El abogado laboralista hace autocrítica y dispara: “no supimos profundizar los cambios, no se redistribuyó la riqueza y no bajamos tanto como queríamos la desocupación y el trabajo en negro.” Sin embargo, se muestra optimista ante quienes presagian la muerte del peronismo y el revivir de la derecha. Impulsor de una asignación familiar para los desocupados, sintetiza sus proyectos legislativos en una frase: “Queremos salir de la legislación laboral de la dictadura”.
Para el diputado nacional Héctor Recalde (que renovará su mandato a partir del 10 de diciembre próximo) la derrota del kirchnerismo en las recientes elecciones legislativas no significa el principio del fin sino una advertencia de la sociedad al gobierno de Cristina. Por esta razón, este abogado laboralista y alma mater de la CGT en el Congreso es optimista de cara el futuro. Con Revista ZOOM analizó (antes de que estallara la interna con los Gordos) la continuidad del proyecto nacional y las leyes que la central obrera piensa impulsar en Diputados.
—El 28 de junio, ¿la gente votó el modelo de un país sojero, en lugar del modelo de un país que saque a la gente de la pobreza y privilegie el trabajo?
—El 28 de junio del ‘66 fue el golpe de Onganía y el 28 de junio de 2009 el golpe fue para nosotros. No coincido con el planteo. Creo que la sociedad nos dio un tirón de orejas. No ganaron los otros, perdimos nosotros. Esta es mi lectura, y respeto otras. La razón es que no supimos profundizar los cambios: no se redistribuyó la riqueza, no bajamos tanto como queríamos la desocupación y el trabajo en negro, que bajó pero no lo necesario. Ojo, que tampoco vamos a minimizar los logros, porque acá hubo un cambio copernicano en mayo de 2003, fundamentalmente para los trabajadores. Pero no alcanzó. Entonces, uno tiene que tomar lectura de lo que la ciudadanía votó. A mí no me gusta hablar de la gente, yo digo pueblo o ciudadanos o la sociedad, gente es posmoderno. Creo que es útil tomar enseñanzas de ese voto y ver cómo corregimos las conductas. Estoy absolutamente convencido de que no tengo que cambiar un solo ápice de mis convicciones, principios e ideales, pero sí la metodología, la intensidad. En ese sentido hay que avanzar más, con más profundidad y rapidez. Y soy optimista para el futuro, absolutamente.
—¿Cómo percibe al actual bloque oficialista de Diputados? ¿Hay deserciones? ¿Qué alianzas prevé para la Cámara a partir del 10 de diciembre?
—Estuve hablando con Agustín Rossi y el bloque está firme. Lo que va a quedar expuesto el 10 de diciembre, con la nueva integración de la Cámara, es que lo que dijeron en la campaña electoral los distintos sectores de oposición deberán concretarlo en hechos y actos. Porque es muy fácil hablar de la redistribución de la riqueza sin decir a quién le sacamos para darle a quién. Dicho así, es nada más que una afirmación retórica. Por eso, en la cancha se ven los pingos.
—Algunos hablan de que no hay futuro para el kirchnerismo. Otros señalan que del 2003 para acá el kirchnerismo consolidó una franja electoral del 30%.
—Yo lo que creo es que perdimos votos, aunque es cierto que se avanzó del 2003 en adelante. No hay que autoengañarnos, pero acá nadie murió. “Los muertos que van matando gozan de buena salud”, hay que decirles a algunos que están presagiando la muerte del kirchnerismo, del peronismo y el revivir de la derecha y los sectores económicos concentrados. Eso es lo que quisieran, pero me parece que se equivocan. Nosotros estamos vivitos y coleando, y además con mucha fuerza para recuperar lo que perdimos.
—El kirchnerismo ¿sigue siendo la fuerza política que lleva la bandera de la defensa del Estado para intervenir en la economía y arbitrar ante el mercado en defensa de los más débiles?
—Esa es la esencia del peronismo, que nació realmente para llegar a una sociedad más igualitaria. Por eso la defensa de los trabajadores, de los desposeídos como decía Evita. Esas son nuestras fuentes y en eso vamos a seguir peleando.
—Hoy no resulta sencillo definir quién es peronista…
—No basta cantar la marcha, no basta golpearse el pecho y gritar “Viva Perón”. Hay que actuar como peronista. Hay muchos que no sé si se tiñeron el pelo, pero no son peronistas. A mí no me pueden decir que Macri es peronista… El peronismo es un movimiento muy amplio con muchos sectores de opinión, pero hay que tener la esencia, que son las tres banderas. Si uno apoya el golpe a Honduras no puede ser peronista. Si uno no está por la redistribución de la riqueza, concretamente diciendo a quién se le saca para darle a quién, no es peronista. Si uno quiere seguir dependiendo del Fondo Monetario Nacional, no es peronista. Más que dar nombre y apellido, esos son datos concretos de lo que yo creo que es el posicionamiento peronista. Lo otro, solo sirve para engañar y confundir al pueblo.
