisbrot.
Clinton también percibió un punto de inflexión para la
región. "No recuerdo otro ejemplo de un país latinoamericano que,
habiendo sufrido una ruptura del orden democrático y constitucional,
derrote tal crisis a través de la negociación y el diálogo", sostuvo.
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