Dijo el escritor Abelardo Castillo en una charla ofrecida, el sábado pasado , en la Universidad de Buenos Aires, en el marco de la Cátedra Historia Argentina III B.
Participó como parte del ciclo de charlas que la cátedra organiza desde al año pasado.
Fue entrevistado por el historiador Eduardo Sartelli, docente titular de la materia, ante un auditorio de casi 100 personas, muchas de las cuales son estudiantes regulares y otros que vinieron especialmente a escuchar al escritor.
Con su habitual capacidad de sostener una intensa exposición cargada de humor, ironía y reflexión crítica, Abelardo Castillo participó por casi dos horas de una entrevista guiada por Eduardo Sartelli, titular de la cátedra, respondiendo también las preguntas e inquietudes del público. Castillo repasó su experiencia como escritor y director de importantes revistas literarias de las décadas del ´60 y ´70 como El grillo de papel, El escarabajo de oro y El ornitorrinco. Profundizó sobre su relación con Contorno y Gaceta Literaria, sus inicios en la escritura, su participación política y la resistencia a la dictadura. Leyó algunas editoriales de sus revistas, trayendo al presente y al debate, momentos históricos tan importantes como el Cordobazo en 1969 o la amenaza de guerra con Chile por el Canal de Beagle en 1978.
El debate sobre literatura, formas estéticas y personajes literarios fue articulado permanentemente con referencias a la lucha política, las movilizaciones populares y los procesos revolucionarios en toda la historia humana. Interrogado acerca de su opinión sobre la Revolución Rusa, rescató la figura de Lenin y rechazó la frecuente asimilación que se hace entre el comunismo y el nazismo, ya que, según dijo “la represión, la tortura y la muerte son consustanciales a la ideología nazi, mientras que en el comunismo, son sólo desviaciones de un proyecto que busca otra cosa”.
Uno de los puntos más desarrollados fue acerca de la figura del intelectual y su papel en la política: “Un intelectual no es alguien que piensa –dijo- ya que un ajedrecista piensa todo el tiempo y no es un intelectual”. Distinguió entre dos tipos de intelectuales, según su relación con el poder: “el intelectual tradicional, explicó, trasmite las ideas de la clase dominante; pero hay otro intelectual, el que dice no, y difunde otras ideas para influir sobre la gente con ideas distintas y contrarias al sistema”. Recalcó la necesidad de que los intelectuales se comprometan con la política, no solo los escritores, sino también los docentes, los estudiantes, los psicólogos, los médicos, “porque todos ellos también son intelectuales y deben reflexionar sobre la visión del mundo que ellos tienen y que trasmiten”.
Enfáticamente, contestó a una pregunta sobre las utopías, recalcando que “yo no creo en las utopías. La gente llama utopía a lo que en realidad son proyectos, esa palabra es un invento de la derecha, yo por el contrario creo que el socialismo es posible y que además es necesario”.
Gentileza: CEICS.
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