Chicos y adolescentes menores de 18 años en América Latina y el Caribe sufren maltrato físico o psicológico y un alto porcentaje de adultos piensa que se trata de una práctica normal de educación y socialización, según un estudio de Unicef difundido ayer en Buenos Aires.
Encuestas realizadas en 16 países de la región indican que, en algunos casos, más del 80% de los adultos consideran natural recurrir al maltrato -incluido el castigo corporal- para imponer disciplina, advierte el informe del organismo de la ONU para la infancia y la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
"Maltrato infantil: una dolorosa realidad puertas adentro", un documento publicado en el boletín Desafíos número 9, analiza el avance de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Infancia y Adolescencia.
La falta de una metodología homologada que mida las diferentes formas de abuso impide hablar de cifras comparables entre los países, señala el comunicado aunque remarca que varias encuestas nacionales indican que "el maltrato infantil es un fenómeno en ascenso rara vez denunciado".
En Colombia, el 42% de las mujeres consultadas informó que sus parejas o esposos castigaban a sus hijos e hijas con golpes, según datos de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2005.
El 82% de adultos encuestados en Uruguay en un estudio del Ministerio de Desarrollo Social en 2008 reportó alguna forma de violencia psicológica o física hacia un infante en el hogar.
En Costa Rica, una investigación en 2004 del Instituto de Estudios Sociales en Población reveló que 65,3% de los adultos ejerce violencia física contra sus hijos.
El principal factor de riesgo para que exista violencia contra los chicos en el interior de las familias es que el padre o la madre hayan sufrido una experiencia similar en su niñez, según la
psicóloga Soledad Larraín y la socióloga Carolina Bascuñán, de
UNICEF, autoras del estudio.
El fenómeno se conoce como "transmisión intergeneracional de la violencia" y es el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, que provoque o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones, explicaron
Pese a los esfuerzos, la región no desarrolló todavía una respuesta eficaz principalmente porque no hay datos sobre la real dimensión y características del maltrato, en especial cuando ocurre dentro del hogar, porque la práctica de denuncia no está extendida y, cuando existe, son mínimos los casos que la justicia sanciona.
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