Hay amenazas cruzadas por las movilizaciones anunciadas por los seguidores del depuesto presidente Zelaya y los del golpista Micheletti. Mientras organismos internacionales intentan dar una salida a la crisis política en ese país, la sociedad se encuentra profundamente fracturada.
Por Horacio Raña, enviado especial.
Honduras se durmió anoche bajo un clima de tensión y amaneció hoy con
amenazas cruzadas por las marchas anunciadas por los seguidores del
depuesto presidente constitucional, Manuel Zelaya, y los del golpista
Roberto Micheletti.
"Pinocheletti, andate de Honduras", pueden
leerse en las paredes del barrio que rodea la casa de Gobierno,
trazando un paralelo entre Micheletti y el dictador chileno Augusto
Pinochet.
Porque si el argumento más utilizado por quienes
defienden el golpe cívico-militar es que con Zelaya "Chávez se instala
en Honduras", de la otra vereda no se quedan atrás a la hora de
comparar.
La resultante es una sociedad profundamente fracturada
en donde los colores pastel no tienen lugar: o se es rojo furioso o se
es negro muerte y así el diálogo se torna complicado.
La especie
de rotonda que forman el Boulevard Juan Pablo II y la avenida Juan
Manuel Galvez, junto con un par más de calles que la cruzan, es el
lugar elegido por los seguidores de Zelaya para agruparse y tratar de
marchar hacia la sede del Ejecutivo, aunque se trate de una tarea
ciclópea si se repara en que cada cinco o diez metros hay un militar
fuertemente armado para evitarlo.
Fue testigo preferencial -y
víctima a la vez- una pizzería Hutys que se encuentra justo en ese
sitio y "pagó" con todos sus vidrios hechos añicos.
Es que el
invierno hondureño, que para los argentinos es puro cuento por sus 32
grados y una humedad cercana al 80%, levanta aún más temperatura cuando
se selecciona a una persona al azar en la calle y se le pide una
opinión.
¿Esto significa que existe un estado de sublevación y
resistencia en el pueblo hondureño? No, y por el contrario, la fuerza
que el presidente constitucional encontró en la movilización popular de
los primeros momentos, con el correr de las horas se fue diluyendo.
Así,
la batalla que Zelaya está ganando por mucho en el exterior con el
respaldo a su figura de la ONU, OEA, MERCOSUR, Alba, Unión Europea y
Estados Unidos, se invierte cuando se palpa la realidad local.
Es
que en este territorio de poco menos de 8 millones de habitantes y en
donde más del 60% vive en la pobreza según datos de la CEPAL, casi todo
el aparato informativo y periodístico está volcado a defender la
asonada militar.
No hay noticiero televisivo que deje de tratar
a Zelaya como un delincuente, que niegue la caracterización de "golpe
de Estado" y que llame a la población a no sumarse a los "subversivos"
que sólo intentan "instaurar el caos" en el país.
Las alusiones
al destino divino de los golpistas porque "actúan de acuerdo a los
preceptos de la Iglesia" y los mensajes de calma bajo la fachada de que
la dictadura se comprometió a convocar a elecciones "en tiempo y
forma", se encuentran en cualquier conductor de informativo.
Uno
de esos noticieros fue más allá aún y lanzó una encuesta para saber "si
los hondureños están de acuerdo en dejar entrar a los enviados de la
OEA", bajo un argumento tan lineal como arcaico: José Miguel Insulza,
su titular, pertenece al Partido Socialista chileno y por ende la
resolución que impulsó contra el golpe "fue meramente ideológica".
Frente
a esto, los seguidores de Zelaya parecen David ante al gigante: salen
con las caras tapadas para evitar que los reconozcan, no tienen líderes
visibles porque están amenazados, no programan actividades porque se
las prohíben y entonces optan por la sorpresa y el modo de comunicarse
se limita al viejo graffiti y la pedrada.
Muy poco frente al
aparato oficial, sobre todo si se tiene en cuenta que los pocos medios
que se animaron a enfrentar al régimen sufrieron persecuciones,
amenazas, encarcelamientos y hasta terribles golpizas, tal como le
sucedió a un colega radial de la ciudad de San Pedro Sula.
Hoy,
el vocero de la Secretaría de Seguridad, Héctor Mejía, reveló que en la
madrugada fueron detenidos cuatro nicaragüenses porque "estaban armados
y buscaban crear el caos", tras lo cual envió un mensaje para nada
sutil: "le pedimos a la gente que si ve algún extranjero en actitud
sospechosa, no dude en denunciarlo para el bien de la Patria".
Cualquier reminiscencia con nuestro pasado, no es casualidad.
Externamente, el tema parece no terminar de hallar la vía para llegar a un entendimiento.
Internamente,
poco a poco, Micheletti sigue abriéndose camino: ayer tomó juramento a
diez nuevos funcionarios, hoy lo hará con al menos uno más, y con esto
tiene el 90 por ciento de su gabinete completo.
Paralelamente,
el Congreso suspendió ayer las garantías constitucionales en todo el
país, por lo que a partir de las 10 de anoche los ciudadanos no pueden
circular libremente ni realizar reuniones y se exponen a ser detenidos
hasta por más de 24 horas si así la autoridad lo considera necesario.
En
algunos lugares del interior, las movilizaciones fueron más
importantes: miles a favor de Zelaya en la sureña Choluteca y otros
tantos a favor de los golpistas en La Ceiba.
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