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El aislamiento de Cuba fue uno de los símbolos de la "Guerra Fría"

La expulsión de Cuba de la OEA en 1962 fue una expresión clara de las tensiones reflejadas en el continente por la Guerra Fría. La "amenaza comunista", la "incompatibilidad" del marxismo con los principios del organismo y la inestabilidad política de la región determinaron una decisión que se mantuvo por casi medio siglo.

A estas alturas no hay indicios ciertos que a Cuba le interese retornar a lo que Fidel Castro bautizara como oficina imperial del coloniaje.

El levantamiento de la expulsión de Cuba acordada ayer en Tegucigalpa,  por los países miembros de la OEA pone fin a 47 años de tensión y polémicas y también abre un nuevo escenario en las relaciones interamericanas, muy distinto de aquél de 1962, en el cual reinaban la Guerra Fría y la inestabilidad política en los países miembros.

La decisión fue tomada en la octava cumbre de cancilleres del organismo, desarrollada en Punta del Este y llamada por Colombia en noviembre de 1961, debido a que su gobierno manifestó su preocupación ante lo que denominó una potencial amenaza para los países de la región por "la intervención de potencias extracontinentales".

Bogotá no se refería a otra cosa que a la Unión Soviética, país con el que Cuba se alineó abiertamente tras explicitar su adhesión al régimen económico y político del marxismo-leninismo.

En el cónclave desarrollado en Uruguay en enero de 1962, 14 países votaron a favor de suspender la pertenencia de Cuba a la OEA, y Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México se abstuvieron, con la intención de no romper relaciones con Estados Unidos, principal impulsor de la medida.

En la resolución, los países firmantes sostuvieron que el régimen marxista del gobierno cubano era “incompatible con el sistema interamericano, y el alineamiento de tal gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio".

La nueva medida del organismo americano abre un nuevo panorama en el bloque y, sobre todo, en la difícil relación entre Cuba y Estados Unidos, que viene dando señales de cambio desde la asunción de Barack Obama en la Casa Blanca.