17/06/2009 - En General

Multinacionales: Explotar al máximo los recursos peruanos aunque cueste vidas humanas

Caracas, 17 Jun. ABN.- Luego de la represión del gobierno de Perú contra los pueblos indígenas de la Amazonía, las empresas multinacionales y de capital nacional que buscan explotar al máximo los recursos naturales de esa región se mantienen en las sombras de la información periodística, aunque sus historias son conocidas y siempre relacionadas con la depredación.

Repsol YPF, Grupo México, Brescia, la suiza Xstrata, Pluspetrol y el grupo Romero son algunas de las compañías que tienen fuertes intereses en la selva peruana, cuyos ingresos se multiplican, principalmente con la extracción de petróleo y de minerales.

Frente a las protestas de las comunidades originarias en rechazo a una serie de decretos sancionados por el Ejecutivo para la privatización de las tierras amazónicas, las firmas que explotan los recursos naturales mantuvieron un profundo silencio, tal vez porque la administración del presidente Alan García es la encargada de pronunciar sus opiniones y llevar adelante sus políticas.

El 7 de junio pasado la revista Domingo, del diario peruano La República, publicó un informe sobre los grupos económicos más poderosos del país. En el texto se resalta la existencia mayoritaria de empresas que se dedican a la explotación de hidrocarburos.

Basado en la investigación Perú: the Top 10.000 companies 2009, se indicó que las compañías multinacionales que operan en el país “siguen concentradas en la minería, en los hidrocarburos y en la producción de energía”.

Según el documento, la principal es Repsol YPF, en manos de capitales españoles y argentinos, dedicada a la explotación de petróleo y gas natural y licuado.

Sus mayores ganancias son generadas a través de la Refinería La Pampilla que procesa el crudo y en 2007 tuvo dividendos por más de 81,5 millones de dólares, casi 230% más que el año anterior.

Dueños del 20% del Consorcio Perú LNG, el cual construirá en 2010 una plataforma de extracción de gas en el país, la multinacional tiene un contrato con el gobierno peruano para exportar este recurso a México por un periodo de 15 años.

La agrupación Ecologista en Acción denunció que Repsol YPF invirtió 2 mil 200 millones de dólares en Perú, “siendo este país el tercer receptor de inversiones de la compañía, en el que dispone del Bloque 39 con una extensión de 886 mil hectáreas”.

En tierras peruanas también se encuentra Pluspetrol que tiene con el Ejecutivo cuatro contratos de explotación de petróleo en Cusco, Loreto y Junín.

Ambas empresas tuvieron en Argentina uno de sus más grandes negocios, ya que Repsol YPF quedó a cargo de la producción petrolera luego de las privatizaciones lanzadas por el gobierno del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), mientras que Pluspetrol obtuvo la explotación del gas en el norte del país.

El grupo México también opera en Perú, teniendo su fortaleza al ser el segundo productor mundial de molibdeno, tercero en cobre y cuarto en la explotación de plata.

Esta empresa, conocida en la nación andina como Southern, invierte principalmente en el sector minero y usufructúa los yacimientos de Toquepala y Cuajone, además de controlar el complejo metalúrgico del puerto de Ilo.

Los pobladores denunciaron las operaciones mineras de Southern, porque afectaban directamente la salud, razón por la cual en septiembre del 2006 se confirmó que el nivel de contaminación que generaba la refinería influía en la incidencia del asma en los niños, niñas y adolescentes de la zona.

El propio Ministerio de Salud de Perú reveló que 10% de los menores entre los tres y 14 años padece esta enfermedad, aunque la firma se había unido al Programa de Adaptación y Manejo Ambiental propuesto por el Gobierno.

Otro de los conglomerados es el de la familia Romero que posee cerca de 50 inversiones en sectores diversos, como alimentos de consumo masivo, almacenamiento y depósitos e industria textil; aunque recientemente incursionó en la producción de biodiésel con la compañía Palmas del Espino.

A esta lista se debe sumar el grupo Brescia, con más de 30 empresas entre mineras (Minsur y Raura), aseguradoras (Rimac y AFP Horizonte) y pesqueras (Tasa y Sipesa), mientras el grupo suizo Xstrata es dueño de Minas Tintaya (Cusco) y propietario del 34% de las acciones de la minera Antamina (Áncash).

De acuerdo con un informe de la Sociedad de Comercio Exterior del Perú, el año pasado Antamina fue la empresa que más exportó en el Perú (cerca de 2 mil 900 millones de dólares).

El grupo Buenaventura también explota las mineras Cerro Verde y Yanacocha, con la cual generó en 2008 ganancias por 447 millones de dólares.

Según la revista Domingo, de las 50 empresas que tuvieron más ingresos en 2008 la mayoría pertenece al rubro de la minería, los hidrocarburos y las finanzas, en ese orden.

Para el investigador José Carlos Lumbreras, citado en la publicación peruana, “las 100 primeras empresas del Perú agrupan hoy 37% de los ingresos del total de las 10 mil evaluadas”.

La explotación de las riquezas en Perú son un botín no sólo para las multinacionales sino para el propio Estados Unidos, por eso se explica la defensa cerrada del gobierno de García al Tratado de Libre Comercio acordado entre ambas naciones.

Los decretos cuestionados por los nativos son uno de los resultados que este acuerdo comercial permite, con todo lo que conlleva y que se pudo ver en estos días:represión, muerte y criminalización por parte del Ejecutivo hacia dirigentes indígenas.

Con el argumento de una “conspiración internacional”, que en Perú es llevada a cabo por “terroristas”, el gobierno de García volvió a aplicar una doctrina por demás conocida a finales del siglo XX: la ejecución de políticas neoliberales que siempre vienen acompañadas por un fuerte Estado represivo que defiende negociados y ganancias que se fugan del país.

Pero como también sucedió en las décadas del 80 y 90, cuando se buscó que la mercancía fuera el patrón para que el mundo funcionara, los movimientos sociales, indígenas, campesinos y obreros salieron a las calles a rechazar el avasallamiento y las imposiciones del Consenso de Washington, aunque esto costara vidas, como sucede en el Perú actual.