El arresto en China de un ejecutivo del grupo minero Rio Tinto, sospechoso de espionaje, podría enfriar el entusiasmo de los inversores respecto al gigante asiático, donde el "secreto de estado" suele ser muy maleable, según analistas.
La detención el pasado 5 de julio de Stern Hu, ciudadano australiano responsable de las operaciones del grupo anglo-australiano en Shanghai (China), ilustraría la voluntad china de sacar "músculo" político.
China dijo el jueves tener "pruebas suficientes" de que Hu y otros tres colaboradores suyos, también detenidos, robaron "secretos de estado". Según las autoridades chinas, el directivo de Rio Tinto obtuvo esos secretos sobornando a responsables de acerías chinas cuando negociaba con ellos el precio de venta de mineral de hierro.
Los arrestos fueron practicados después de que a comienzos de junio Rio Tinto se retirara de un acuerdo estratégico con el gigante público chino del aluminio Chinalco.
"El momento escogido es inquietante, no creo que sea una coincidencia", comenta John Lee, especialista de China en el Centro Australiano de Estudios Independientes.
Según el acuerdo abortado, que Rio Tinto y Chinalco concluyeron en febrero, el grupo chino habría invertido 19.500 millones de dólares estadounidenses en el anglo-australiano para hacerse con el 18% de su capital y obtener importantes activos mineros.
Sin embargo, Rio Tinto prefirió optar por un aumento de capital de u$s 15.200 millones, y aliarse con su rival y compatriota BHP Billiton.
Según John Lee, las autoridades chinas, irritadas por este fracaso y por la firmeza de Rio Tinto en la negociación del precio del mineral de hierro, podrían estar tomando represalias.
Los arrestos podrían enfriar ahora el comercio con China, en un momento en que el gigante asiático, gran consumidor de energía, intenta entrar con fuerza en sociedades de materias primas.
El arresto de Hu ha tenido un eco internacional, ya que es la primera vez que un directivo de una empresa australiana es detenido en China, destaca Billy Mak, profesor de finanzas en la Universidad Bautista de Hong Kong (China).
Según el gabinete de consejo Dragonomics de Beijing (capital china), las leyes chinas contra el espionaje abarcan ámbitos de aplicación tan amplios que son una verdadera trampa para las empresas extranjeras.
"Evidentemente, esto supone problemas para los inversores extranjeros. La noción de secreto de estado en China afecta un amplio espectro de informaciones comerciales en los grupos públicos", indica Arthur Kroeber, director de Dragonomics.
La semana pasada, el ministro australiano de Relaciones Exteriores, Stephen
Smith, se dijo sorprendido por las leyes chinas sobre el secreto de estado,
asegurando que éstas incluyen lo que en otros países se asimila a una actividad
comercial normal.
(x) Editada por la "Agence France Presse" (AFP), de
Francia. Reproducida por la agencia especializada "Mining Press", de la
Argentina.
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