—Omar Plaini, en una entrevista para ZOOM, dijo que la CGT va a discutir la ley de contrato de trabajo para volver a la original de Norberto Centeno. Usted es autor de numerosas correcciones a la ley actual. ¿Puede ser posible, con esta coyuntura, que el movimiento obrero logre ese objetivo?
—Eso es lo que hablamos con la CGT. Es más, el año pasado le hicimos un homenaje a Norberto Centeno el 7 de julio en la CGT y vinieron Néstor y Cristina. Además, yo fui compañero de trabajo de Centeno asesorando a los gastronómicos y él fue el númen de la ley de Contrato de Trabajo del año ’74. Y yo era un perejil, pero ayudaba. Mi eje, con relación a lo laboral, es salir de la legislación laboral de la dictadura. Te voy a contar una anécdota poco conocida: en las elecciones del ‘83 participé en los equipos políticos y me tocó redactar la parte laboral de la plataforma electoral del PJ. Más o menos, en términos generales, decía que no solamente por las razones de fondo, sino por un imperativo ético, la primera ley que iba a sancionar el gobierno (suponíamos que Luder ganaba) era derogar toda la legislación laboral de la dictadura, poner en vigencia la anterior y después se discutía cómo mejorarla. Queremos poner en vigencia la ley de Centeno. Lo vamos a trabajar con Plaini a partir del 10 de diciembre y ahora se va a enriquecer el trabajo con la presencia de Julio Piumato, que ya accede a la banca hasta fin de año en reemplazo de Jorge Coscia (que asumió como secretario de Cultura).
—¿Van a trabajar para que quede constituido el Consejo Económico y Social con una ley del Congreso?
—Es una vieja aspiración de la central obrera. Hay que tener mucha grandeza de los sectores empresarios para que no haya gatopardismo y pequeñeces. Creo que hay que ir a las fuentes y releer el acta de compromiso nacional de junio de 1973 para ver la riqueza y profundidad que tenía un acuerdo social como el que en aquel momento se firmó entre el movimiento obrero, el sector empresario y el gobierno. Entre José Gelbard (por el ministerio de Economía), José Rucci (por la CGT) y Julio Broner (por la CGE).
—¿También la CGT va a trabajar el aumento de las asignaciones familiares y en el combate al trabajo en negro?
—Yo tengo dos proyectos que me parecen muy trascendentes con relación al trabajo en negro y para buscar vías oblicuas para que baje. El primero se aprobó casi por unanimidad en Diputados y está en Senadores. Ojalá que los compañeros senadores se acuerden de que ya está y le metan manija. ¿De qué se trata? Pagarle subsidio por desempleo al trabajador en negro despedido. Lo protegemos, desincentivamos este tipo de contratación (que es un delito) y al mismo tiempo conseguimos algo que Perón decía: “la gente es buena y si uno la controla es mejor”. Hay un problema estructural del Estado argentino, que es la dificultad de controlar la aplicación de las leyes en cualquier materia. Esto lo escribí 10 días antes de Cromañón, que es un ejemplo paradigmático de lo que no debe suceder por falta de control. ¿Por qué digo eso? Cada compañero en negro despedido, que va al Ministerio de Trabajo a pedir que le paguen subsidio por desempleo, se convirtió en un inspector de policía de trabajo gratis y esta diciendo: “Ahí donde yo laburo hay trabajo en negro”.
—¿Cuál es el otro proyecto?
—El segundo, y aquí hay una diferencia con la CTA, es una asignación universal por hijos que nosotros la planteamos en dos etapas. La primera es que se le pague salario familiar a todos los trabajadores de la entidad privada que no lo perciben. ¿Quiénes son? Los que están en negro, porque los otros, como hay un fondo compensador, tienen el beneficio. El que está en blanco cobra siempre el salario de desempleado. Basta que el trabajador vaya con la fotocopia de la partida de nacimiento y firme en una declaración jurada y diciendo dónde labura para que se le pague el salario familiar por hijo, porque ahí tenemos otro más para ver dónde tenemos trabajo en negro. Otra vez tenemos inspector de policía de trabajo gratis. Cuando hayamos terminado esta etapa, entonces ahí vamos a asignación universal. Pero empecemos por esto, que tiene un valor agregado. Por eso digo que el combate contra el trabajo en negro tiene en mí a un peleador.
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