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19/07/2009 - Funcionarios

Palmerola y la "guerra preventiva" en Honduras

Caracas, 19 Jul. ABN (Aurelio Gil Beroes).- La vacilante conducta que ha exhibido el gobierno de Estados Unidos frente a la crisis política de Honduras, parece explicarse por el doble perfil de su política. Por un lado, promovió el golpe militar que derrocó al Presidente Manuel Zelaya y por el otro, ha tenido que alinearse con el repudio mundial a ese hecho, para no quedar aislado políticamente en el escenario internacional.

Con el derrocamiento de Zelaya, Washington trata de asegurar sus intereses en la región, y de garantizar su capacidad de presión y tutela sobre los gobiernos vecinos, antes de que un presidente díscolo, surgido de las filas del liberalismo, pero proclive a los aires de soberanía que recorren a Latinoamérica, alejase definitivamente a Honduras de su redil.

Así pues, y en una versión política de lo que se conoce militarmente como “guerra preventiva”, el domingo 28 de junio, se produce el golpe de Estado que derroca a Zelaya.

Una parte muy importante de esos intereses que había que asegurar a toda costa y ante cualquier amenaza, y que, por ahora, quedan a buen resguardo, es la base militar que Estados Unidos mantiene en la zona de Palmerola, en la propia Honduras.

Palmerola

Con este nombre se designa a un pequeño pueblo de la provincia española de Cataluña, cercano a la frontera con Francia.

Este nombre parece no existir en ninguna otra parte de Iberoamérica excepto en Honduras, donde identifica una zona cercana a la antigua capital de ese país: Comayagua.
En esa zona se localiza la base “Coronel José Enrique Soto Cano”, que es la sede de la fuerza aérea hondureña y de la escuela de aviación militar de ese país.

La base está emplazada en un área de 3 kilómetros de ancho por 10 de largo, sobre una meseta de 628 metros sobre el nivel del mar, donde opera, desde principio de los años 80 del siglo pasado, un enclave militar estadounidense denominado Fuerza de Tarea Conjunto Bravo.

Este contingente está integrado por cerca de 500 efectivos adscritos a seis diferentes comandos: Personal conjunto, Escuadrón aéreo 612, Fuerzas Armadas, Fuerzas de seguridad conjuntas, un componente médico y un batallón del regimiento 228 de la aviación.

Además, un componente de la Armada del Sur, de Estados Unidos, presta apoyo aéreo para las tareas y misiones de la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo.

En la base operan por lo menos 18 helicópteros de las series UH-60 Black Hawk y CH-47 Chinook, entre otras aeronaves de combate y reconocimiento.

La pista de esta base militar, una de las más grandes de Centroamérica, permite el aterrizaje de aeronaves de gran tamaño.

Allí aterrizaron aeronaves de todo el mundo, en ocasión del recibimiento de la ayuda humanitaria que se brindó a ese país, luego de que, en octubre de 1998, fuera azotado por el huracán Mitch, con saldo de 10 mil muertos y miles de desaparecidos.

Legalidad de la base

La Constitución hondureña, vigente desde 1982, prohíbe la presencia permanente en territorio del país, de contingentes militares extranjeros.

El Artículo 19 de esa Carta Magna establece: “Ninguna autoridad puede celebrar o ratificar tratados u otorgar concesiones que lesionen la integridad territorial, la soberanía e independencia de la República.

Quien lo haga será juzgado por el delito de traición a la Patria. La responsabilidad en este caso es imprescriptible”.
Y el Artículo 107 asegura la propiedad de la tierra para los hondureños: “Los terrenos del Estado, ejidales comunales o de propiedad privada situados en la zona limítrofe a los estados vecinos, o en el litoral de ambos mares, en una extensión de cuarenta kilómetros hacia el interior del país, y los de las islas, cayos, arrecifes, escolladeros, peñones, sirtes y bancos de arena, sólo podrán ser adquiridos o poseídos o tenidos a cualquier título por hondureños de nacimiento…

Y añade también: “por sociedades integradas en su totalidad por socios hondureños y por las instituciones del Estado bajo pena de nulidad del respectivo acto o contrato.

La adquisición de bienes urbanos -puntualiza- comprendidos en los límites indicados en el párrafo anterior, será objeto de una legislación especial.

Más adelante señala: Se prohíbe a los registradores de la propiedad la inscripción de documentos que contravengan estas disposiciones”.

Convenio anexo

Mucho antes, en 1954, los gobiernos de Honduras y Estados Unidos suscribieron un acuerdo por medio del cual, la nación del norte prestaría apoyo militar a la nación centroamericana, en condiciones determinadas.

Sobre la base de este acuerdo, y mediante un anexo al mismo, los mandos militares de ambos países, a principios de los años ochenta, convinieron en establecer un contingente militar norteamericano en la base Coronel José Enrique Soto Cano.

Este convenio podría ser abrogado fácilmente por el presidente Zelaya, posibilidad ésta que, como dijimos, ha debido ser una de las razones que indujeron al Gobierno de Washington a derrocar a Zelaya.

Para burlar la Constitución, los espacios de alojamiento y trabajo del contingente militar estadounidense en Palmerola son instalaciones provisionales: carpas, chozas, galpones y ventorrillos.

Pero se trata en realidad de un personal permanente, alojado en instalaciones permanentemente provisionales.

Antecedentes de operaciones

En cumplimiento de su misión en la región, la base de Palmerola fue utilizada por el ejército estadounidense, al mando del coronel Oliver North, en los años 80, para hostigar a la triunfante Revolución Sandinista de Nicaragua.
Armas y dinero provenientes del tráfico de drogas, entraron y salieron de esa base para financiar el ejército de mercenarios antisandinistas.

Recuérdese el escándalo “Irán- Contras”, que develó los perversos mecanismos de tráfico de drogas a los cuales recurrieron la CIA y el ejército estadounidense, para obtener dinero y armas contra la revolución sandinista, burlando así disposiciones expresas de la Constitución de ese país y del Congreso.

La guerra contra la naciente Revolución en Nicaragua, dejó un saldo de decenas de miles de muertos y pérdidas económicas incalculables de las cuales ese país aún no se ha recuperado.

Otro destino

El 31 de mayo de 2008, el presidente Zelaya anunció que el aeropuerto de la base de Palmerola comenzaría a recibir vuelos comerciales en un lapso de 60 días.

Un accidente ocurrido en Toncontín, el aeropuerto que sirve a la la ciudad de Tegucigalpa, atribuido a las cortas dimensiones de esa pista, y que dejó un saldo de cinco muertos, fue la causa del anuncio presidencial.

También hay planes de reconstrucción de la infraestructura del aeropuerto, ordenados por Zelaya con el apoyo financiero del ALBA.

Lo cierto es que la eventual operación comercial de Palmerola, significaría una clara restricción a las operaciones militares que allí se despliegan, cuestión que podría significar la apertura de un nuevo tiempo para la vida económica, política y social de ese país.

Por ahora, esta posibilidad permanece secuestrada por los militares golpistas y la oligarquía hondureña. 

 


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