El secretario general de la OEA dio a conocer a los jueces el ultimátum promovido por el organismo para que se respete la institucionalidad. En tanto, Tegucigalpa se dividió entre manifestaciones populares a favor y en contra del golpe.
Anoche viajó Cristina a Washington para tratar el tema.
(Télam, por Horacio Raña, enviado especial).-
El secretario
general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Miguel Insulza,
se reunió esta tarde con el pleno de la Corte Suprema de Justicia de
Honduras, para hacer conocer el ultimátum promovido por el organismo
para que se respete la institucionalidad democrática.
De la
reunión, que se extendió por más de una hora y media participó también
el fiscal general Luís Alberto Rubi; en una jornada en que las calles
de la capital hondureña se vieron divididas por manifestantes a favor y
en contra del golpe de Estado, que realizaron sendas concentraciones a
sólo 500 metros de distancia.
Insulza les trasmitió a los
jueces el plazo de 72 horas dispuesto por la OEA, para que se restituya
en su cargo al depuesto mandatario Manuel Zelaya, quién el 28 de julio
último fue expulsado del país por un grupo de militares que colocaron a
Roberto Micheletti en su lugar.
Tras el encuentro el
representante de la OEA, Insulza se retiró como había llegado, en un
auto con sirena y en medio de un fuerte operativo militar, sin hacer
declaraciones.
La intención de Insulza era llegar a la sede de
su organismo, en el barrio Los Castaños, pero cuando se supo que se
dirigía hacía allí a través de las radios, los seguidores de Zelaya
empezaron a llegar al lugar para darle su apoyo.
Finalmente, y
debido a la gran cantidad de manifestantes que llegaron al lugar, la
camioneta de Insulza no pudo detenerse en el lugar, por lo que se tuvo
que modificar el lugar del encuentro.
Insulza iba a reunirse
en ese lugar con embajadores y diplomáticos de Francia, Ecuador, España
y de Taiwán, entre otros; pero finalmente la reunión se realizó en un
hotel céntrico.
En Honduras, se mantiene la incertidumbre para
saber que trae Insulza y que es lo que se está haciendo; en el marco de
una sociedad profundamente dividida entre los que apoyan el golpe y los
que piden la restitución de Zelaya. Estos últimos tienen la mira puesta
en el retorno del presidente Zelaya, previsto para hoy a las 18.
Además
de la visita de Insulza, la jornada del viernes también tuvo como notas
principales la convocatoria de quienes apoyan y quienes rechazan el
golpe de Estado, en dos manifestaciones realizadas en el centro de
Tegucigalpa.
La de los seguidores de Micheletti se hizo en la
Plaza Morazán y contó con todo el aparato informativo del gobierno en
su difusión: todas las televisoras la emitieron en vivo.
El
gobierno puso gran cantidad de micros para trasladar gente a esa
manifestación El gobierno puso micros a destajo para llevar a la gente;
y para intentar señalar que era un acto de la civilidad y no de origen
político organizado por el Partido Nacional, determinaron que los
oradores fueran gente de organizaciones sociales, pastores y curas.
El
nivel de los discursos por momento fue insólito y con proclamas como
"para evitar que vuelva el diablo a Honduras y que sobrevuelen los
arcángeles sobre todos los hondureños hay que apoyar este gobierno",
señalaba uno de los pastores. Paralelamente, los seguidores de Zelaya
hicieron una marcha a la misma hora, a unos 500 metros de distancia, en
la Plaza Colprosumah.
A diferencia de la marcha de la que
participaron los adherentes al golpe, en la de apoyo a Zelaya la
seguridad fue muy fuerte: se dispusieron dos vallados entre policías y
militares.
Según pudo comprobar Télam, tras recorrer las dos
concentraciones, a la de apoyo a Zelaya la gente se fue acercando y
sumando sin que necesitaran llevarla.
Por primera vez en
varios días lograron juntar una cantidad importante de manifestantes,
varios miles de personas; que marcaban el contraste con la gente
llevada a la otra marcha, entre otras cosas, porque portaban carteles
caseros o cartulinas escritas con fibrones.
La concurrencia a
la marcha por la restitución de la democracia fue espontánea y la gran
convocatoria se logró en sólo media hora, a pesar de que militares y
policías cerraban los caminos para evitar que la gente llegara al
lugar.
Al igual que ayer, los seguidores de Zelaya se cuidaron
de no hacer destrozos y de no pintar paredes, porque ese es el
principal argumento de la gente de Micheletti para justificar el golpe.
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