Este acontecimiento, por muchos años, fue celebrado como un hecho que permitió el enriquecimiento cultural de los pueblos originarios de nuestras tierras.
Considero importante que nosotros, como habitantes de esta vasta y maravillosa América, sepamos y reflexionemos sobre lo que realmente ocurrió hace 517 años.
No fue el intercambio pacífico de las costumbres de dos culturas diferentes, si no el avasallamiento violento de la cultura española, que se creía superior, sobre la de los indígenas.
Hace muchos años, en América, había poca gente y mucho territorio. Todos trabajaban la tierra y cuidaban a sus hijos. Todos comían de lo que la tierra les daba. Se lo repartían entre todos y quedaban satisfechos.
Un día llegaron a esta tierra personas de otro continente, trayendo cosas nuevas que los de aquí no conocían.
La llegada de Colón a América no representa, como durante mucho tiempo se pensó, el desarrollo económico, social, religioso, histórico y racial, si no el saqueo absoluto de nuestras tierras y la aniquilación de una inmensa y majestuosa cultura indígena.
La gente nueva se instaló en esta tierra cercana y, con sus armas, obligó a la gente de aquí a cambiar su forma de vida. La gente nueva se hizo dueña de sus tierras y obligó a la gente de aquí a ser sus sirvientes. Se despreció sus creencias, su organización social, su lengua y toda aquella forma de existencia. No se los consideraron hombres, sino bestias sin cultura que debían ser transformados y asesinados si se resistían a lo que españoles llamaron erróneamente ‘’civilización’’.
Los años siguen su curso y muchos indígenas siguen actualmente luchando, reuniéndose con políticos y con otras personas importantes para recuperar sus derechos a vivir en sus tierras y a conservar sus costumbres y formas de vida.
Es trascendental que no nos olvidemos de lo que realmente significa este triste día de luto, y que reconozcamos nuestras verdaderas raíces respetándolas y valorándolas, porque un pueblo que se reconoce a sí mismo es aquel que es capaz de volver a sus orígenes, recorrer su historia con madurez, y valorar los procesos que le permiten plantearse en el presente como pueblo.
Aquel significado en el que dentro de la diversidad cultural, social, política y también étnica, somos capaces de reconocer elementos de identidad y unidad, que nos facultan, en definitiva, para plantearnos de manera sólida hacia un futuro común y propio.
Con esta premisa, quiero invitarles hoy a celebrar este día con un nuevo significado para nosotros.
María Mercedes Villalba
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