Consideran que la escuela y los medios de comunicación están más capacitados para responder las dudas de los adolescentes que ellos mismos. Los datos fueron revelados en un estudio del Centro Latinoamericano Salud y Mujer.
la mayoría de los adolescentes manifestaron que a pesar de saber que a sus padres no les gustaría que se iniciaran sexualmente, lo harían igual sin consultarles ni avisarles.
Siete de cada diez padres tienen miedo de hablar de sexualidad con sus
hijos y creen que la escuela y los medios de comunicación están más
capacitados para responder las dudas de los adolescentes sobre el sexo,
reveló ayer una encuesta del Centro Latinoamericano Salud y Mujer
(Celsam).
El estudio cualitativo realizado a padres, varones y
mujeres de adolescentes de ambos sexos y que fue difundido ayer, señaló
además, que la mayoría de los adolescentes manifestaron que a pesar de
saber que a sus padres no les gustaría que se iniciaran sexualmente, lo
harían igual sin consultarles ni avisarles.
La investigación
destacó que los adultos a la hora de hablar de sexo con sus hijos temen
que informarlos pueda dañarlos y tienen la fantasía, de que el diálogo
propicie la actividad sexual.
Otros de los temores que
manifiestan los padres es no ser capaces de hablar correctamente de
sexualidad por falta de conocimientos y esperan que aparezca un
interlocutor más idóneo, ya sea en la escuela o en los medios de
comunicación.
Andrea Gómez, psicóloga del Celsam, añadió que
"en un tercio de las familias entrevistadas el tema de la sexualidad
queda directamente excluido de los diálogos familiares".
Gómez
sostuvo que "esos padres deciden no hablar y evitan todos los temas que
tengan que ver con el sexo de sus hijos. En ese silencio convive la
ambivalencia de sentir a sus hijos muy chicos para hablarles o por el
contrario, muy maduros y conocedores de esos temas".
Otro
tercio de los padres encuestados, sostiene que hablan con sus hijos de
sexualidad pero en realidad, imparten mensajes dogmáticos y
prohibiciones sin permitir el diálogo y el intercambio de opiniones.
Gómez
consideró que "un monólogo controlador o un silencio absoluto, son
estilos no recomendables para cuidar a los hijos" y precisó que "ellos
cuando perciben esa postura, se alejan, se cierran y buscan la
información por otros medios".
"El silencio no impedirá que
los adolescentes se inicien sexualmente y tampoco los ayudará a
prevenirse de situaciones de abuso", destacó la especialista.
El
informe del Celsam indicó que el diálogo sobre sexualidad se organiza
de una manera particular en cada grupo familiar y es más frecuente que
las madres hablen sobre sexo, estén más informadas y se adjudiquen el
rol de educadoras, tanto para las hijas mujeres como para los varones.
Karina
Iza, ginecóloga del Celsam, sostuvo que "la proximidad de la menarca
(primera menstruación) suele ser el disparador para que las madres
hablen de sexualidad con las hijas mujeres, aunque hacerlo recién allí
por primera vez resulte un poco tarde".
"En el caso de los
varones no existe un correlato biológico y socializado tan claro como
la menarca en la mujer, por lo tanto, el momento del diálogo y la
información que se obtenga, queda más librado al azar y a la
informalidad", evaluó Iza.
El estudio destacó que al varón se
lo impulsa al inicio de la sexualidad genital como un atributo valioso
para construir su identidad masculina, no se le enseña a cuidarse y no
se le transmite un rol valorizado de la mujer (se le comunica que no
debe ponerse de novio y debe estar con muchas chicas para adquirir
experiencia).
Además, se sigue sosteniendo el mito de que debe
iniciarse sexualmente porque tiene "necesidad biológica" sin importar
con quién lo haga.
En cuanto a la sexualidad de las hijas
mujeres, los consultados la percibieron como un factor determinante de
cómo van a ser valoradas por los demás.
Se espera entonces que
ellas se preserven de ser dañadas o mal vistas por otras personas y se
les enseña que cuidarse implica "cuidarse de que el varón las pueda
dejar embarazadas e incluso abandonarlas".
Alicia Figueroa,
ginecóloga del Celsam, estimó que "en las mujeres se ha sustituido la
idea de la virginidad como valor fundamental, por la de iniciarse
sexualmente en el marco de una pareja estable".
"Estos modelos
de cómo debe ser una mujer y cómo debe ser un varón van forjando una
identidad sexual basada en la inequidad de género", opinó Figueroa.
Para una parte de la sociedad, "la mujer debe postergar su inicio
sexual y el varón debe mostrarse deseante y adquirir experiencia".
La
ginecóloga sostuvo que "tanto ellos como ellas son estigmatizados en
roles estereotipados que los limitarán en su libertad para elegir sus
relaciones con conciencia, respeto y cuidado mutuo".
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